Un encierro “casi” irreal
Un misterioso encierro tiene a tres
personas atrapadas en lo que parece ser un juego irreal. Se encuentran bajo el
control de un hombre al que deben convencer de liberarlos. Para lograrlo, deben
elaborar una ‘ingeniosa historia’ y presentarla a su carcelero. Bajo este
argumento se desarrolla la obra “Maribel dice los pieses”, escrita por Alfredo
Bushby y dirigida por Diego La Hoz. Su reestreno tiene lugar en el Club de
Teatro de Lima.
Nuevamente, el Club de Teatro de Lima y
EspacioLibre se unen para trabajar en un montaje que los involucra tanto en la
producción como en la dirección y las actuaciones. Cabe recordar que este año
ambos espacios teatrales y la Asociación de Artistas Aficionados presentaron la
obra “Bagua, ni grande ni chica”, texto póstumo de la recordada Sara Joffré (cuyas
funciones volverán por un corto periodo en octubre).
Ahora bien, la historia de “Maribel dice
los pieses” nos muestra a tres personajes luchando por su libertad: Charlie
(Paco Caparó) es un hombre sencillo, que revela su carácter en momentos de tensión;
por su parte, Begonia (Eliana Fry García-Pacheco) es una mujer segura y de
carácter fuerte, que aprovecha sus encantos para conseguir lo que quiere; y finalmente,
Aurelio (Karlos López Rentería) es un muchacho tímido y creativo, pero con
muchas ganas de rebelarse. Sometidos al encierro bajo las mismas reglas, son
controlados por medio de fármacos, y el argumento que podría liberarlos desvelará
más de una verdad acerca de ellos mismos.
El escenario está acondicionado para que
los espectadores se distribuyan en tres ángulos distintos; en medio de estos,
se encuentra una estructura cuadrada, cubierta en los lados por cortinas
transparentes (que aluden al encierro). Dentro del cuadrado están los actores y
el resto de la escenografía, compuesta por sillas, espejos y un teléfono, como
elementos resaltantes. Aunque en buena parte de la puesta las cortinas están
cerradas y el público puede ver lo que sucede a través de ellas (lo cual es
complicado pese a la distribución de los asientos), este detalle se justifica,
pues la atmósfera recreada junto al juego de luces donde predominaba el
amarillo-naranja, fueron detalles acertados, que además, enriquecieron la
interacción con los asistentes.
El pequeño universo escénico que se revela
a través del montaje, coincide ampliamente con la esencia del texto, que nos
acerca a una suerte de juego de poder y dominio, versus la resistencia y el
hartazgo. Este juego se presenta como algo irreal e ilusorio; sin embargo, confronta
a seres humanos que deben reconocerse a sí mismos viendo primero al otro. Otro
matiz que se evidencia es la todavía presente división de clases, la misma que
sale a relucir en medio del conflicto que se desencadena por la historia que
empiezan a crear los personajes.
“Maribel dice los pieses” deja a la
imaginación de cada quien su propio final, tal vez como símbolo de esa libertad
tan realista como utópica que perseguían Charlie, Begonia y Aurelio; encarnados
por actores comprometidos y de alto nivel. Sin duda, la obra nos permite
identificarnos de una u otra manera como una sociedad que todavía tiene mucho
camino por evolucionar.
Maria Cristina Mory Cárdenas
13 de setiembre de 2019
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