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miércoles, 23 de diciembre de 2020

Crítica: CAMOTE, NO TE VAYAS


Las apariencias engañan

Siempre es de agradecer el factor sorpresa dentro de un espectáculo escénico. Es decir, cuando tenemos una idea preconcebida de algún montaje, muchas veces debido al afiche, título o sinopsis del espectáculo, pero encontramos una presentación completamente diferente a la esperada. Tal fue el caso de Camote, no te vayas, proyecto escrito y dirigido por Max Yovera, que justamente sorprendió por los derroteros que tomó la historia, una vez iniciada la función en línea.

La nota de prensa del proyecto virtual de Yovera nos anticipaba la historia de un can llamado Camote, que supuestamente escapaba de su dueño por la ventana, acercándose las fiestas de fin de año. Sin embargo, la sorpresa fue mayúscula cuando una vez iniciada la transmisión conocimos al protagonista de la historia, un joven llamado Jhon (Arnold Canelo), quien poco a poco va transformándose en un árbol, mientras que conversa a través de una videollamada con otro, interpretado por Ethel Requejo, una actriz que siempre brilla así su participación sea breve.

La idea que maneja Yovera es interesante y a la vez, insólita: los árboles representan aquí a la soledad y al olvido como consecuencia de la muerte. Comúnmente se les asocia a la fortaleza, a la resistencia o justamente, a la inmortalidad. Jhon imagina su metamorfosis antes de morir y enfrenta el olvido por sus seres queridos, mientras ramas y hojas aparecen en su cuerpo. El desempeño actoral de Canelo contribuye a generar empatía en su drama y hacer creíble la propuesta en general. Camote, no te vayas fue un curioso proyecto de Yovera, con la producción ejecutiva de Sebastián Solórzano, que se convirtió en una agradable sorpresa dentro de nuestra cartelera virtual.

Sergio Velarde

23 de diciembre de 2020

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