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jueves, 11 de junio de 2020

Crítica: CASI LAS DOCE


¿Un cortometraje en vivo o teatro virtual?

El teatro virtual sigue siendo teatro. En esta obra dirigida por Samoa Alvarez encontramos que su principal comunicación y publicidad es el hecho de que se juntan dos lenguajes: el teatral y el cinematográfico. Esto me hace reflexionar sobre si es correcto decir que en esta obra exclusivamente se juntan dos lenguajes. Al fin y al cabo, un actor performando frente a una cámara incluye siempre un lenguaje cinematográfico. Por lo tanto, el teatro virtual o frente a una cámara siempre tendrá un lenguaje de medios audiovisuales.

Sobre la obra: dura quince minutos y trata sobre una mujer atrapada en una casa donde hay un fantasma que la atormenta. Su relación, bastante desgastada, se va problematizando mientras avanza el tiempo. Los dos actores están permanentemente en personaje y nos invitan a entrar a un espacio que parece muy privado. Nosotros, el público, estamos invadiéndolos. Y durante los quince minutos se siente así.

Me pareció muy interesante el uso de dos cámaras para retratar la historia. Ambas ubicadas en lugares diferentes de la locación para ver qué hace un personaje, mientras el otro está en escena. Esto me llamó mucho la atención, debido a que la dirección fotográfica se enfocaba en lo que había o no en cámara, en qué nos llevaba la dirección a observar y qué no. Por momentos, el terror estaba dirigido a aquello que no podíamos ver; pero los personajes, sí. Algo que se consigue muy difícil en el teatro debido a que lo que vemos en escena es lo que existe. Las luces y el lenguaje audiovisual, sumado al terror de lo que sabemos que está pero no vemos fuera de cámaras, me hizo cuestionar si lo que veíamos no era más un cortometraje en vivo que una obra de teatro. De igual manera, ambos son formatos que valen la pena explorar.

Sobre la puesta, se sentía por momentos que el teléfono en la mano estorbaba a los actores. Además, la trama se vuelve un poco extraña mientras se va sintiendo más la presencia de aquello que los atormenta. La sensación que queda en el espectador es una sensación de confusión al no saber a qué prestarle atención, más que de terror. Quizás algo más interior y con mayor ensayo en los movimientos hubiera confundido menos. Un aspecto que puede mejorar con mayor aporte de parte de dirección.

Odisea 2020 (que incluye varios proyectos, entre ellos Casi las doce) es parte del movimiento teatral intentando realizar teatro en mitad de una pandemia. Cada vez más iremos explorando nuevas maneras de mostrar y entregar nuestras historias. Lo virtual es totalmente explotable y explorable para seguir trabajando y realizando nuevas historias, con propuestas cada vez mejor elaboradas y más interesantes.

María Fernanda Gonzales
11 de junio de 2020

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