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miércoles, 11 de julio de 2018

Crítica: RECONSTRUCCIÓN_NOMBRE FEMENINO


El discurso y el teatro

RECONSTRUCCIÓN_Nombre Femenino, presentado en el Centro Cultural José Olaya y dirigido por Paloma Carpio Valdeavellano y Coralí Ormeño Michelena, es una pieza que busca aterrizar sobre los paradigmas sociales que rodean a la mujer peruana de hoy y provocar cuestionamientos sobre el origen de este panorama, que asoma de forma lúgubre e infeliz.

El espectáculo inicia con una serie de monólogos que revelan la intimidad de algunas figuras representativas, como Susana Higuchi o Pilar Nores, ambas vulnerables ante los victimarios Fujimori y García; la primera, en una llamada de auxilio por verse encerrada en su hogar y la última, envuelta en su remordimiento, tras aceptar la infidelidad de su esposo.

Estos relatos, acompañados de material audiovisual alusivo al machismo imperante en las figuras políticas del país y el derroche de violencia contra la mujer que todos reconocemos, sugieren la emancipación de una ideología que ha calado en el quid de cada persona y ha causado un daño histórico irreparable.

Tras este primer momento, la dirección decide alejar el espectáculo de la ficción y propone una exposición o por momentos, un stand up comedy sobre el origen de esta problemática, lo cual contrasta duramente con la seriedad de la primera parte. Poco a poco, la teatralidad se desvanece y desde el escenario, las actrices elucubran argumentos debatibles sobre el porqué de nuestro violento presente. Así, se hace trasparente el mensaje sin el teatro que lo sublimice.

Hacia el final, el espectáculo da otro giro y aparecen discursos autorreferenciales de cada actriz con respecto a sus propios conflictos e historias, y a pesar de algunos relatos conmovedores, poco tienen que ver con la situación social de la mujer en la actualidad, se tratan de mensajes de superación que no evidencian la presencia del machismo.

Así, RECONSTRUCCIÓN_Nombre Femenino, que constituía un discurso reflexivo sobre cómo el machismo trastoca todas las clases sociales, poco a poco, se olvida del lenguaje teatral y se ocupa de evidenciar su mensaje, dejando poco espacio para la autorreflexión.

Bryan Urrunaga
11 de julio de 2018

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