Comedia pandémica en tiempos de preguerra
¡Qué curioso reseñar una puesta en escena en clave de
comedia, cuyo personaje principal es ahora uno de los responsables del
enfrentamiento militar actual que compromete a buena parte de la humanidad! Los hijos de Putin, escrita por Diego
Salinas y dirigida por Marcelo Rodriguez Yzusqui, fue uno de los montajes
presenciales de fines del año pasado, que volvió a recibir a público presencial
con aforo reducido, en este caso, en el Centro Cultural Ricardo Palma. La puesta
fue presentada por la Asociación Cultural Esperanta y cumplió sobradamente las
expectativas, convirtiéndose en un sólido entretenimiento con una oportuna reflexión
social.
Dos peruanos radicalmente opuestos se encuentran en un
aséptico espacio para recibir la única dosis de la vacuna rusa Matryoska, la
cual ofrece una seguridad 100% efectiva contra la COVID 19. Sin embargo, solo
uno de ellos será el elegido, por lo que deberán pasar tres disparatadas
pruebas para así elegir al ganador, siendo el jurado el mismo presidente de
Rusia en persona. La dramaturgia de Salinas apela en un inicio a conocidos
estereotipos: Tomas Garrido-Larraín (el mismo Salinas) es un sensible y
acomodado representante de la llamada “generación de cristal”, mientras que
Juan Navarro Chilpa (Aníbal Lozano) es un desfachatado e ingenioso provinciano.
La atinada dirección de Rodriguez Yzusqui mantiene el ritmo y el interés en la
trama, apoyada también por una hilarante voz en off que le agrega comicidad a
las competencias.
El elenco resultó muy simpático y convincente: Salinas y Lozano
compusieron muy bien a sus personajes, dotándoles de humanidad y divirtiéndose
en escena; pero quien se lució fue un sorprendente Boris Mena, quien interpretó
al mismísmo Putin, en una caracterización perfectamente lograda. Acaso solo los últimos minutos del montaje merecerían una revisión, pues se alarga innecesariamente la evidente moraleja de la historia. Una reposición
de Los hijos de Putin en estos
tiempos tendría evidentemente una connotación completamente distinta, pero seguiría
siendo una muy recomendable comedia, que aborda con humor nuestras profundas
diferencias sociales y además, la falta empatía entre propios compatriotas que
nos impide alcanzar el bien común.
Sergio Velarde
24 de febrero de 2022
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