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viernes, 1 de diciembre de 2017

Crítica: VOLÁTIL

Lo que Volátil nos dejó

El renovado local del cine José Olaya de Chorrillos fue intervenido por un espectáculo que mezcla danza, teatro y elementos de circo contemporáneo: Volátil, una propuesta nueva y contundente en las tablas limeñas. Esta representación constituye la muestra de un proceso creativo a cargo de la Compañía “Sin Tiempo”, cinco artistas entre bailarines y actores, bajo la dirección de Ana Chung, quienes nos muestran una sincera respuesta a aquellas recurrentes preguntas y sensaciones que todos tenemos en algún momento de nuestra vida: la búsqueda del equilibrio, el miedo a perder la estabilidad, la necesidad de razones para seguir luchando, y un largo etcétera.

Volátil está compuesto por una serie de momentos conectados a través de la música, un elemento determinante dentro de este montaje, debido a que tomaba el papel de narrador e hilo conductor de toda la representación. La técnica de la danza contemporánea y la del teatro físico se fusionaron en esta ocasión, dando ejemplo – una vez más – de que no hay por qué separar ambas disciplinas para fines creativos. Los cinco artistas lograban funcionarse y segregarse atinadamente como un gran engranaje vivo, activo.  La elección de los vestuarios fue un elemento que particularmente me sirvió para crear empatía con el elenco: ropa simple, con estilo y cómoda que me llevaba directamente a una imagen de humildad y sinceridad del espectáculo. Definitivamente la elección del espacio fue crucial, pues Volátil hubiese podido ser una obra totalmente diferente en otro lugar. Fue agradable ver el nivel de compañerismo con el otro que cada artista mostraba: en una obra llena de momentos de alto riesgo, el cuidado entre los actores volvió incluso más “humano” el espectáculo, alejándose por completo de ser un montaje lleno de adornos y virtuosismo ensimismado. Los movimientos poseían una serie de matices y calidades de energía propias de una partitura corporal sensible y notoriamente trabajada a fondo: se notó una apropiación del espectáculo en ese sentido. A pesar de esto, en algunos momentos del espectáculo los matices desaparecían, ya sea en el movimiento o en la expresión de los rostros de los artistas: a veces notaba que sus cuerpos estaban en una sintonía distinta a la de sus expresiones; incluso la mirada de algunos de ellos se perdía en algunos momentos, un detalle que me desconectaba de la obra, pues provocaba que  el recurso de los desplazamientos por el espacio agote por momentos.

Este montaje no cuenta una historia como clásicamente se suele esperar. Volátil es una muestra de sensaciones como resultado de una búsqueda conjunta. Es una propuesta interesante de ver por el hecho de que se utilizan técnicas diferentes de representación al servicio de los artistas en escena. Rescato definitivamente el hecho de simplemente lanzarse a hacer un espectáculo de este tipo en un mercado teatral tan inocente como el limeño. Rescato y agradezco que Volátil sea una invitación a apreciar otros medios de expresión además de la palabra hablada, a poner a prueba nuestra sensibilidad.

Stefany Olivos
1° de diciembre de 2017

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