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viernes, 5 de enero de 2018

Crítica: EL OTRO LADO

Los personajes en huelga

De la autora Jimena Ortiz de Zevallos vimos la irregular Náufragos en la luna (2015), una doble historia de amor que se resentía de una dramaturgia básica y por ratos, televisiva, y que no aportó nada significativo a un tópico tan aprovechable y a la vez trillado como lo son las relaciones sentimentales, además de coquetear con el absurdo. Es por ello que causó una gratísima sorpresa el estreno de El otro lado (2017) en el Auditorio del MALI, pues Ortiz de Zevallos logró un texto interesante y sólido, basándose sorprendentemente en un conocido recurso como es el de la rebelión de ciertos personajes de una obra teatral, quienes se pasan al “otro lado”, cobrando vida propia ajenos a una existencia condicionada por el autor. Si bien los textos de El otro lado son sencillos y hasta ingenuos, el director Carlos Mesta se las arregló para presentar un montaje entretenido, más allá de cualquier autorreferencia, con algunas apreciables lecturas y actuaciones que vale la pena destacar.

Las presiones que recibe la dramaturga Lucrecia (una convincente Giselle Collao) para terminar su primera pieza importante, por parte de su productor (José Antonio Buendía), no solo le genera dudas creativas sobre su verdadera vocación (la de escribir por una necesidad artística y no lucrativa), sino que además provoca que los personajes que ha creado, encabezados por la pareja protagónica (un preciso José Dammert y una simpática Marinés Soria), decidan cruzar la frontera hacia el mundo real y hacerle frente a su creadora. Se trató pues de un recurso conocido, ya que El otro lado sigue líneas argumentales de clásicos como Seis personajes en busca de autor (Luigi Pirandello, 1921), hasta de piezas más contemporáneas como ¿Qué hiciste Diego Díaz? (Cristian Lévano, 2007) o Las Formas Perimidas (Guillermo Difilippo, 2014). Si bien la idea de los personajes ficticios tomando decisiones propias fue interesante, resaltaron mucho más las pertinentes interrogantes muy bien bosquejadas que dejó el montaje: ¿Hasta dónde estamos dispuestos a llegar para conseguir fama y fortuna? ¿Realmente es el artista incapaz de traicionar sus principios? ¿Vale la pena vivir del arte de manera purista?

La puesta en escena de Mesta ejecutó con solvencia escenográfica la presentación de ambos “lados” en el escenario y el sano humor que resulta de la imposible situación funciona gracias a una correcta dirección de actores. Eso sí, el buen elenco que incluye a Mauricio Pappi, de La gran mentira (2015); Antonella Gallart y Luis Cárdenas Natteri, de Escenas en casa de Vasili Beseménov (2016); y especialmente Carlos Victoria, de Financiamiento desaprobado (2017) luce atinado pero desaprovechado, conociendo sus enormes posibilidades. La temporada de El otro lado no solo fue un apreciable acierto de Jimena Ortiz de Zevallos como dramaturga, con la producción de Primer Acto Asociación Cultural y el Museo de Arte de Lima, sino que se convirtió en una oportuna comedia que abordó interesantes temas, como el valor del arte como una necesidad más que por un compromiso y cómo no, el justo de rechazo de protestar ante los atropellos de cualquier calibre.

Sergio Velarde
5 de enero de 2018 

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