Lo que Volátil nos dejó
El renovado local del cine José Olaya de Chorrillos fue
intervenido por un espectáculo que mezcla danza, teatro y elementos de circo
contemporáneo: Volátil, una
propuesta nueva y contundente en las tablas limeñas. Esta representación
constituye la muestra de un proceso creativo a cargo de la Compañía “Sin
Tiempo”, cinco artistas entre bailarines y actores, bajo la dirección de Ana
Chung, quienes nos muestran una sincera respuesta a aquellas recurrentes
preguntas y sensaciones que todos tenemos en algún momento de nuestra vida: la
búsqueda del equilibrio, el miedo a perder la estabilidad, la necesidad de
razones para seguir luchando, y un largo etcétera.
Volátil está
compuesto por una serie de momentos conectados a través de la música, un
elemento determinante dentro de este montaje, debido a que tomaba el papel de
narrador e hilo conductor de toda la representación. La técnica de la danza
contemporánea y la del teatro físico se fusionaron en esta ocasión, dando
ejemplo – una vez más – de que no hay por qué separar ambas disciplinas para
fines creativos. Los cinco artistas lograban funcionarse y segregarse
atinadamente como un gran engranaje vivo, activo. La elección de los vestuarios fue un elemento
que particularmente me sirvió para crear empatía con el elenco: ropa simple,
con estilo y cómoda que me llevaba directamente a una imagen de humildad y
sinceridad del espectáculo. Definitivamente la elección del espacio fue
crucial, pues Volátil hubiese podido
ser una obra totalmente diferente en otro lugar. Fue agradable ver el nivel de
compañerismo con el otro que cada artista mostraba: en una obra llena de
momentos de alto riesgo, el cuidado entre los actores volvió incluso más
“humano” el espectáculo, alejándose por completo de ser un montaje lleno de
adornos y virtuosismo ensimismado. Los movimientos poseían una serie de matices
y calidades de energía propias de una partitura corporal sensible y
notoriamente trabajada a fondo: se notó una apropiación del espectáculo en ese
sentido. A pesar de esto, en algunos momentos del espectáculo los matices
desaparecían, ya sea en el movimiento o en la expresión de los rostros de los
artistas: a veces notaba que sus cuerpos estaban en una sintonía distinta a la
de sus expresiones; incluso la mirada de algunos de ellos se perdía en algunos
momentos, un detalle que me desconectaba de la obra, pues provocaba que el recurso de los desplazamientos por el
espacio agote por momentos.
Este montaje no cuenta una historia como clásicamente se
suele esperar. Volátil es una
muestra de sensaciones como resultado de una búsqueda conjunta. Es una
propuesta interesante de ver por el hecho de que se utilizan técnicas
diferentes de representación al servicio de los artistas en escena. Rescato
definitivamente el hecho de simplemente lanzarse a hacer un espectáculo de este
tipo en un mercado teatral tan inocente como el limeño. Rescato y agradezco que Volátil sea una invitación a apreciar
otros medios de expresión además de la palabra hablada, a poner a prueba nuestra
sensibilidad.
Stefany Olivos
1° de diciembre de 2017
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