Divertido y entrañable díptico escénico
Nadie para escribir cuentos como Julio Ramón Ribeyro. Su
sencillez narrativa, su enorme sensibilidad y su extraordinaria capacidad para
contarnos grandes cosas a partir de pequeños detalles del cotidiano lo
convierten en un referente de importancia capital para la literatura peruana y
latinoamericana. Pero Ribeyro, como escritor, también escribió novelas y obras
teatrales. Precisamente, dos de sus piezas cortas fueron llevadas a escena el
año pasado, en un montaje presencial denominado 2 de Ribeyro en el Teatro de Lucía y que tuvo varias extensiones de
temporada, no solo por la necesidad imperiosa por parte del espectador de ver nuevamente
teatro peruano en vivo, sino además por la calidad de la puesta en escena.
Dirigida con mano diestra por el experimentado Alberto
Isola, la obra nos presentó las simpáticas comedias cortas El último cliente y la popular Confusión
en la Prefectura, en las que los actores Sandra Bernasconi, Javier Valdés y
Roberto Ruiz se movieron como peces en el agua. En la primera, vemos una improbable
historia de amor en una casa de alquiler de trajes de novios en el centro
limeño; y en la segunda, una serie de enredos provocados por la inminente caída
del presidente y producidos en una olvidada prefectura de una lejana provincia sudamericana.
La precisa dirección, la funcional escenografía y especialmente, el respeto por
la fuente original permitieron conseguir un espectáculo sólido y muy
recomendable.
A destacar, por supuesto, las interpretaciones del elenco,
cada uno en doble papel: Bernasconi y Ruiz estuvieron impecables, pero fue un Valdés
en estado de gracia quien se robó el espectáculo como el disparatado Prefecto. 2 de Ribeyro fue un díptico escénico que
nos devolvió a uno de nuestros escritores peruanos más entrañables, con dos divertidas
historias que nos hicieron además reflexionar sobre lo poco que hemos evolucionado
como sociedad y que el verdadero cambio social dependerá de cuánto queremos en
verdad ser mejores seres humanos. Un notable espectáculo que bien merece más
reposiciones.
Sergio Velarde
18 de febrero de 2022
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