Una vez más, Chéjov
Un clásico del teatro universal escrito por el dramaturgo
ruso Antón Chéjov, El jardín de los cerezos, es una pieza que sigue encontrando
vigencia en las tablas de la actualidad. La Escuela Nacional Superior de Arte
Dramático la montó en el
Teatro Roma, bajo la dirección de Jorge Sarmiento y las actuaciones de Pilar
Brescia, Ricardo Combi, Carlos Vértiz, Rafael Hernández, Marcia Romero, Nany Rodríguez,
Juan Gerardo Delgado y Lorena Reynoso, entre otros.
La pieza cuenta la historia de una familia aristocrática
rusa de fines del siglo XIX, que se encuentra en medio de una crisis económica.
Esta situación puede resolverse si venden en parcelas el llamado “jardín de los
cerezos”. El mismo, además de ser una importante fuente de ingresos, simboliza
el legado familiar de cuatro generaciones, razón por la que no están dispuestos
a sacrificarlo.
La propuesta de Sarmiento está pegada a una tendencia
realista, dado que hay una elaboración muy sofisticada y detallada de la
escenografía y la caracterización. La interpretación del elenco, si bien hubo
un buen trabajo, no había uniformidad en el resultado final. Había una
diferencia de “estilos” de actuación.
Podíamos ver a un par de mucamas en un código distinto al de otro personaje en
escena. Estos elementos eran confusos, pues no aportaba a redondear la
propuesta escénica. Sin embargo, la caracterización fue un elemento
importante, cuya propuesta estética aportó a la contextualización de la obra.
El jardín de los cerezos nos refiere a temas como el valor
de lo esencial de las relaciones entre el hombre y el universo. El jardín es un
símbolo que evoca a que lo simple y sencillo de la vida, como los vínculos, son
lo que realmente termina importando. El jardín de los cerezos es todo lo que
queda a esta familia, junto con todos los recuerdos y la historia familiar de
generaciones pasadas que vivieron y construyeron la bonanza económica que tanto
extrañan. El cerezo, una flor de vida breve, simboliza la fragilidad de esta
familia, que termina sosteniéndose solo en el pasado.
Un clásico puede ser tomado como una excusa para indicar o
enfatizar un punto en especial. En el caso de este montaje, no me quedó claro
qué quiso decirnos en esta versión. Si bien fue un buen trabajo artístico y
técnico, no encontré una conexión clara con el contexto actual. Definitivamente
la uniformidad de los códigos utilizados en una obra como esta son relevantes
para redondear la puesta en escena y ubicarla en el tiempo y lugar en el que se está representando.
Stefany Olivos
2 de octubre de 2019
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