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miércoles, 13 de noviembre de 2019

Crítica: VAMPI 2: PULGOSO AMOR


Vampiros espontáneos

Cientos Volando, la productora del montaje, acierta cuando anuncia que ellos realizan Teatro no convencional. Definitivamente, el espectáculo de Vampi2: Pulgoso Amor, dirigido por Grace Humire, destaca por el desarrollo de sus acontecimientos, que al principio pareciesen que se trata de un espectáculo de impro, y en otros momentos, solamente como una explosión de emociones de movimientos, pero que cautivan todo el tiempo, de tal manera que el entretenimiento está garantizado.

Con Juan José Oviedo (quien también es el dramaturgo) como el Conde, Percy Velarde como el asistente, Javier Quiroz como Tony, Patricia Pachas como la asistenta social y Yamile Caparó como Dolores.

El Conde recibe a los asistentes con unas notas musicales de piano algo desordenadas, pero que generan muchas risas, así como su voz. La escenografía es de estilo gótico, asemejando el salón principal de un palacio antiguo donde la tonalidad oscura era lo que más destacaba. Por otro lado, por momentos, se hizo uso de un gigantesco ecran para visualizar imágenes para contextualizar la historia: el Conde, el asistente y Dolores son una serie de personas que habitan este palacio antiguo y a pesar que nada los une, viven como en familia. También, la incursión de un gato-mariachi, Tony, quien se enamora de Dolores y levanta desconfianzas y celos por parte del Conde. Además de la intromisión de una acuciosa asistenta social, quien quiere llevarse a Dolores, por ser muy menor.

Los vestuarios son muy creíbles y bien confeccionados, pero acaso un elemento que falta en este espectáculo para la familia sea la música y el canto en vivo, así como bailes o coreografías con los personajes.

Todos los actores destacan por igual, pues siempre están dialogando y generando sensaciones de impresión por sus movimientos o sus voces entre el público, lo cual es atractivo. El espectáculo en general es bastante dinámico, en el sentido que siempre sucedía algo. Tal vez ese sea el sentido de lo no convencional, pues no se percibe una narrativa lineal de sucesos. Aunque siendo objetivos, desde un punto de vista de espectador adulto, puede ser como una explosión de acontecimientos muy rápidos, uno después del otro, y a veces con poco sentido narrativo, ya que a veces aparecían interrogantes como, por ejemplo, ¿por qué Tony no lucha por el amor de Dolores? o ¿quién es la asistente social, que más parece una detective? Sin embargo, para el espectador infantil esto es muy efectivo, pues precisamente por esa lluvia de acciones que nunca se detiene, los niños están concentrados y entretenidos.

En los espectáculos para la familia y, tal como siempre lo menciona Ismael Contreras del grupo Palosanto, los niños no entienden aún la convención teatral de no interrumpir a los actores y es muy común su intervención en escenas a través de gritos o interrumpiendo algunos diálogos. Sin embargo, en Vampi 2: Pulgoso Amor no sucede eso; de hecho, los niños se mantienen muy atentos y sorprendidos de felicidad por lo que ven; esto es algo muy bien logrado por la producción y es de felicitar.

No es la primera producción de Cientos Volando, pero ojalá que no sea la última. Finalmente, la propuesta teatral fue muy buena, pero solo recomendaría incluir el canto o música en vivo, pues esto siempre deja una marca principal en cualquier montaje.

Enrique Pacheco
11 de noviembre de 2019

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