Arequipa, ¿cómo vamos?
Los últimos años han traído un generoso aumento en la
actividad teatral arequipeña. Aparecieron en el lienzo nuevos actores,
directores y dramaturgos que han formado colectivos, compañías y grupos (pocos
de estos institucionalizados), que aportan nuevas puestas en escena, sumando
esfuerzos a quienes llevan más de una o dos décadas dedicadas a esta noble
labor.
Hay quienes llaman a este crecimiento un “boom teatral
arequipeño”.
Debemos ser muy cuidadosos en utilizar estos términos juntos,
ya que implica una realidad, quizás distinta, a la que realmente se vive.
¿Podemos hablar de un boom teatral arequipeño o será
solamente una quimera?
Para tener una
referencia: en la capital se rumoreaba la existencia de un “boom teatral”,
incluso algunos pensaban que debía ser celebrado. Había también quienes
se apresuraban a llamar a este fenómeno “boom del teatro peruano”, haciéndolo
extensivo a todo el territorio. Muchos se encargaron de desmitificar este
“boom” y reducirlo a espejismo.
Regresando a Arequipa, no
podemos negar el incremento de la actividad teatral, es algo completamente
plausible, va avanzando, paso a paso, venciendo barreras de todo tipo.
Evidencias de este
incremento son la apertura y actividad constante de nuevos espacios de teatro
convencionales, como “Teatro Umbral” y el teatro de la Biblioteca Regional
Mario Vargas Llosa, además de los espacios no convencionales, que son
gestionados y sustentados por grupos y asociaciones culturales dando un nuevo
respiro a la ciudad.
Por muchos años, las
opciones de hacer teatro en espacios convencionales eran limitadas, debido a la
mala conservación y estado de los recintos, los cuales, generalmente, eran destinados
a fines completamente diversos al que fueron creados.
Para muestra, un botón: el
Teatro Municipal de Arequipa, gran elefante blanco, administrado (si cabe el
término) por la Municipalidad Provincial de Arequipa. Este tendría que ser el
recinto cultural más emblemático de la ciudad, con una actividad constante y fructífera.
Lastimosamente, la falta de planes y políticas culturales de la Municipalidad
han convertido a este emblemático teatro en un edificio más del centro histórico.
En años posteriores este recinto albergó ferias gastronómicas, premiaciones,
eventos municipales y hasta una iglesia evangélica. Aunque se ha rectificado un
poco el rumbo, el Teatro Municipal sigue sin ser lo que debería, y ha caído en
manos de EMECSA, una empresa municipal de eventos culturales cuestionada, en
reiteradas ocasiones, por sus malos manejos.
Desde el material humano,
muchos jóvenes se están acercando al teatro, principalmente a la actuación y
algunos pocos a la dramaturgia y a la dirección. Egresó la primera promoción
del recientemente inaugurado Conservatorio de Artes Escénicas de la Universidad
La Salle, el primero de su tipo en la historia de la ciudad.
Junto a este incremento
de material humano ha crecido también el número de puestas. En el 2016 pude contabilizar
46 obras teatrales estrenadas, superando con creces en número de producciones
de años pasados. El conteo del 2017 no ha sido realizado aún, pero sin duda, es
igual o mayor.
Lastimosamente, este aumento
en la actividad teatral no se ve reflejado, en igual forma y proporción, con la
presencia del respetable público en las salas.
No es raro encontrar
presentaciones en las que el número de actores en escena supere al número de
espectadores en las butacas. Esta fotografía es realmente lamentable, porque
pone en peligro la emulsión de los últimos años y amenaza la continuidad de la
actividad teatral en la ciudad.
Debo hacer la salvedad
que también se han visto rotundos éxitos, en cuanto a asistencia del público se
refiere; sin embargo, esta no es la regla.
Es menester indagar,
señalar y resolver las causas de la baja asistencia a las salas, ya que esto
dificulta de manera grave el quehacer teatral, lo vuelve menos fructífero, amenaza
su existencia y hace pasajero todo intento.
Sin haber resuelto esta
variable no podremos hablar de un “boom teatral”, mientras tanto, aunamos
fuerzas para que este crecimiento no se detenga, que se encauce y multiplique,
lo necesitamos, mucho.
Mauricio
Rodríguez-Camargo
Arequipa, 29 de enero de
2018
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