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jueves, 9 de septiembre de 2021

Crítica: DÍAS FELICES


Las lecturas de Beckett y el absurdo

¿Quién iba a imaginar que el gran dramaturgo irlandés Samuel Beckett se convertiría en nuestra compañía recurrente en tiempos de pandemia? Sus textos, notables dentro del Teatro del Absurdo, vienen siendo revisitados y estrenados de manera intermitente en nuestra cartelera virtual (La última cinta, Final de partida, Salto en sepia) y no es casualidad que sea en estos meses de encierro, en los que a pesar de algunas tímidas salidas ensayadas por algunos, muchos hemos visto transcurrir todo este tiempo inmóviles dentro de nuestros hogares, adaptándonos a una nueva realidad. Beckett y el tiempo. Siguiendo este razonamiento, se entiende la absoluta pertinencia de una pieza como Días felices, presentada de manera virtual y presencial por el Teatro Británico, bajo la experta dirección de Alberto Ísola.

Y es que el tiempo juega un papel crucial en la vida de Winnie (Norma Martínez), una mujer elegante y madura que pasa sus días enterrada hasta la cintura y en el segundo acto, hasta el cuello. Sus actividades rutinarias, aquellas que puede realizar debido a su absurda situación, son las únicas que le sirven para enfrentar un incierto futuro. Sus largos monólogos son solo interrumpidos con las fugaces apariciones de su esposo Willie (Roberto Ruíz), quien le hace compañía desde su propia desorientación. Solo genios como Beckett pueden escribir piezas que adquieran nuevas lecturas para distintas generaciones. A los que puedan ver una aguda reflexión sobre la soledad en el matrimonio o los peligros de las pruebas nucleares en contra de la humanidad, ahora más que nunca se visibiliza claramente nuestra necesidad de adaptación a las nuevas realidades pandémicas, en las que nos encontramos atrapados y sin salida, al menos de manera temporal.

Tremendo reto el que asumen Ísola y el Británico, del que salen airosos contando con la complicidad de una enorme Martínez, sin duda, una de nuestras actrices más versátiles y completas. La inacción y lo estático del texto original le permite a la actriz demostrar un excelente manejo del texto. Bien las intervenciones de Ruíz. El diseño de producción luce sobrio y funcional. Días felices nos plantea muchas interrogantes y pocas respuestas, pero sí mucha reflexión sobre la condición humana y los recursos que empleamos todos para superar las adversidades que nos plantea la vida. Beckett es y seguirá siendo, por muchos años más, la compañía ideal para ayudarnos a entender este mundo con todas sus contradicciones y paradojas.

Sergio Velarde

9 de setiembre de 2021

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