Asuntos fraternales
Nuestro hermano, comedia del dramaturgo español Alejandro
Melero, tuvo su estreno oficial en nuestro país como parte del
Circuito Teatral de Proyectos Finales de Artes Escénicas 2014, presentado por alumnos
de la Especialidad de Artes Escénicas de la Facultad de Ciencias y Artes de la
Comunicación de la PUCP. La obra viene presentándose actualmente en el
escenario del Teatro Mocha Graña, rebautizada como Y ahora… ¿Qué hacemos con
Jacinto? bajo la dirección de Marcos García Tizón, pero con una marcada inclinación
hacia el contenido dramático que la historia ofrece: tres hermanos, que ante la
repentina muerte de su madre, deben repartirse la fortuna entre ellos. Teresa (Lilian
Nieto) es una frustrada esposa y madre de familia, María (Amparo Brambilla) no
logra establecerse emocionalmente ni terminar el libro que viene escribiendo y Jacinto
(Cristhian Palomino) es un joven con habilidades especiales que pasó los
últimos años al lado de su progenitora.
El giro dramático propuesto por dirección se logra en gran
medida por el excelente contrapunto entre las actrices. Nieto compone un mundano
personaje, con desesperación contenida para lograr su lucrativo objetivo;
mientras que Brambilla es convincente en su incertidumbre personal. A destacar
también el esforzado trabajo de Palomino, quien no se amilana ante sus enormes
compañeras de escena, alcanzando momentos divertidos, pero también muy sentidos.
La trama permite además reflexionar sobre los (anti)valores familiares, además
de cuestionar la manera de convivir con personas en situación de discapacidad.
Como toda familia, las discusiones, malas decisiones y numerosas culpas
aparecen intermitentemente, generando conflictos que son resueltos de la
particular manera en que estos tres hermanos, tan disímiles entre sí, pueden
hacerlo.
Eso sí, la energía y convicción de las actuaciones hacen
disculpar la evidente diferencia de edades entre hermanas y hermano. García
Tizón logra recrear hábilmente los diferentes ambientes de la casa de la madre
difunta, con el efectivo uso de tres biombos rotatorios y unos cuantos muebles.
Los frecuentes chispazos de humor sí están presentes en el montaje, aliviando la fuerte
carga emocional de estos tres disfuncionales hermanos. Esta puesta cambia el
registro original del texto de Melero por uno más emotivo y desgarrador, permite
el lucimiento de su trío de actores y además, pone sobre el tapete un tema tan
controvertido como la capacidad de decisión que tienen justamente, aquellas
personas con discapacidad intelectual. Las fotos promocionales acaso no
anticipan el drama que se desarrolla en el escenario. Y ahora… ¿Qué hacemos con
Jacinto? es una historia muy humana que bien vale la pena apreciar.
Sergio Velarde
17 de noviembre de 2019
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