Todos somos
astronautas
El grupo Esperanta es una asociación cultural
cuyo último estreno ha sido Despegue,
una obra que propone un viaje a recordar aquellos anhelos que todos hemos
tenido en la infancia. Santiago está a punto de viajar fuera del país para
hacer una maestría y dar un paso más en su exitosa carrera, pero en la noche de
su despedida un curioso hallazgo entre sus cosas de niño desatará una
inesperada aventura por las calles de Lima, que le dará la vuelta a todos sus
planes.. La temporada se está dando en el teatro Ensamble de Barranco hasta el 2
de diciembre.
La construcción escenográfica estuvo
constituida por elementos que cumplieron la función de situar los cambios de
lugares: un gran panel movible, una serie de formas cuadradas versátiles y unos
dibujos en cartón que detallaban la convención del cambio de espacio. El
vestuario en esta obra cumplió con la labor de redondear la imagen de los
personajes debido a la especificidad de selección de prendas y colores. Los
cambios de escenografía estaban a cargo de los mismos actores, por lo que se
necesita una ruptura clara entre el fin de la escena y la transición a la
siguiente. Sin embargo, no había un código de transición claro por parte de los
actores, lo que provocaba desconcierto al espectador: establecer una pausa o
una postura neutral como convención, le podría haber dado más orden a la puesta
en escena.
La propuesta de construcción de personajes no
estuvo clara durante toda la obra. Hubo momentos durante la puesta en escena en
los que los textos no se entendían o el volumen de voz apenas llegaba a las
últimas filas del público. El trabajo y la apropiación de texto no fue
constante, no hubo especificidad y se notaba desconexión entre los actores y
sus líneas en algunos momentos. El texto fue un problema no solo desde la
interpretación, sino también desde la dramaturgia. La obra escrita no contaba
con una serie de estrategias variadas para cada uno de los personajes; es decir,
lo que cada personaje hacía para lograr su objetivo no contaba con matices
propios de la urgencia que se va desarrollando hacia el final. El texto no
albergaba justificaciones tan fuertes o variadas para las decisiones que
cada personaje tomaba; por consecuencia,
esta inconsistencia se verá reflejada necesariamente en la puesta en escena, lo que en el caso de Despegue provocó un producto escénico
mayormente plano, sin muchos quiebres propios de una historia como la que
propusieron tan llena de aventuras.
Hablar de los sueños y de quiénes somos aquí y
ahora es siempre necesario. El paso a la adultez siempre causa estragos,
preguntas profundas como qué es lo que estamos logrando, qué es lo que somos y
queremos ser. Esta obra es un memorándum para poder tomarnos al menos un
momento en comprobar si lo que hacemos, desde nuestras circunstancias
personales, corresponde a nuestra propia esencia.
Stefany Olivos
26 de noviembre de 2018
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