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jueves, 18 de abril de 2019

Crítica: LA GRIS


Una mirada al futuro

Ya en la crítica de Intimidad atómica (2019) se mencionaba el reto que le representa a cualquier puesta en escena que decida adentrarse en la ciencia ficción o en contextos futuristas o distópicos: el trasladar al público a otros universos en los que las reglas políticas, sociales o culturales sean diferentes y que además, resulten creíbles, constituye una empresa que debe ser abordada por la dirección y la producción de una obra teatral con mucho cuidado y estilo. En el caso de La Gris, creación colectiva de un grupo de alumnos ya egresados del Club de Teatro bajo la dirección de Paco Caparó, se puede afirmar que dicho reto fue superado con creces y que acaso constituyó su principal fortaleza, por encima de su sencilla historia y las tibias aunque esforzadas actuaciones todavía por pulir del elenco.

Continuando con la feliz decisión de arriesgar en cada montaje que realiza con sus alumnos, Caparó puso a prueba a su joven elenco, esta vez, dentro un contexto en completa oposición a nuestro actual status quo: las mujeres han tomado el control total de la sociedad, reduciendo a los varones a simple carne de cañón para fines reproductivos o de entretenimiento. En este paradójico futuro, los egresados Andrea Medina, Thalia Castillón, Adriana Salas, Gina Quezada, Edith Rodriguez, Amelia Vento, Cristina Lara, Cristina Williams, Melissa Contreras, Sandra Makishi, Jiam Perez, Iván Avilés, Joan Segura y Ramón Caballero defendieron personajes bien bosquejados, en medio de sesiones de tortura con hombres desnudos y relaciones lésbicas entre las chicas recias y superadas.

La trama giraba en torno a los excesos cometidos por las chicas y a la previsible rebelión por parte de los varones, que confluyeron en una oportuna reflexión acerca del equilibrio y la tolerancia en nuestro mundo actual, todavía preso de tóxicas dependencias, acosos y discriminaciones hacia el género femenino. A destacar el diseño de producción (con proyecciones múltiples y efectos de sonido y luces), el vestuario y el maquillaje, que nos trasladaron hábilmente a esta posible realidad de pesadilla. Bien por la entrega y valentía del elenco en general al abordar temas contemporáneos y tan necesarios de mostrar. Pisándole los talones a Aquí no hay lugar para unicornios (2018), otro efectivo ejercicio escénico en el Club de Teatro de Lima, La Gris demostró las infinitas posibilidades para crear múltiples universos, utilizando con sabiduría y creatividad el apartado técnico.

Sergio Velarde
18 de abril de 2019

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