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martes, 26 de marzo de 2019

Crítica: ESPEJOS INVISIBLES


La obra de teatro es la eterna presencia ausente

Cuer2 Teatro, celebrando sus 20 años de fundación, ha tenido el agrado de presentar su reciente obra, “Espejos invisibles”, la cual tuvo una corta temporada en el auditorio de La Casa de la Literatura Peruana, llevándose a cabo los cuatro domingos del mes de marzo a las 6.30 pm. Obra desarrollada bajo la dirección y dramaturgia de Roberto Sánchez-Piérola; en la asistencia de dirección: Martín Vargas y ha contado con las actuaciones de: Josué Guzmán y Diego Torres.

Como bien señala la sinopsis, la obra explora “cinco maneras de preguntarse por la ausencia del Otro, cada actor (solo en escena) asume caminos diferentes para enfrentar, desde la soledad, el dilema y la dificultad del encuentro con el Otro”.

Un montaje variado que alterna entre el humor y la angustia a partir de una propuesta lúdica despojada de la solemnidad del teatro convencional. Tal como se menciona, esta es una obra dinámica que explora en la dificultad de no ver al otro, como una extensión de uno mismo; lo que genera la dificultad del encuentro con este otro y la sensación de vacío que genera el deseo imposible de conocerlo. La temática de la ausencia es desarrollada través de diferentes situaciones que conduce a los actores desde la narración, a una dinámica de construcción y deconstrucción del otro ausente desde el “yo” presente.

Una obra arriesgada, ya que elimina del teatro la mayor cantidad de artificios presentándose desde el inicio como una propuesta minimalista; cuya elección aportó dinamismo al collage de historias y citas que forman parte de la dramaturgia construida por el mismo director (Roberto Sánchez Piérola). La obra conduce al espectador desde la angustia hasta el humor negro, el lenguaje coloquial elegido para las actuaciones aporta al contacto directo con el público. Es importante señalar que la propuesta se sostuvo todo el tiempo en la narración activa, desarrollando la relación actor- espectador (emisor y receptor) de manera lúdica.

El tema de la ausencia por otro lado, está presente no solo en el texto dramático; sino en la organización de la escritura espacial de la obra: dos jóvenes actores junto con su director presentan la obra narrando todo lo que sucederá y lo que se verá a lo largo de la función, luego de ello el director sale del foco de la escena. Por otro lado, los actores van rotando narraciones durante cinco momentos en donde solo uno de ellos tomará la posta de la acción, cada uno desde su soledad intenta hablar sobre la ausencia. La obra explora en cinco momentos diversas posibilidades de ausencias; desde el yo, desde la presencia ausente, el rechazo y conflicto con el otro y la necesidad o angustia que genera el vacío que deja la ausencia del otro.

Esta propuesta al estilo del gran director Tadeusz Kantor, descubre no solo el espacio y los artificios teatrales, sino que nos remite al proceso de creación de la obra, incluyendo al director en escena, que se vuelve ausente dejándoles la posta a los actores. Sin embargo, este no desaparece del todo ya que introduce a lo largo de la obra, desde su voz, pequeñas citas de diferentes autores (filósofos, literatos, dramaturgos, etc.) guiando ahora al espectador, a lo largo del tiempo real de la obra. Las citas, además de tener la función de transición y organización de las escenas, logran un efecto de distanciamiento, proporcionando un momento de reflexión en el espectador a lo largo de los diferentes conceptos con los que está construido el discurso dramático de la misma.

El meta-teatro en la obra se puede observar desde la pequeña crítica sobre el teatro convencional, los actores y los aficionados que se desarrolla de manera burlesca en uno de los cinco momentos de la obra. Este es uno de los temas que también están presentes en la propuesta, manteniendo así la coherencia con la estética elegida por el director.  

Sobre las actuaciones, se puede señalar en primer lugar que ambos actores jóvenes aportaban frescura y ligereza a la obra, dentro del lenguaje cotidiano elegido. Ambos, además, sostienen y defienden sus narraciones a un muy buen nivel, logrando en conjunto un correcto ritmo a lo largo de la obra; necesario para la eficacia de los gags que forman parte del elemento cómico de esta. La construcción del “otro” durante las actuaciones se sostuvo en el gesto (brechtiano) construyendo y deconstruyendo estas “figuras de los otros” desde la soledad del actor en escena.

Por último, la disposición y desdelimitación del espacio del público con el del actor es un factor importante, ya que posiciona al actor a un mismo nivel que el espectador, favoreciendo la conexión durante la comunicación directa del actor (narrador) a su espectador (oyente).  De igual forma la elección de una estética minimalista en la utilería y la cotidianidad de los elementos, aportan no solo a los continuos cambios dinámicos y transiciones de un momento al otro; sino que, además, centran la atención y la carga escénica en las acciones. Por otro lado, la elección de un vestuario cotidiano de colores neutros, al igual que en la utilería, no distrae al espectador de las acciones que son el eje motor de la obra. Además, se debe señalar que la elección de la vestimenta cotidiana funciona en la medida que presenta al actor sin artificios, ni ropajes ajenos a su “yo” desde donde narra; ya que no es su intención la de representar “un otro” al que según la obra no se llega a conocer nunca.

Esta obra es un claro ejemplo de como la esencia del teatro sigue funcionando hoy en día, aún en una sociedad acostumbrada a la artificialidad y espectacularidad en la escena teatral; esta obra demuestra que la esencia del teatro sigue viva; en lo lúdico, la acción y el encuentro del actor con el espectador.  La propuesta nos presenta de una manera divertida un tema tan actual como es “la imposibilidad de conocer al otro”, tema muy presente en una sociedad individualista como la nuestra, donde las relaciones con el otro se crean desde el ego y necesidades personales; generando relaciones inestables y falsas que acaban en la angustia de la soledad. Una obra que debería reponerse para todos aquellos que no han logrado asistir.

Kiara Castro

26 de marzo de 2019

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