Tiempo del dolor
En el marco del programa
de muestras de los talleres de formación actoral del Club de Teatro de Lima, se
presentó Sofía en el tiempo. Un montaje que abordó la temática de la violencia
contra la infancia, especialmente la de una niña, y los diversos estados de
consciencia de la víctima y victimario. Los protagonistas fueron Iorana
Gallardo, Cecilia Arias, Nayib Flores, Bryan Fernández, Carlos Cabrera, Belén
Suárez y Stefany Ríos. La dirección y dramaturgia estuvo a cargo de Paco Caparó
y Jhosep Palomino.
La acción dramática giró
en torno a la búsqueda de una periodista (Gallardo) por explorar en su
subconsciente y memoria el origen de su dolor. Es una periodista que dicta
clases de teatro a un grupo de prisioneras (Arias y Ríos), pero a medida que enfrenta
muchas frustraciones laborales que la llevan a hablar consigo misma, su conciencia
(Suárez) la llevará a explorar en su historia personal, los diversos orígenes
de su dolor. El escenario fue móvil e inteligentemente armado. Los chicos de
utilería, totalmente cubiertos de negro, movieron los paneles que delimitaron
los dos espacios en los que suceden los acontecimientos: una habitación donde
la periodista cuida a su madre (Arias) y, por otro lado, la cárcel donde dicta
sus talleres.
De las actuaciones,
destacaron principalmente Gallardo y Arias; esta última, en el rol de una presa
esquiva a la instrucción y la disciplina, en donde destacó su actitud hostil y
autoritaria de manera muy creíble; personalmente, me pareció una actriz con
mucha experiencia, pero sorprendió sobre todo, su segundo rol, como la madre de
la protagonista, que es de un carácter radicalmente diferente. Esta madre fue
parte de las muchas situaciones ficticias dentro del subconsciente de la
periodista, pero se caracterizó por demostrar una personalidad cándida; fue
realmente increíble el manejo del personaje por parte de Arias. Por otra parte,
Gallardo destacó por la claridad de sus intenciones; no fue un personaje fácil,
pues fue una periodista que se enfrenta a una actitud hostil y además, tiene
que descubrir que su historia personal con su padre (Flores) está llena de
abuso y dolor. En ese sentido, la actuación de Gallardo fue particular, porque
mantuvo la energía, llegó a empatizar con el público y no se notó
sobreactuación.
El resto de actuaciones, si
bien no fueron convincentes del todo, sí destacaron por su claridad y por el
gran esfuerzo colectivo y de sincronización. Fue impactante la escena final,
por los efectos de las luces, que lograron simular un viaje por la memoria de
la protagonista, el que demostró un buen entrenamiento en el arte del Teatro
Físico. Felicitaciones a la producción y muchos éxitos para todos los
intérpretes en sus carreras actorales.
Enrique Pacheco
21 de marzo de 2020
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