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martes, 16 de abril de 2019

Crítica: YERMA

Poética femenina en escena

Yerma ha sido estrenada el 2 de abril en el Teatro La Plaza de Larcomar y se mantendrá en temporada hasta el 4 de junio, de jueves a martes a las 8.00 pm. y los domingos a las 7.00 pm. Sobre la sinopsis -“Yerma anhela tener un hijo con Juan, su marido, y no puede; siente que ser madre es el único camino para sentirse una mujer completa”- que a través de la mirada de Nishme Súmar, la directora, nos dice que “se buscó entender desde qué lugar escuchamos la voz de las mujeres en la actualidad y desde donde siguen disputando el derecho a decidir sobre sus vidas y cuerpos”.

Yerma es una obra del gran Federíco García Lorca (poeta y dramaturgo español), que en similitud que cualquier tragedia griega escrita por Eurípides, presenta a esta heroína, o en el caso de Yerma, “anti-heroína” para la moral de una época. La cual ha sido “víctima” de la presión social, llevándola a forjar la idealización de su identidad como mujer en relación solo a la función reproductiva o “materna” de la mujer. Entre otros subtemas, tenemos la satanización del deseo de la mujer, la moral, etc. Esta obra, en la dirección de Súmar y asistencia de Telmo Arévalo, ha logrado una propuesta de mucha poesía y mucha sensibilidad. El montaje es un trabajo cargado de energía femenina, que logra conmover y deleitar con su estética, y cuyo mínimo detalle ha sido tomado en cuenta. El elenco de actores cuenta con Urpi Gibbons (Yerma), Haydeé Cáceres, Irene Eyzaguirre, Vanessa Vizcarra, Trilce Cavero, Julia Thays, Muki Sabogal, Rina Corzo y Adelaida Mañuico (coro de mujeres del pueblo) y dos hombres, André Silva (el esposo) y Alejandro Villagomez.

Debemos resaltar el gran cuidado y sensibilidad con el que la obra fue abordada, que se deja ver desde la pequeña instalación, realizada en el foyer del teatro, donde se cuelgan ropas blancas de mujer (que pertenecen a una época) bordadas con fragmentos del texto, recibiendo al espectador e introduciéndolo en la temática y la sensibilidad de la obra. Las composiciones escénicas están compuestas de imágenes exquisitas que deleitan del solo observarlas, y a ello debemos sumarle el gran trabajo de cada una de las actrices, dentro de los cuales podemos resaltar el bello trabajo de Muki Sabogal dentro del coro, sobre todo su actuación en la escena carnavalesca y ritual que aborda con una gran poesía. Imposible no felicitar también a Urpi Gibbons, quien realiza un excelente trabajo encarnando a Yerma. Además del trabajo de todo el elenco que han tenido un impecable desempeño, la musicalización en vivo, así como el acompañamiento de canto coral de algunas escenas realizada por los actores fortalecían la sensibilidad de la estética.

De la dirección, debemos señalar el excelente uso de los recursos, escenografía, luz, música en vivo, pero sobre todo composición, que ha sido uno de los fuertes de toda la obra manteniendo la esencia poética de los textos de Lorca. Dentro de muchas de las decisiones de dirección está la escenografía en semicírculo, junto con esas paredes de barro separadas que suman tanto para el ritmo de las escenas y en la funcionalidad de los cambios espaciales de la obra, pero que además aporta al significado de la temática de la obra: “la presión social que ejerce la sociedad en un hogar desestructurando sus cimientos, así como la elección de colores tierra que se vincula a la aridez que Yerma creía tener”.

Por otra parte, la función de un coro no es solo como propuesta para desarrollar las canciones de la dramaturgia, sino la labor de este coro de mujeres del pueblo que se imponía influyendo en la vida de una pareja, destruyendo un hogar. La elección de la directora que este coro haga en algunas escenas, de los propios pensamientos y deseos reprimidos de esta mujer; y al mismo tiempo, sean estas mujeres de pueblo la que la critiquen y la repriman, deja ver la doble moral que es un tema que va más allá de géneros y que suele repetirse en una sociedad machista como lo es Perú, donde uno de los opresores también son las mismas mujeres. Si existe un detalle que no ha quedado claro, es el uso del idioma quechua en algunos cantos cuando en todo momento no se da mayor referencia ha ello, ni en la estética ni vestuario. Podemos deducir con ello, que la directora intentaba contextualizarlo en el Perú durante pequeños momentos que sin embargo, no se dejan ver desde el inicio, ya que respeta mucho la dramaturgia. A pesar de ello, este recurso no rompe la poesía, ni molesta en el montaje. Debemos señalar que las escenas rituales fueron las que pintaban de mejor manera este color local que se intenta incluir.

Otro intento de evidenciar la actualidad de la obra en el hoy fue la propuesta final, en donde las actrices del coro se cambiaron a sus ropas de calle y se presentan observando la última escena de Yerma con su esposo. Un recurso que si bien marcó un final con mayor peso escénico, no era necesario a mi parecer subrayar la actualidad de la obra. Si bien estos recursos no terminan de tener sentido mayor dentro de la propuesta, que la de resaltar y reforzar el tema y la contextualización de la obra, están introducidos de una forma que no rompen abruptamente con la propuesta y puede seguirse un hilo conductor de inicio a fin.

Más allá de ello, la obra mantiene una belleza visual y un gran trabajo actoral de los que deberían ser testigos, desde la música en vivo, la luz y cada elemento elegido hasta detalles que dejan ver la limpieza de la puesta. En verdad Yerma ha sido una obra que recomiendo asistir, no solo por la temática, sino más allá de ella: la limpieza, la sensibilidad y la buena dirección de esta obra. La buena noticia para todos es que tienen hasta el 4 de junio para asistir, y gozar de una gran dramaturgia, dirección, actuaciones y montaje. Les recordamos que las funciones van de jueves a martes a las 8 pm y domingos a las 7 pm.

Kiara Castro
16 de abril de 2019

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