“Descubrir el payaso dentro de ti es transformador”
“He encontrado un grupo de gente increíble para trabajar”,
nos comenta la artista brasilera Paloma Reyes de Sá, ganadora del premio del
jurado de Oficio Crítico por su trabajo de dirección en Armando equipaje
(2017), en compañía de Carol Hernández. El sólido elenco que ha venido
acompañando a Paloma en sus aventuras teatrales, entre quienes se encuentran
Manuel Gold, Cesar García, Jely Reátegui
y Fiorella Kollmann, por citar algunos, le ha permitido dirigir un
puñado de puestas en escena tan divertidas como interesantes, como Los
Fabulatas (2013) y sus posteriores reestrenos; el unipersonal Mi nombre es 23 (2015); o Casi Don Quijote (2016). “Es gente demasiado creativa, apasionada, con la que tengo mucha
afinidad no solo en ideología, sino también en cómo nos manejamos en el humor”.
Inicio en Rio
Desde muy pequeña, Paloma se interesó por el teatro,
especialmente teniendo como padres a dos artistas plásticos y además, actores
callejeros. “Conviví desde siempre con el mundo del arte y la música”. A
diferencia de nuestros colegios, en Rio de Janeiro el teatro sí es una materia
importante, especialmente en escuelas alternativas. “No pensaba que iba a ser
profesional de teatro”, recuerda Paloma. “Pero me dejaba con mucha ilusión,
porque era una persona muy tímida; ser otra persona me daba múltiples
posibilidades”. Ella admite que no tenía muchos amigos, pero sí muchos miedos y
vergüenza. “El teatro me abrió posibilidades de hacer cosas nuevas, de conocer
gente, de sentirme más cómoda conmigo misma”.
A los 13 años, en 1991, Paloma decide profesionalizarse y
llevó un curso mucho más intenso y más profesional. “Mi vida de colegio fue una
locura, yo lo dejé por el teatro, después tuve que regresar para completar mis
estudios”, rememora. Su madre siempre la apoyaba, pero no precisamente para que
deje el colegio. “Fue una cosa radical mía; pero después empiezo la carrera
profesional de teatro en la Casa das Artes de Laranjeiras en Rio de Janeiro”. En el mencionado centro de estudios, Paloma
afina su creatividad en el arte, especialmente en base al trabajo del clown,
además de cultivar su gusto musical, que perdura hasta ahora en sus montajes
como directora.
Beneficios de la música, el clown y a improvisación
“Para un actor es muy importante el tener nociones de música”, menciona Paloma. “El teatro es
ritmo, vive de un pulso; si el actor no
entiende ese pulso, entonces es difícil que encaje”. Entender la pulsación de
las escenas conscientemente es, para Paloma, un requisito básico. “Cuando marco
a un actor sin habilidad musical es más “titireteado”; en cambio el otro,
entiende mejor la comedia. La comedia es romper ritmos, el timing es muy importante”. Paloma viene de
una formación especializada en clown en Brasil, ya que es obligatorio: si te
formas como actor casi siempre te formas como clown. “Ahí fue que elegí ser payasa para siempre, mi primer
maestro Thierry Tremouroux fue el que me encaminó en aquella época: el humor es
donde me sentí más plena”. El clown es visto por Paloma como el punto de
partida del humor; es muy esencial, ya que es entrar en contacto con la verdad
del actor. “Ahí es donde conoces tu fragilidad, tu inocencia y donde rompes tus
esquemas limitantes; el humor para mí lo es todo, por eso todos mis
espectáculos son de humor”.
Por otro lado, Paloma considera a la improvisación como
parte importante del proceso creativo. “Desde que empecé a dirigir, con Mi
querida neurosis (2008) con Fiorella Kollmann, las escenas las armábamos en base
a la improvisación, y después empezábamos a fijar para ver qué es lo que valía
la pena”. Para Paloma, el mundo absurdo del payaso puede llegar a ser “muy
pastrulo, si no lo cuadras, porque entonces nadie entiende; hay que revisar
siempre”. Y es que Paloma, como directora, cree mucho en la impro, afianzando
las escenas y situaciones, fijando lo improvisado en los ensayos. “Salvo en
espectáculos como Armando equipaje, en el que hay momentos ya pactados para ser
básicamente improvisación”.
Paloma recomienda que todo actor debiera llevar talleres de
clown e improvisación, debido a los múltiples beneficios que traen estas
disciplinas. “El payaso es un ser vivo dentro de ti y descubrirlo es transformador”, analiza. “Es maravilloso
aceptar tu ridículo como persona, descubrir cuáles son tus neurosis, tus miedos
más profundos o tus sueños, y luego exponerlos dentro del personaje”. Esta
técnica permite múltiples rangos de actuación, ya que se está en un estado de
juego, que es el más genuino con el que se puede estar en escena. “Si lo entiendes,
lo puedes trasladar a cualquier personaje, te deja pulsando en escena, y el
público dice: ¡Eso es real!, porque el actor está en estado de trance, en el
estado del payaso”. En contraste, la improvisación es el estado de libertad
plena del actor. “Todo el mundo hace
impro; por ejemplo, si vas a leer un texto por primera vez, ya estás
improvisando una forma de hablar. Crear es improvisar. Investigar esta técnica
y utilizarla hace que crezcas como artista”.
Actuación, dirección y dramaturgia
“Un buen actor de teatro debe tener pasión, disciplina y divertirse
con lo que hace”, asegura Paloma. Agrega además, que ella no cree en el
talento. “La disciplina y la pasión hacen el talento, son dos ingredientes infaltables. La pasión
hace que el actor tenga disciplina, que investigue, que sea puntual, que
respete, que vuelva a intentar; en cambio, uno con talento y sin disciplina, no
hace caso, llega tarde, y no vale”. Como directora, Paloma se autodefine
caótica, pero esperaría de un director que la provoque, que sea apasionado y
que literalmente, la alimente con su pasión. “Quiero que me rete, que sea loco,
tiene que tener un poco de locura”.
Paloma afirma vivir en el mundo al revés, como directora, ya
que en su mundo del payaso, nunca sabe nada de las escenas cuando empieza a
dirigir un espectáculo. “Yo tengo una idea base, por ejemplo, hacemos el Quijote
con actores que van a ser fracasados y no van a lograr hacer la historia;
también me gustaría tener un tren, ¿por qué?, no tengo idea (ríe), se me vienen
ideas sueltas y yo armo el rompecabezas”. Ese es el punto de partida y lo demás,
Paloma lo trabaja en conjunto. “Creo que el trabajo en equipo y creación
colectiva hacen que el montaje sea más genuino y verdadero, sembrando con
semillas que los actores aportan y así va creciendo un árbol de mezclas con
todos los sabores”. Obviamente, después de ese proceso creativo, llega el
momento más duro para Paloma, que es el de eliminar cosas, ya que puede tener
espectáculos de cinco horas. “Entras a limpiar y buscar pepitas de oro de la
creación y se va acomodando y armando”.
La reciente polémica sobre el final cambiado de la ópera
Carmen mereció la siguiente opinión de Paloma: “Puedes coger Carmen y hacer lo que
quieras, es del dominio público”. Ella recuerda haber hecho un video de 5
minutos de Carmen, dentro de una secuencia para niños en programa de televisión
en el Perú. “Se llamaba Ópera prima, con óperas transformadas en clown; nadie se
picó, ¿entiendes? (ríe); ahora, si solo cambió el final para ser políticamente
correcto, es su decisión, está experimentando y es chévere que quiera transformar
el mundo”. Paloma ha adaptado cuentos, relatos y mitos antiguos que todos
conocen para sus puestas en escena. "Transformo los personajes para que
comuniquen lo que queremos comunicar, como una herramienta, y porque es
divertido: yo hago parodia, que es la adaptación de las cosas”. Por su parte,
Paloma asegura no molestarse si otros artistas cambian sus espectáculos ya
escritos. “No creo que me vaya a picar
si me los cambian, sería ridículo en mi caso”.
La elección del artista
En épocas tan difíciles como las que nos toca vivir
actualmente, el arte debería servir como un ente transformador en el público,
para que sea mejor cada día. “Pero la responsabilidad es para quien la quiera
tener, no es algo obligado, yo no juzgo”, reflexiona Paloma. “En mis obras
siempre vas a ver algo de transformación social, porque eso es parte de mí”. Desde
niña, Paloma ha sido políticamente muy consciente, al igual que sus padres. “Es
parte de lo que yo quiero sembrar en el mundo; si en un momento ya no lo quiero
hacer, pues no siento esa responsabilidad; yo lo hago porque es parte de mi personalidad”.
Y es que así lo podemos apreciar en sus montajes: en Casi Don Quijote, los
personajes son discriminados porque son diferentes; en Los Fabulatas se habla muchísimo
de reciclar, de cómo jugar de manera que no sea dañino para el medo ambiente.
“Yo fui voluntaria en Greenpeace a los 13 años, lo que me importa yo lo pongo
en mis espectáculos”.
Paloma menciona que sus proyectos para este año serán un
montón de reposiciones. “Para descansar mi cerebro un ratito (ríe), pero sí
tengo un proyecto nuevo, que no es teatro, con Saskia Bernaola”. Los Fabulatas
2 y la Máquina Legendaria se estrenará en marzo; Casi Don Quijote volverá en
setiembre, así como la comedia El primer caso de Black & Jack (2017); y
además, Mi querida neurosis, unipersonal que cumple 10 años de estrenado,
también regresará a escena. “Y por supuesto, seguimos con la escuela de Gestus
en la Payacasa de Barranco, dictando talleres de impro, clown, técnicas
corporales, de máscaras y así todo el año, tanto para principiantes como para
actores profesionales, que quieran empaparse de estas y otras técnicas escénicas”, finaliza.
Sergio Velarde
13 de febrero de 2018
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