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viernes, 18 de febrero de 2022

Crítica: 2 DE RIBEYRO


Divertido y entrañable díptico escénico

Nadie para escribir cuentos como Julio Ramón Ribeyro. Su sencillez narrativa, su enorme sensibilidad y su extraordinaria capacidad para contarnos grandes cosas a partir de pequeños detalles del cotidiano lo convierten en un referente de importancia capital para la literatura peruana y latinoamericana. Pero Ribeyro, como escritor, también escribió novelas y obras teatrales. Precisamente, dos de sus piezas cortas fueron llevadas a escena el año pasado, en un montaje presencial denominado 2 de Ribeyro en el Teatro de Lucía y que tuvo varias extensiones de temporada, no solo por la necesidad imperiosa por parte del espectador de ver nuevamente teatro peruano en vivo, sino además por la calidad de la puesta en escena.

Dirigida con mano diestra por el experimentado Alberto Isola, la obra nos presentó las simpáticas comedias cortas El último cliente y la popular Confusión en la Prefectura, en las que los actores Sandra Bernasconi, Javier Valdés y Roberto Ruiz se movieron como peces en el agua. En la primera, vemos una improbable historia de amor en una casa de alquiler de trajes de novios en el centro limeño; y en la segunda, una serie de enredos provocados por la inminente caída del presidente y producidos en una olvidada prefectura de una lejana provincia sudamericana. La precisa dirección, la funcional escenografía y especialmente, el respeto por la fuente original permitieron conseguir un espectáculo sólido y muy recomendable.

A destacar, por supuesto, las interpretaciones del elenco, cada uno en doble papel: Bernasconi y Ruiz estuvieron impecables, pero fue un Valdés en estado de gracia quien se robó el espectáculo como el disparatado Prefecto. 2 de Ribeyro fue un díptico escénico que nos devolvió a uno de nuestros escritores peruanos más entrañables, con dos divertidas historias que nos hicieron además reflexionar sobre lo poco que hemos evolucionado como sociedad y que el verdadero cambio social dependerá de cuánto queremos en verdad ser mejores seres humanos. Un notable espectáculo que bien merece más reposiciones.

Sergio Velarde

18 de febrero de 2022

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