“Un director debe organizar la creatividad de los actores”
Acaso una de las cualidades que debe tener inevitablemente
cualquier artista sea la de la perseverancia. Cualidad que es pertinente
atribuirle a Henry Sotomayor, joven teatrista, que a pesar de su corta edad, ya
cuenta con varias interesantes experiencias en su haber y que resultó ganador
del premio del jurado de Oficio Crítico como mejor actor de reparto en Drama por Los charcos sucios de la ciudad (2018), pieza escrita por Mariana De Althaus y dirigida por
Haysen Percovich. “Empecé a los 14 años de manera amateur, en talleres por mi
barrio; luego postulé a la ENSAD y llevé cursos con Jorge Eines y José Sánchez
Sinisterra”, explica Henry, quien es actor, dramaturgo, director y gestor de su
propia compañía de teatro La Mayu. “Entré de manera directa a la ENSAD; en
aquellos tiempos, tenías que hacer una escena con alguien y me asignaron a una
chica que estaba ahí. Mi jurado creo que fue Carlos Acosta, Juan Arcos, Daniel Dillon
y Margarita Ludeña; mi compañera sí pasó, pero no terminó la carrera”.
Primeros maestros y montajes
Henry tuvo en la Escuela a solo tres profesores de
actuación, quienes le trazaron el valioso camino que tenía que recorrer en
solitario y que viene desarrollando de manera ininterrumpida. “Acosta me enseñó
la disciplina y la rigurosidad en el trabajo; Guadalupe Vivanco, a concebir la
creación colectiva; y Dillon, a estar presente y tener escucha hacia mi
compañero”. En Dramaturgia, tuvo nada menos que al gran Sergio Arrau, quien le
hacía escribir y actuar las pequeñas escenas que íba escribiendo. “Eso nos
ayudaba a entender qué servía y qué no, le tengo mucho cariño; luego estuve con
Claudia Sacha, pero fuera de la Escuela”. Y en lo que respecta a Dirección,
Henry tuvo inicialmente al maestro Leonardo Torres Descalzi. “Él nos dio
nociones teóricas, y aprendí también por fuera de la Escuela en los talleres de
Acosta y de Diego La Hoz”.
Como parte de sus últimos aprendizajes en la ENSAD, Henry participó en El zoológico de cristal de Tennesee
Williams. “La tesis la realice con esa obra, fue una tesis actoral; para esto,
ya la habíamos hecho en octavo ciclo”. Todavía como estudiante, participó en la
puesta en escena de ¿Qué hiciste Diego Díaz? de Cristián Lévano, con la que
viajó Chile a un festival internacional; y ya prácticamente egresado, en
Cacúmenes de Alejandro Alva, en la que compartió escena con Mayella Lloclla,
Ximena Arroyo y el primer actor Enrique Victoria, entre otros, en la AAA.
Las artes escénicas
“Pienso que un buen actor de teatro debe tener mucha escucha”,
afirma Henry. “Debe saber escuchar al compañero y al director; tener mucha
humildad para saber aceptar lo que ellos plantean; y saber particularizar,
poder especificar cada detalle, movimiento y cada gesto”. Agrega que es
importante que un actor debe tener el conocimiento de la totalidad del producto
teatral y no solo su “parte”, pues de esa manera se entiende la propuesta en
conjunto. “Es importante ver y darse cuenta qué es lo que hace cada uno y así entender
cuál es nuestro rol en esa obra”. Henry sí cree en el talento y en las personas
que lo tienen. “Pero no te conduce a grandes cosas, si no lo trabajas; conozco
gente no tan “talentosa” que ha logrado cosas increíbles y me he quedado
admirado de su trabajo; yo prefiero trabajar con personas que trabajen a aquellas
que se valen únicamente de su talento”.
Por otro lado, para Henry, un buen director es aquel que “sabe
hacia dónde quiere llegar, por lo menos en cómo intuir el camino, hacia dónde
se conduce; no creo en directores que no saben qué hacer cuando llegan al ensayo, a menos que haya una confabulación
con los actores o se trate de un laboratorio”. Afirma también creer en aquellos
directores con las cosas claras, pero muy abiertos a la modificación que
puedan provocarle el trabajo de sus actores.
“Un buen director debe saber organizar la creatividad de los actores, pues ellos
proponen mucho material artístico, decidir qué queda y qué no, y concretar un
buen producto”. Por último, refiere que debe tener empatía con todos, para
generar así un producto saludable. “Es por eso que debe tener buen ojo al
momento de elegir a los actores”.
De nuevo, los charcos
El nuevo reestreno de Los charcos sucios de la ciudad, ya
convertida en clásico de la dramaturgia nacional, nació durante la temporada de
Perséfone (2017), escrita y dirigida por Dillon, en la que Henry actuó al lado
de Percovich. “Entre conversaciones, surgió la idea de la obra y yo le dije que
si se hacía, quería hacer el papel de Juani; Haysen quería que fuera Lolo, pero
yo lo convencí”, recuerda Henry, quien se sintió muy identificado con este
complejo personaje. “Juani hacía cosas que yo no hago en la vida real: no soy
borracho ni coquero, nunca he agarrado una pistola, ni he amenazado con una
navaja y mucho menos asesinado a
alguien; me fascinaba la idea de involucrarme en esa realidad; además, me
recordaba a un primo que estaba en pandillas y que fue asesinado”. Su trabajo
fue una buena construcción de un personaje extravagante, salido de foco, pero
con una sensibilidad oculta. “Me divertí mucho con todo el elenco de la obra”,
recuerda Henry, quien estuvo acompañado por los también nominados María del
Carmen Sirvas y Emanuel Caffo. “Fue un grupo humano bien agradable”.
Actualmente, el perseverante Henry se encuentra en temporada
en el Museo de Arte de Lima, dirigiendo la obra Salamakuki, propuesta escénica
de La Mayu, dirigida a bebés y niños hasta los 6 años, que combina música en
vivo, magia, teatro y malabares, con la participación de Marco Flores, Luisa
Caldas y Beto Caycho. “En mayo presentaré una obra que no tiene nombre aún,
pero está basada en el personaje de Mercutio de la obra Romeo y Julieta, que co-escribo
junto a Jorge Bazalar; y en junio, repondremos la obra Cinco, en la salita ENSAD”,
concluye.
Sergio Velarde
7 de marzo de 2019
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