Mamá Angélica en escena
Quédense cerca de mí fue
un unipersonal de Marisol Frasaida Mamami Aviles, primera producción de Fértil
Teatro. La puesta en escena representó la búsqueda de los familiares
desaparecidos en los años 80s, bajo el liderazgo de la conocida “Mamá
Angélica”, activista por los derechos humanos y fundadora de la Asociación
Nacional de Familiares Secuestrados, Detenidos y Desaparecidos del Perú
(ANFASEP). La obra se basó en historias de mujeres que han sufrido pérdidas de
este tipo, utilizando códigos desde la performance hasta el teatro intermedial,
dando la impresión de un gran collage escénico que invitaba a un viaje
sensorial del espectador a través de lo que la actriz iba contando.
La obra fue realizada en un espacio íntimo, pequeño y sin
butacas: la consigna era que los espectadores se sentarían en el suelo y debían
moverse por el espacio según corresponda
la convención que la actriz proponía. Para que esto funcione, debió haber
determinación y claridad de parte de la actriz al momento de indicar esos
cambios; sin embargo, no fue así. El montaje estuvo acompañado de proyecciones
de imágenes y videos que, con el movimiento de la gente, no podían ser
completamente apreciados: el movimiento del público saboteaba las proyecciones
y eso era por un manejo deficiente del espacio. Esto provocaba un
distanciamiento con lo que la obra buscaba transmitir: un ambiente íntimo, de
reflexión y viaje sensorial.
La interpretación de Marisol Mamani fue contradictoria. Se
intentó abarcar una serie de momentos distintos entre ellos, con imágenes y
símbolos que por separado eran interesantes. Sin embargo, el engranaje de cada
momento fue confuso, de modo que no se percibió una estructura clara en la
propuesta de montaje. No hubo cuidado en el trabajo de hilar cada uno de estos
momentos que habrían podido funcionar mejor si, desde la interpretación actoral,
se hubiese tenido más conciencia de unidad. Existían “códigos” corporales que
la actriz utilizaba para iniciar y terminar un momento de la puesta en escena
que no fueron constantes y creaban confusión.
El mundo de mamá Angélica estuvo presente, pero sin mucha
especificidad. No se llegó a profundizar
en los aspectos que la puesta en escena proponía. Había demasiada generalidad
desde la interpretación actoral hasta las situaciones que se representaban.
Esto colaboró a que el montaje en sí no tuviese unidad propiamente. La
propuesta era interesante; sin embargo, no fue lo suficientemente asumida y
concebida escénicamente. Cuando se toman elementos tecnológicos en una puesta
en escena, es necesario un cuidado extremo por hacerlo dialogar con los demás
elementos dentro de la representación. La música fue un acompañamiento atinado
que sensorialmente ayudaba a general la
atmósfera; no obstante, a veces el volumen no dejaba escuchar bien los textos
de la actriz.
La puesta en escena, como propuesta, fue un buen aporte
temáticamente hablando. No es muy común encontrar a Mamá Angélica como
motivación para la creación escénica. Sin embargo, los percances técnicos le
quitaron el peso que pudo haber tenido en el público. Esta obra albergó un
material que, con más cuidado, puede decir verdades necesarias de ser atendidas
acerca de aquel capítulo de la historia que muchos quieren olvidar. Apostemos
por seguir indagando aquella cicatriz social que como peruanos nos corresponde
a todos curar: el conflicto armado y las consecuencias que hasta hoy van
saliendo a la luz.
Stefany Olivos
16 de noviembre de 2018
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