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sábado, 14 de marzo de 2020

Entrevista: JONATHAN OLIVEROS


“El teatro es para gente valiente”

Hamlet (2019) fue uno de los mejores espectáculos teatrales del año pasado, dirigido por Chela De Ferrari, presentado en el Teatro La Plaza de Larcomar y obteniendo por tal trabajo el Premio Especial del Jurado en la premiación anual realizada por Oficio Critico. Uno de los directores adjuntos fue Jonathan Oliveros, quien conversó con nosotros y nos contó muchas cosas acerca de su carrera como actor y director adjunto, dentro de este proceso que duro más de un año con ocho actores con discapacidad. “En esta versión recontralibre del clásico de Shakespeare participaron en el equipo de dirección adjunta  varios directores: Claudia Tangoa (directora de San Bartolo) , Luis Alberto León (autor de La cautiva y Savia)  y yo (director de Liberarte Talleres Especiales, con diecisiete años de experiencia en trabajo teatral con personas con discapacidad); siendo la directora general Chela De Ferrari,” nos comenta Jonathan, quien también estuvo nominado como Mejor Actor de Teatro Musical por su destacada actuación en la comedia musical La loca del frente (2019), producida por Pedro Iturria de PLAYBILL Asociación Cultural y dirigida por Daniel Fernández.

Inicios y espacios

“Yo empecé a actuar a los dieciocho años, y sabía desde muy niño que quería ser actor, pero mis padres me dijeron que no lo hiciera, que me dedicara a otra cosa,” comenta Jonathan. “Así que no me quedó de otra y estudié Ciencias de la Comunicación en la Universidad San Martin de Porres y es ahí donde empiezo con mi carrera de actor, al entrar a la universidad audicioné al taller de teatro de la universidad, que lo dirigía en ese tiempo Iosef Navarro, hijo de Eduardo Navarro, director del Centro Peruano de Teatro en Miraflores.” Ellos se encontraban en ese momento dirigiendo una obra de teatro y como Jonathan tenía varios meses participando del elenco de teatro universitario, es invitado a hacer un casting, nada menos que para la obra Caricias de Sergie Belbel, quedando en el elenco. “Justo con esa obra es que empiezo mi carrera, una obra difícil, que tiene bastante texto, monólogos largos, y bueno, me tocó ser el personaje del niño, eran textos duros y fue mi primera aproximación al teatro profesional y desde esa época no he parado.”

Terminada su carrera de Comunicaciones, Jonathan realizo diferentes talleres de teatro y formo parte de importantes grupos de teatrales, tales como La Tarumba, Grupo Puesta, Aqualuna Teatro, el Club de Teatro, entre otros. Años más tarde, cursa la carrera de Pedagogía Teatral en la Escuela Nacional Superior de Arte Dramático ENSAD, además de formar parte de Espacio Libre, colectivo dirigido por Diego La Hoz, por cinco años. Justamente, una de las mejores puestas en escena del mencionado colectivo fue Especies (2010), con dramaturgia del mismo grupo y la asesoría  de la entrañable Sara Joffré, con la dirección de La Hoz. “Diego es uno de mis maestros a quien le debo muchas experiencias, también hubo un tiempo que como parte del colectivo vivimos juntos en comunidad teatrera en Espacio Libre en Barranco.” Precisamente, Jonathan llegó en la etapa de separación del antiguo grupo. “Lo empezamos a formar con Jhosep Palomino, Betsabeth Misme y Omar del Águila, con Karlos López Rentería, quien justo estaba incorporándose; empezamos a cuajar, a consolidar el entrenamiento físico, porque el teatro físico era nuestra línea de acción, el teatro laboratorio con Diego, tomando los textos de Sara; en ese tiempo Sara era muy cercana a nosotros, aparte de ser una de las mejores amigas de Diego.” Con Especies, Jonathan tuvo chance de salir de gira dentro y fuera del país.

“También hicimos antes Fe de ratas (2009), con Julio Navarro y Juan José Oviedo y también nos fuimos de gira a Buenos Aires haciendo todo un corredor de festivales muy importantes con grupos como El baldío, La Cordura del Copete, La compañía nacional de  fósforos; para mí eso representó, como artista, mi primera salida fuera del país y eso marca mucho mi trabajo como actor y como artista, como actor de laboratorio, porque nos concentramos en desarrollar una propia forma de elaborar nuestro proceso, de plantear a través del cuerpo y las acciones físicas.” Pero como todo en la vida, los ciclos se cierran. “Yo también deseé tomar otros rumbos y también formarme en otros lados y con otros maestros, fue muy importante para mí seguir experimentando; siempre he pensado mi proceso como artista nunca termina: un artista tiene que estar continuamente probándose a sí mismo, absorbiendo de todos lados, por eso a Diego le tengo mucho cariño.”

Riesgo y libertad

Ya terminando su ciclo en Espacio Libre, varios de sus exintegrantes deciden fundar la Compañía Teatro del riesgo, con Paco Caparó como director. “Nos concentrábamos y ensayábamos directamente en el Club de Teatro de Lima; ahí elaboramos la obra Carne de mujeres (2013), que fue una obra bastante fuerte y retadora como actor, nos metimos en un laboratorio físico y testimonial muy intenso, para hablar sobre la violencia hacia la mujer, lo que significa y lo que representa la mujer hoy en la sociedad,” comenta Jonathan. El mencionado montaje contó con testimonios reales de las actrices protagonistas. “Tomamos también el teatro de protesta y de testimonio, queríamos decir algo, queríamos dejar en el público un sinsabor, una idea, movilizarlos, dejarles algo para que el público se fuera pensando y tomando una posición al respecto.” El colectivo solo se mantuvo por un par de años, durante los cuales presentaron también la interesante Tú no entiendes nada (2011) de Juan José Oviedo. “Fue un trabajo colectivo que marcó mucho en mi entrenamiento actoral.” Sobre el director Caparó, Jonathan solo tiene elogios para él. “Él usa mucho el tema de la improvisación, me parece un actor y un director bastante disciplinado, que entiende bastante el lenguaje teatral, sabe llegar y explicar las necesidades que requiere como director y que los actores resuelvan en escena, tiene bastante empatía, bastante comunicación y se logró la propuesta de teatro de riesgo, porque esa era nuestra dirección: tomar el riesgo a través de la escena.” Años más adelante, Jonathan decide encaminarse y formarse como actor en Teatro Musical, tomando clases en INATEN, escuela formativa para performers en teatro musical y llevando talleres montajes con grupos como Broadway Peru, La Compañía Teatro Musical y el Taller de Teatro Musical con Mateo Chiarella en Aranwa teatro y el Taller de Juan Carlos Fisher en el Teatro La Plaza.

Jonathan tiene una variada gama de obras como director, con su propio colectivo Liberteatro Producciones. “Empiezo a dirigir propiamente, cuando me hago cargo de dirigir el elenco de teatro de la universidad San Martín; empiezo a hacer teatro universitario con alumnos de la misma universidad, en donde trabajo actualmente; ahí fue mi primera aproximación a dirigir.” Reconoce que dejó de lado un poco el trabajo físico para dedicarse a realizar espectáculos de carácter algo más ligero, pero no menos importante. “Empecé a dirigir comedias con mi colectivo, que se habían hecho hace muchos años atrás, pero mi objetivo siempre fue darle una nueva mirada a estas comedias buenísimas que se han hecho en los años 50 o 60, comedias viejas que de repente ahora ya no las hacen, porque están descontextualizadas o ya se hicieron mucho; entonces tratamos en Liberteatro producciones de darles un refresh a esos textos, que por más que pasen los años tienen una esencia muy particular y el público las hace recibido de una manera increíble.” Y realmente, las comedias de Jonathan logran convocar a una gran cantidad de público. “Felizmente hay un público que se ha interesado por las cosas que hago como actor y como director, hemos hecho varias producciones siempre en la línea de la comedia de enredos y situaciones.”

La primera puesta en escena de Jonathan fue la recordada ¿Hay que matar a la monja? (2014), en donde “descubrió” a la divertidísima actriz Katherina Sánchez y “rescató” a la no menos notable Cecilia Tosso. “Considero a Katherina una actriz a la que le tengo mucho cariño, es muy versátil, con la que se puede trabajar muy bien; aparte que hay una amistad muy grande, eso ayuda muchísimo.” Jonathan afirma ser de los directores a los que les gusta trabajar con gente que realmente confíe en el trabajo que hace. “Y que esté libre y presta a trabajar y envolverse en toda tu locura, porque te hace la vida más fácil; Katherina confía ciegamente en las cosas que podemos decir y hacer, sus aportes como actriz son fundamentales, ella me encanta.” También considera a Cecilia Tosso como una gran profesional. “Es una dama del teatro, una gran amiga y una compañera teatrera que me ha acompañado en muchas obras y son ellas dos en las que siempre voy a pensar para una producción, aparte que el público las quiere muchísimo, las espera, todos me preguntan por ellas, el público quiere verlas en escena en mis obras.” Jonathan considera, asimismo, que no requiere para sus producciones actores necesariamente mediáticos, no es para él un punto que sea necesario, si lo es, bien y si no, también. “Mis actores tienen que ser buenos actores, yo también apuesto por eso, por darle oportunidad a nuevas caras, yo no hago teatro comercial con grandes inversiones, hago teatro independiente, porque todo sale de mi bolsillo, de mi producción; prefiero trabajar con figuras que entienden lo que funciona en la comedia; porque no es fácil asumir el rol dentro de una comedia, hacerlo bien y que el público te recuerde; eso tiene bastante valor.”

Actuar y dirigir

¿Qué requisitos debe tener un buen actor de teatro? “Primero, la constancia, porque hay momentos buenos y hay momentos malos; el teatro es para gente valiente,” afirma Jonathan. “Son casi veinte años que vengo haciendo teatro de diferentes formas y hubo momentos en mi vida en los que dije: ya no más, ¿podré vivir de esto?, ¿me irá bien?; en mis inicios tuve muchas inseguridades, muchos miedos, hasta que decidí darle mi vida y corazón al teatro.” Es por eso que considera, aparte de la resistencia y la constancia, que la seguridad que uno pueda sentir sobre su capacidad como creador es lo que demarca tu camino de artista. “Si tú tienes un talento, tampoco puedes echarte flores y solo quedarte en ¡Ay, qué lindo talento tengo!; el talento se cultiva, se entrena, se forma; la carrera del actor nunca termina, siempre continúa y siempre hay algo más que aprender, hasta las grandes figuras del teatro peruano tienen algo que aprender de los jóvenes valores y viceversa.” Para Jonathan es importante la “convivencia nutritiva” entre los que más experiencia tienen y los que no tanto, y apartarse del ego, aunque sea muy difícil. “Considero que el ego puede ser un limitante para crear y mostrarte en escena, debes sentirte contento con lo que vales, con lo que creas y aportas, enorgullécete de eso, pero cuando el ego traspasa las fronteras y genera una mala sintonía, vas a tener una pésima recepción, porque eso se ve, el público lo siente y percibe.”

Por otro lado, para Jonathan un buen director de teatro debe “ser muy intuitivo, siento que un director aprende su oficio equivocándose, preparándose, haciendo, afinando detalles, aprendiendo a recibir comentarios buenos o malos, eso te ayuda a tener una idea de cómo la gente percibe tu creación, es un termómetro.” Además, menciona otras cualidades, aparte de la intuición, que son importantes, como el dejarse envolver o atrapar por la historia que toca montar y esa terquedad que muchas veces aporta y otras, no. “Ser muchas veces un loco creador, ¡ojo!, yo considero también que al final un director no tiene la última palabra ante una propuesta: la última palabra la tiene el público.” Los directores son vehículos para llevar una historia, es decir, poner en escena temas que están en el aire, pero quizá nadie se atreve a hablar o tocar. “Considero que tenemos que tener un tacto muy agudo y delicado para tratar también a los actores, es como desarrollar un séptimo sentido para poder conocerlos y lograr muchas veces, sin que el actor se dé cuenta, que haga lo que deseas que haga como personaje, o que aporte y sacar lo mejor de él en el proceso creador, ese es un logro importante, hay que tener oficio para eso”. Por último, Jonathan menciona que un director debe tener muy claro qué es lo que quiere mostrar. “Si sencillamente quiere hacer reír, bueno, esa será su fórmula y debe quedar claro; si quiere protestar ante algo, si quiere enfrentarse a una realidad, a una situación y generar reflexión o generar debate, o solo mostrar y movilizar, bueno, el director en su oficio irá decidiendo que hacer.”

La experiencia con habilidades especiales

Como ya se mencionó, durante diecisiete años Jonathan viene realizando una muy loable labor con niños y jóvenes con discapacidad, siendo fundador de Liberarte Talleres Especiales, que es la primera escuela de artes formativa para personas con Síndrome de Down y Discapacidad Intelectual. “Mi experiencia trabajando en Arte y Discapacidad me ha dejado una de las mejores experiencias de mi vida, me ha enseñado a ser un artista mucho más sensible y entender la diversidad del ser humano y sus capacidades, conocer las diferentes formas de aprendizaje; siento que trabajar con ellos es pasar a otra dimensión, es como entrar a otro código; uno más sincero y honesto , por eso mismo las personas neurotípicas como tú o yo entendemos de una manera y las personas con discapacidad intelectual o con síndrome de Down entienden de otra forma, es entonces aplicar una pedagogía distinta, llena de mucha honestidad.” Si bien todo empezó siendo una experiencia desconocida para Jonathan en un inicio, tuvo que estudiar e investigar sobre los diversos procesos cognitivos en esta población y la práctica en ella; ese fue el medidor para darse cuenta que pueden lograr mucho arriba del escenario. “Cuando estaba en La Tarumba, trabajé con niños y jóvenes neurotípicos, sin discapacidad; y al entrar en todo este mundo, fui con toda esa información a trabajar con ellos y pensé que sería fácil, pero me di un portazo en la cara, con una realidad distinta; pasó el tiempo y pude entender y aprender que el proceso de aprendizaje en ellos es completamente distinto, las estrategias que se deben usar son completamente diferentes, así como entender que su grado de atención es corto; tienes que constantemente tener herramientas o elementos que capten su atención y con los que ya tienes atentos, puedes conseguir lo que quieras.”

Es así que Jonathan lleva todos estos años trabajando con discapacidad, del cuales catorce son con Liberarte Talleres Especiales, su propia escuela para niños y adolescentes con discapacidad. “Son casi diecisiete años trabajando en discapacidad; en realidad, trabajar con ellos me ha abierto muchas puertas, siento que me ha hecho conocer gente maravillosa, el encontrar fidelidad en los padres, en los chicos, en los alumnos, una identificación muy fuerte con la escuela; y un posicionamiento, eso me hace sentir que el trabajo es cada vez más importante, está más afiatado y puedo decirte que con los años, la estrategia pedagógica ha cambiado también.” Jonathan utiliza el canto, el baile y la actuación como herramientas de desarrollo para su autonomía. “Yo no hablo de discapacidad, siempre hablo de capacidades, ya que todos tenemos capacidades y limitaciones, esas capacidades hay que potenciarlas y desarrollarlas para que tengan calidad de vida y puedan tomar decisiones y enseñarles que el ser humano es diverso en todo sentido.” Para Jonathan, todos estos años con Liberarte Talleres Especiales han sido los mejores de su vida. “Considero que Liberarte está en crecimiento, está llegando a más gente, se está posicionando, está haciendo que la puerta se le abra a más chicos a nivel artístico, porque ya se les está considerando y tomando en cuenta, están teniendo oportunidades en televisión, en miniseries, grabando comerciales, obras de teatro, está habiendo una mayor visibilidad que antes no había, poquito a poquito se están construyendo cosas, caminos para beneficio de ellos, para darles una mejor calidad de vida y una oportunidad de trabajo.” Hamlet fue entonces una excelente oportunidad para mostrar la gran capacidad de mis actores, seis de ellos son formados íntegramente por mi escuela. “Los tiempos cambian, la realidad es otra y las oportunidades también son otras; para mí, eso fundamenta mi trabajo y hace que me mantenga al pie del cañón.”

Durante estos años de trabajo, Jonathan ha realizado diferentes montajes de teatro musical con voces y banda en vivo y muchas veces con actores invitados del medio teatral y televisivo. Obras como La Novicia Rebelde, La Bella y la Bestia, Hairspay, Shrek el musical, entre otras, con mucho éxito en el teatro del colegio Santa Úrsula y con un número de 500 personas por presentación. “Considero que la obra de Liberarte que mejor quedó a nivel de producto, fue Grease, el musical de tu vida (2013), que hicimos con banda y coros en vivo en el auditorio del colegio Santa Úrsula,” comenta Jonathan. “Estuvieron todos los alumnos de la escuela, cuarenta y tres jóvenes con discapacidad en escena, bailando, cantando y actuando este musical que todos recordamos, fue nuestro primer musical grande; para mí fue un reto lograrlo, porque se estaba viendo mucho teatro musical en la cartelera teatral limeña, entonces entrar con un espectáculo realizado por personas con discapacidad generó toda una curiosidad entre el público y realmente se logró”.  Años más adelante, Jonathan funda otra agrupación llamada “Sin límite Teatro”, que son los alumnos más destacados de la escuela Liberarte y con los que hacemos teatro y realizamos montajes de obras clásicas, entre los realizados están El Enfermo Imaginario de Moliere, El Jorobado de Nuestra Señora de París de Víctor Hugo y Sueño de una noche de verano de William Shakespeare. Jonathan considera que el elenco "Sin límite Teatro" es otra posibilidad que ofrece para que sus alumnos se aproximen a la dramaturgia universal. “Por qué no hacerlo con personas con discapacidad, claro, teniendo en cuenta las adaptaciones y posibilidades que ellos poseen.”

Proyectos a futuro

Pero el talento de Jonathan como actor también se lució en la ya mencionada obra musical La loca del frente. “Conozco a Sebastián (Abad, actor y compositor musical de la obra) desde hace mucho tiempo, he sido formado también por él en lo que era su compañía de teatro musical, estuve en dos o tres montajes bajo su dirección musical, conocía su trabajo y el de Pedro (Iturria), como director de Playbill; yo me decía ¡qué genial que se esté dando esto!, esta posibilidad de hacer teatro musical peruano, con letras peruanas, composiciones peruanas y con una historia que refleje de cierta manera una realidad muy cercana, pero que sea producida netamente por peruanos.” Y es que, para Jonathan, las mismas propuestas de siempre que se traen de Broadway, ya lucen un poco agotadas. “Me convoca Sebastian para la audición de La loca del frente, me dijo que quería que me presente, pero yo le dije que en esas fechas tenía la temporada de Hamlet y que les iba a hacer perder su tiempo, pero las cosas se fueron dando solas.” Felizmente, la temporada de Abad y Uturria sería solo los miércoles, es decir, los días de descanso en La Plaza. “Les dije entonces que sí iría al casting, me lancé, hubo muchas personas que estuvieron en ese casting, varios actores amigos míos que se presentaron; fueron tres ruedas de casting para el personaje y al final, decidieron apostar por mí, por esta loca (ríe) y yo feliz, porque es un grupo humano increíble, desde la dirección de Daniel Fernández, la producción de Pedro Iturria, el trabajo musical de Arturo Figueroa  que ha hecho los arreglos, la composición musical de  Sebastián Abad y la asistencia de dirección de Daniel Mariani, es lo que agradezco mucho. Es un equipo bien bacán, se trabaja muy bien y además, están pendientes de todo lo que necesitas como actor y es así como se debe trabajar.” 

La loca del frente regresa el 7 de abril y permanecerá en cartelera los martes y miércoles hasta el 10 de mayo en el Teatro de Lucía a las 8 de la noche. “Las entradas ya se pueden comprar en Teleticket con un precio súper rebajado, bastante asequible para todos y es importante que vayan, porque estamos viviendo una época muy productiva, en el que hay mucho teatro peruano y sería una pena que el público no vaya,” concluye.

Sergio Velarde
14 de marzo de 2020

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