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sábado, 18 de agosto de 2018

Crítica: LOS MALCRIADOS


La grandeza del minimalismo

La imaginación de una escritora da vida a oscuros personajes envueltos en una tragedia: la muerte de Clarita; entonces, un detective es convocado para esclarecer el hecho. El escenario: un zoológico que esconde más de una verdad y ¿el culpable? Podría ser cualquiera o todos. Bajo estos argumentos se construye la puesta de Los Malcriados, escrita y dirigida por Natalia Arteman, la cual se presentó en el Teatro Mocha Graña.

Un trabajo originado a partir de la creación colectiva del  grupo teatral argentino Familia Diciembre, cuyos miembros se presentan en Lima por una corta temporada. Un montaje minimalista y tenebroso (la proyección de luces y elementos básicos, como una máquina de escribir, evocaban la época en la que se desarrollaba), en el cual la fuerza interpretativa y el vestuario cobran relevancia desde el primer momento, generando una atracción visual en el espectador.

El elenco lo conformaron Santiago Maurig, Silvia Diforte, Luciana Murdocca, Giovanni Oviedo (actor peruano), Diego Li, Mercedes Fittipaldi, Natalia Arteman y Natalia Páez (quien destacó en su rol de Clarita); ellos formaron un grupo compacto, mostrando destreza en el manejo escénico y la construcción de los personajes, proyectando la voz, siempre en tono alto (una particularidad muy notoria). Además, la sincronización y coordinación entre todos se logró y se mantuvo durante toda la presentación.

Volviendo a la puesta, se plantea como hilo conductor de la historia el llamado “Teatro dentro del Teatro” o Metateatro, en donde los personajes están a merced de La Escritora (interpretada por Natalia Arteman), quien conduce la trama y rompe las escenas constantemente, reflejando en el Detective una especie de otro yo, que interactúa con el resto de personajes. Precisamente, en esta interacción la teatralidad alcanza sus máximos niveles.   

Otro detalle es la clara alusión al Cine Noir o Cine Negro (género cinematográfico que tuvo su auge entre los años cuarenta y cincuenta), el cual representa a una sociedad corrompida y violenta, llegando al fatalismo en su visión más extrema. Los Malcriados supone una construcción escénica que parte de las analogías y metáforas dentro de su narrativa, las mismas que sirven para desvelar temas tan pesados como la corrupción, el poder y las clases sociales; ello, dentro de un contexto familiar.

Una obra que apuesta por la combinación de elementos propios del séptimo arte y los traduce en tiempo real, jugando con la ambigüedad del mundo de los humanos y los animales, teniendo como resultado personajes llevados por sus instintos y, a su vez, controlados por sus emociones. Definitivamente, la recomiendo a quienes no pudieron verla y a quienes puedan repetir, estarán presentándose en La Casa Recurso de Barranco.

Maria Cristina Mory Cárdenas
18 de agosto de 2018

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