El deseo que envuelve
El Teatro Auditorio Miraflores fue el escenario de Closer, obra
del autor londinense Patrick Marber, esta vez en la versión y adaptación del
director Rod Díaz Sánchez y bajo la producción general de RED Teatro. El elenco conformado por David Otazú (Larry), Karen Cueto (Anna),
Eduardo Bazán (Dan) y Juliet Pacahuala (Alice) tuvo la responsabilidad de darle
vida a estos complejos personajes, que, arrastrados por sus pasiones, se
envolverán en un peligroso juego de mentiras, intrigas e infidelidades,
llevándolos al extremo.
Cabe destacar que esta obra también ha sido llevada a la
pantalla grande en 2004 (Llevados por el deseo, bajo la dirección de Mike
Nichols), reafirmando la inevitable reconfiguración de las relaciones
personales. Volviendo al montaje propuesto por Díaz Sánchez, si bien el texto
original está ambientado en el Londres de los noventa, esta vez se apostó por
adaptarlo a una Lima contemporánea.
Visualmente, el montaje fue bastante simple: los juegos de
luces, sonido y artículos básicos servían de apoyo para la ejecución de las
acciones. La construcción de los personajes en los casos de Bazán y Pacahuala fue
más notorio; en el caso del primero, destacó el curioso acento que trabajó para
el personaje (en ciertos momentos exagerado); la segunda, sosteniendo un
personaje de extremos y dualidades (fragilidad y sensualidad). Respecto a sus
compañeros, tanto Otazú como Cueto estuvieron correctos, manteniendo los
conflictos de sus personajes.
Closer fue una puesta llena de eufemismos, de un lenguaje
fuerte y gráfico, con personajes egoístas e intensos, que buscan refugio en sus
propios deseos. Aquí, resalto el riesgo que el director y el grupo de actores
tomó para contar esta historia, que hacia el final del segundo acto se hacía
tediosa e infinita, quizá por la enorme carga de eventos y desencuentros que se
llevaron a cabo.
En la actualidad, es preciso que el teatro muestre este tipo
de propuestas, no para fomentar determinadas conductas, sino para poner en
evidencia lo complicado que puede ser construir y mantener los vínculos de
afecto, respeto, lealtad, honestidad, etc. entre los seres humanos. Sobre todo,
cuando nuestros propios deseos son los que priman, tornándose difícil reconocer
nuestro lugar junto al otro y por ende, reconocer el amor
cuando se ha encontrado.
Maria Cristina Mory Cárdenas
28 de julio de 2018
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