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domingo, 24 de mayo de 2020

Crítica: HOTLINE


Teatro live dentro de la pandemia

Tras la aparición del COVID-19, el mundo ha entrado en una etapa de reinvención, donde artes como el teatro están buscando cómo manifestarse. Una de las primeras obras en sumarse a este reto dentro del confinamiento social es Hotline, protagonizada por Javier Valdés y Daniela Mayuri, dirigida por David Ames. Esta historia transcurre durante la actual pandemia: un coronel, quien acaba de perder a un ser querido, encuentra refugio en el alcohol y el mundo virtual; así conoce a una joven, Poly, con quien entablará una relación particular a través de una videollamada.

La plataforma por la que se transmite esta obra es Instagram. La modalidad consiste en seguir dos cuentas específicas de los personajes de la obra. Minutos antes de la transmisión, ambos personajes –Héctor y Poly– van subiendo las tres clásicas llamadas previas a la función a través de historias dentro de la plataforma. La transmisión de la representación es en vivo, a través de la opción “transmisión en vivo”, por lo que el espectador debe estar atento para entrar a dicha opción. Esta modalidad elegida por “La sangre life” –productora de la obra-, logra simular la reunión de asistentes a cada función, de manera virtual, dentro de estas cuentas creadas especialmente para la obra, de modo que propone una interacción mayor con el público.

Al ser una transmisión en vivo, están presentes dos cámaras, una por cada actor. El ángulo de visión percibido del personaje de Héctor nos permite observar un escenario cómodo, con algunos elementos que dan información sobre el estatus social en el que se encuentra. El camisón de satén y el trago en las rocas fueron utensilios certeramente elegidos para redondear al personaje. En el caso de Poly, era posible observar un sillón rojo algo desgastado, una luz tenue y una botella de plástico usados, tres elementos que denotan un contexto algo precario para el personaje. El vestuario, que no dejaba lugar a la imaginación, nos situaba a los espectadores de manera clara en el contexto de aquel encuentro.

Ambos actores manejaron de manera certera los giros temáticos y el cuadro de intensidad que la obra planteaba. Casi todo el tiempo se veía un plano muy cercano de los rostros de cada uno, de modo que era posible reconocer inmediatamente lo que cada personaje iba pasando internamente –la mirada y los silencios fueron clave para esto-. Esto permitió que se forme un vínculo interesante entre ambos actantes, de modo que provocaba empatía y captaba la atención desde el primer momento. Hacia el final, sin embargo, casi no se escuchó un sonido importante dentro de la decisión de un personaje. Esto creó confusión, pues no dejaba claro qué es lo que estaba sucediendo. Es importante tener en cuenta que, si se va a utilizar un efecto o un sonido, se escuche claramente en la transmisión, para no crear confusión.

Se nos presentó el encuentro entre un ex coronel y una actriz, ambos en crisis, tratando de sobrellevarla por separado, mientras están viviendo dentro de la actual pandemia. Esta característica ya nos lleva inmediatamente a pensar en nosotros, dentro de nuestras distintas situaciones. Pérdidas masivas de empleo, familiares enfermos o fallecidos a causa del virus en cuestión, imposibilidad de trabajar por el distanciamiento social son distintas situaciones que, aunque no todos la pasen, es necesario ser empáticos con las realidades de otros. ¿Cuáles son los cambios que personalmente tendremos que tomar? ¿Cómo nos sentimos al respecto? Tendámonos la mano, necesitamos hablar sobre cómo nos sentimos; escuchemos, aunque de manera virtual; y, sobre todo, quedémonos en casa.

Stefany Olivos
24 de mayo de 2020

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