“Hacer reír es más difícil que conmover”
“Un país tan dulce (2017) llegó a mí como el mejor regalo
que me pudieron hacer Alberto Ísola (director) y Celeste Viale (dramaturga)”,
comenta Lorena Rodríguez, ganadora del premio del público a Mejor actriz de
reparto en Comedia o Musical por Oficio Crítico. La puesta en escena,
galardonada además por los votantes del blog como la mejor del año, le sirvió a
la actriz para demostrar toda su versatilidad y la pasión por el teatro que
sentía desde muy pequeña. “Mi mamá y mi abuelito me llevaban a ver mucho teatro
para niños; como era una adolescente muy tímida, mi mamá me inscribió en un
curso de teatro en el Museo de la Nación y ahí fue cuando todo tuvo sentido
para mí”. Y es que Lorena ya no se sentía completa con solo ver teatro, ella quería
estar dentro. “Pero seguí creciendo y sonaban en mi cabeza las voces de “No vas
a vivir del teatro” o “Tienes que ser universitaria”, así que decidí estudiar Derecho
y dejar de lado el teatro”. Sin embargo, luego de ver la obra Actos Indecentes,
los tres juicios de Oscar Wilde (2005), decidió que era el momento de estudiar
teatro en serio y terminó su taller en Aranwa. “Me llamaron para mi primera obra
profesional y desde ese día, algunos años con más obras y otros con menos, no
paro de hacer teatro”.
Maestros y montajes
Si bien Lorena inició sus estudios en el Taller de Roberto
Ángeles, solo hizo el primer módulo ya que admite que en aquel entonces le faltaba
mucha base. “Gracias a las gestiones de un amigo que ahora también es actor,
inicié mis estudios en mi casa: el Centro de Formación Teatral Aranwa, que en
ese entonces se llamaba Proyecto Tres, con el mejor maestro que yo pude pedir,
el señor Jorge Chiarella”, recuerda. Lorena califica a Chiarella como “un
maestro amoroso, claro, muy detallista y con mucho hincapié en la palabra y en
cómo decíamos las textos”. Ella logró culminar sus estudios y ser parte de la
primera promoción de Aranwa, de lo cual se siente muy orgullosa y agradecida.
Consultada sobre su primera obra profesional, Lorena
responde que fue el musical Hairspray, dirigido por Henry Gurmendi y producido
por G&G Producciones. “Hairspray está llena de anécdotas, no solo porque
era mi primera obra profesional, donde llevaba el protagónico, ni porque tenía
que cantar, bailar y actuar, cosa que nunca había hecho, sino porque mucha
gente de ese elenco eran amigos míos”, recuerda. Durante la temporada, sucedió
una anécdota que ella siempre recuerda, no solo porque hasta ahora ese miedo le
persigue, sino porque Gurmendi (hasta ahora uno de sus grandes amigos) no le
deja olvidarla. “Casi a la mitad de la temporada, en una de las canciones más
largas del musical, dije la primera estrofa de la canción... y de pronto… blanco...
quería morirme, sudaba frío, mientras la música avanzaba y yo trataba de
murmurar algunas cosas que me iba acordando, además sentía la tensión y asombro
de mis compañeros de escena que, por marcación, estaban congelados en acción,
mientras yo solo quería que me trague la tierra”. Desde aquella función, Lorena
repasa todas las canciones que le tocaron antes de salir a escena.
Cualidades del actor y director
Para Lorena, un buen actor de teatro debe tener “primero y
por sobre todo, mucha pasión y amor por el teatro. Creo también que debe de
poder despojarse de su ego y, como siempre dice mi maestro Jorge Chiarella,
ponerse al servicio del teatro, trabajar para que la historia se cuente y
entender que tú solo eres una pieza de un todo más grande: el mensaje”. Por
último, un actor debe ser una persona con mística de trabajo. “Todas las demás
cosas creo que se aprenden en el taller o en las tablas”. Sobre el trabajo de
dirección, la actriz menciona que es muy difícil mencionar las cualidades que
debe tener un director. “Como actriz, creo que me he sentido mejor trabajando
con directores que son muy claros en sus indicaciones y en lo que quieren
lograr de tu personaje”, afirma. Al tener esta claridad, como menciona Lorena,
el actor puede construir y “hacer” dentro de lo que ellos quieren ver. “Es
importante también saber qué quieres y poder hacer de un ensayo, un espacio de
creación y de juego, pero que a la vez no se le vaya este de la mano”.
Si bien es cierto, cada artista tiene una noción de lo que
es el talento, para Lorena “es un regalito del universo, es la facilidad que
tienes para hacer algo, creo, no lo sé (ríe)”. Pero de lo que sí está segura,
es que el talento no es nada sin esfuerzo, sin amor por lo que haces y sin estudio.
“El talento es el diamante en bruto, el estudio, el trabajo y la humildad
moldean ese carboncito en un diamante”. ¿Es necesario que un director también
haya sido actor? Lorena cree que no es indispensable, pero “sí te da mucha
ventaja, yo no he dirigido una obra completa, pero sí pequeñas escenas como
asistente de dirección y creo que ser actriz me ayuda a explicarme mejor con un
actor, me ayuda también a ser más empática con él”.
Un país tan dulce
“Había trabajado con Alberto en una obra para niños que
produjo ColadeCometa, que se llamó Démeter y las cuatro estaciones (2016) en el
teatro Ricardo Blume”, comenta Lorena. “Unos meses después de finalizar
temporada, me llama Celeste para preguntarme si me interesaba trabajar con
Alberto en una obra para adultos, dentro del Ciclo de Homenaje a Leonidas
Yerovi, ya que él me había propuesto. Entenderás que ni siquiera dejé que me
explicara nada y le dije: ¡Sí!, sin pensarlo dos veces (ríe). Fue un “sí” del
cual nunca me arrepentiré”. Fue así que Lorena integró un destacado elenco, que
incluía a Miguel Álvarez, Janncarlo Torrese, Laly Guimarey, Renato
Medina y Mayra Nájar.
Un país tan dulce fue una varieté político carnavalesca, con
un aire festivo y nostálgico de la Lima de antaño. “Eso hacía que nosotros
siempre estuviéramos jugando para mantener la energía”, recuerda Lorena. “Siempre
recordaré los mil personajes que hacíamos todos, a veces interpretando géneros
diferentes al nuestro (uno de mis personajes era un productor teatral). Si
estabas detrás de escena lo único que podías ver era gente corriendo de un lado
al otro cambiando gorros, cambiándose de ropa, cargando globos: era un
loquerío, pero eso hacía hermoso este montaje”. La actriz debía interpretar
múltiples personajes dentro de la historia, como por ejemplo, una Secretaria
del periódico o un Empresario teatral. “De todos ellos, el que más me costó
encontrar fue al Empresario teatral, porque era lo más alejado a mí, no sólo en
físico, sino también en forma de ser. Ese personaje fue el que más trabajamos
con Alberto. Él tenía claro lo que quería ver y me dio referencias para poder
inspirarme”. Fue así que dicho personaje, como Lorena lo menciona divertida,
tuvo un poco de Groucho Marx, de una actriz rusa que hacía un personaje de
hombre y de su maestro Jorge Chiarella (dato que él recién se enterará al leer
estas líneas). “Comencé trabajando la corporalidad del personaje, para luego
encontrar la forma en que él hablaba. Fue un trabajo retador, pero creo que
quedó bonito”.
Para Lorena, la comedia es un género mucho más complicado
que el drama. “Hacer reír creo que es más difícil que conmover. Es hacer reír
sin caer en lo obvio, ni en lo grotesco, y creo que eso es una “chambaza”. A mí,
personalmente, aunque me gusta mucho el drama (y me gustaría explorar mi lado
más dramático) me siento más tranquila con la comedia”. La actriz tiene un par
de proyectos todavía por concretarse, por lo que se propone continuar
estudiando. “Seguir explorando las cosas que puedo hacer y crear cosas propias,
tengo muchas ganas de hacer un proyecto propio, que si no sale este año, de
todas maneras el otro”, concluye.
Sergio Velarde
20 de enero de 2018
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