La buena música de Charlie Brown
Función 20/04/2019
Este montaje dirigido por Henry Gurmendi se
presenta en el Teatro Mario Vargas Llosa, en donde un grupo de actores muy
jóvenes, a excepción de Armando Machuca, presentan este trabajo.
Una dramaturgia múltiple, que no tiene un
objetivo único, hace que este trabajo esté fragmentado dramatúrgicamente, ya
que se presenta diversas “escenas” que cuentan anécdotas de Charlie Brown como
si fuera una tira cómica; es por eso que las múltiples historias no se cierran
y crean algunos vacíos dramáticos.
Con respecto a la disposición de la
escenografía, hay un problema terrible en la ubicación de la casa de Snoopy,
casi en el centro del escenario, reduciendo así el espacio para el
desplazamiento de los actores. El trabajo de los cubos dinamiza el escenario
para las múltiples historias. Se usa como telón de fondo la proyección que no
cumple su objetivo, porque la casa obstaculiza su visión.
Los vestuarios y maquillaje siguen los
planteamientos estéticos de los que se hacen en Broadway, casi no hay propuesta
original.
La caracterización de los personajes,
basados en el cliché, funciona muy bien con las actrices, porque han logrado
una voz y energía de acuerdo con los personajes asignados; caso contrario al de
los actores, que no lo han logrado. Charlie Brown no convence, porque intenta
solo asignarle una forma de caminar que al inicio funciona, pero luego se va
desdibujando; Machuca, usando su repertorio gestual característico para
componer a un perro “claunesco”, tampoco. Todos los actantes gritan y eso
perturba al público, porque el micrófono se acopla; eso es muy frecuente,
especialmente en los coros. Por otro lado, el trabajo en los solos es ejecutado
muy bien.
El otro show es de los músicos, que
componen la sonoplastia y música para todo el montaje, es una delicia verlos
atentos, entrar en el momento preciso y comprometerse con el trabajo. Se
hubiera encontrado otra forma de ubicarlos para que ese espacio sea usado por
los actores y desarrollar mejores coreografías en todo el espacio, ya que el
director sabe hacerlo muy bien. Ellos estaban arrinconados entre el fondo del
ecran y la mala ubicación de la casa.
Algunas características del teatro musical son
la grandilocuencia de lo épico, en el que los protagonistas tengan un cuerpo de
baile que refuerce lo que el canto dice; otro es que la escenografía no está
basada solo en poner patas y un fondo; también en la aparatología escenográfica,
que permita crear el espacio adecuado y la transitabilidad de los actores, para
que las coreografías y cantos sean verdaderamente un lenguaje escénico al
estilo del teatro musical; y por último, el lenguaje visual bien planteado, sobre
todo en las puestas para niños y toda la familia, que debe estar bien planteado
en todos los montajes.
Por último, se sugiere no apagar el aire
acondicionado durante la función y evitar las demoras para iniciar.
Dra. Fer Flores
21 de abril de 2019
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