En busca de la vida misma
¿A quién no le ha pasado que…? ¿Alguna vez
tú…? Al igual que tú, yo… Estas son
algunas de las premisas que muchos directores trabajan al momento de realizar
una obra de teatro, esto logra que el público cree un lazo íntimo con los
actores al momento de la función. Muchas veces, después de una obra, los
actores o directores hemos escuchado frases como “A mí me pasó lo que le
ocurrió a tu personaje”, “Yo tuve una amiga a la que le pasó exactamente lo
mismo” o “Me sentí tan identificado con la historia”.
Pero, ¿por qué se produce este efecto en el
espectador? Algunos lo atribuyen a la historia; otros, a la dirección; y otros,
al quehacer del actor. Siempre me ha hecho mucha gracia la frase “Todo actor
debe ser orgánico”, como si se tratara de un vegetal, pero esta frase cobra
sentido cuando se apela a un quehacer actoral consciente y arduo. Stanislavski
resaltaba la importancia de la preparación previa del actor por la búsqueda del
personaje (sí, la búsqueda), porque el personaje no te encuentra a ti, eres tú
quien tiene que encontrar al personaje, a través de la investigación y la
creación que puede demandar meses e incluso años. Sin embargo, la interrogante
va por cuantos de los actores se toman en serio esta preparación previa y
deciden enamorarse del personaje en el proceso.
Del 20 al 27 de febrero se presentó en una
breve temporada la obra “Cosas de pareja” del grupo Reciclados en el CC. Escenarios,
bajo la dirección de Arturo Cabellos. La obra contaba pequeñas historias que
tenían en común el día a día de una pareja de esposos, Antonio y Beatriz, en su
vida cotidiana, acompañada de un interludio a modo de stand-up a cargo del
director. La obra contaba con un buen ritmo narrativo que demostraba un trabajo
actoral en avance, con intérpretes experimentados, en su mayoría.
Sin embargo, la creación y profundización
de los personajes, esa que nos lleva a la naturalidad, aún necesita mayor
profundización. La obra contaba con historias de fácil identificación, que por
momentos caían en el cliché. Es innegable la facilidad de los actores para la
comedia, así como su talento para ella, pero aún siendo la comedia un género
popular, también requiere que los personajes estén bien marcados en los
detalles, como la dicción, la presencia escénica, etc. De ellos depende una interpretación memorable.
Mención aparte merece la actuación de
Cecilia Hidalgo en el personaje de Beatriz, una actriz con talento y buen
futuro en las tablas, quien asumió el reto de interpretar al personaje en todas
las historias, lo que permitió visualizar un avance en el carácter del mismo.
Sin embargo, es necesaria una mayor complicidad con sus compañeros y mayor
presencia escénica. El papel de Antonio fue interpretado por varios actores, un
riesgo escénico que es resaltante. Esto permitió tener un panorama distinto de
un personaje interpretado por varios actores y comprobó que cada uno imprime un
sello propio al personaje y lo hace suyo.
La naturalidad es difícil de alcanzar,
muchos grandes actores aún la siguen buscando y puede que nunca la encuentren,
pues es la capacidad de hacer real lo increíble, que es, a decir verdad, la
base del quehacer actoral.
Katiuska Granda
Piura, 1° de marzo de 2018
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