Los personajes en huelga
De la autora Jimena Ortiz de Zevallos vimos la irregular
Náufragos en la luna (2015), una doble historia de amor que se resentía de una
dramaturgia básica y por ratos, televisiva, y que no aportó nada significativo
a un tópico tan aprovechable y a la vez trillado como lo son las relaciones
sentimentales, además de coquetear con el absurdo. Es por ello que causó una
gratísima sorpresa el estreno de El otro lado (2017) en el Auditorio del MALI,
pues Ortiz de Zevallos logró un texto interesante y sólido, basándose
sorprendentemente en un conocido recurso como es el de la rebelión de ciertos
personajes de una obra teatral, quienes se pasan al “otro lado”, cobrando vida
propia ajenos a una existencia condicionada por el autor. Si bien los textos de
El otro lado son sencillos y hasta ingenuos, el director Carlos Mesta se las
arregló para presentar un montaje entretenido, más allá de cualquier autorreferencia,
con algunas apreciables lecturas y actuaciones que vale la pena destacar.
Las presiones que recibe la dramaturga Lucrecia (una
convincente Giselle Collao) para terminar su primera pieza importante, por
parte de su productor (José Antonio Buendía), no solo le genera dudas creativas
sobre su verdadera vocación (la de escribir por una necesidad artística y no
lucrativa), sino que además provoca que los personajes que ha creado,
encabezados por la pareja protagónica (un preciso José Dammert y una simpática
Marinés Soria), decidan cruzar la frontera hacia el mundo real y hacerle frente
a su creadora. Se trató pues de un recurso conocido, ya que El otro lado sigue
líneas argumentales de clásicos como Seis personajes en busca de autor
(Luigi Pirandello, 1921), hasta de piezas más contemporáneas como ¿Qué hiciste Diego Díaz? (Cristian Lévano, 2007) o Las Formas Perimidas (Guillermo
Difilippo, 2014). Si bien la idea de los personajes ficticios tomando
decisiones propias fue interesante, resaltaron mucho más las pertinentes interrogantes
muy bien bosquejadas que dejó el montaje: ¿Hasta dónde estamos dispuestos a
llegar para conseguir fama y fortuna? ¿Realmente es el artista incapaz de
traicionar sus principios? ¿Vale la pena vivir del arte de manera purista?
La puesta en escena de Mesta ejecutó con solvencia
escenográfica la presentación de ambos “lados” en el escenario y el sano humor que resulta de la
imposible situación funciona gracias a una correcta dirección de actores. Eso
sí, el buen elenco que incluye a Mauricio Pappi, de La gran mentira (2015); Antonella
Gallart y Luis Cárdenas Natteri, de Escenas en casa de Vasili Beseménov (2016);
y especialmente Carlos Victoria, de Financiamiento desaprobado (2017) luce atinado
pero desaprovechado, conociendo sus enormes posibilidades. La temporada de El
otro lado no solo fue un apreciable acierto de Jimena Ortiz de Zevallos como
dramaturga, con la producción de Primer Acto Asociación Cultural y el Museo de Arte
de Lima, sino que se convirtió en una oportuna comedia que abordó interesantes
temas, como el valor del arte como una necesidad más que por un compromiso y
cómo no, el justo de rechazo de protestar ante los atropellos de cualquier
calibre.
Sergio Velarde
5 de enero de 2018
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