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miércoles, 11 de octubre de 2017

Crítica: ¿QUÉ HICISTE DIEGO DÍAZ?

Querer no siempre es poder

“Que el miedo no limite lo que puedes lograr en la vida, que más bien sea un impulso.” (Odín Dupeyron)

Después de estar dos meses alejada del mundo de teatro, regreso con esta fresca y divertida historia acerca de lo qué hizo Diego. ¿Qué hiciste Diego Díaz? escrita y dirigida por Cristian Lévano, con Sergio Velarde, Henry Sotomayor y Alejandra Chávez. Asistencia de dirección, Kelly Estrada; producción, Lenny Morante y AC Winaray. Temporada en Casa Cultural Mocha Graña, los viernes, sábados y domingos a las 8:00 pm.

Esta obra tuvo varias temporadas desde su estreno en la AAA en el 2007, hasta el 2013 en el Club de Teatro de Lima. En esta oportunidad vuelve durante todo octubre en el teatro Mocha Graña. Para esta temporada los actores cambiaron, salvo el que le da vida a Diego Díaz, que sigue siendo el mismo desde la primera función. La historia empieza con la entrada de Alguien (Alejandra Chávez) y Otro (Henry Sotomayor), los que no saben exactamente quiénes son y qué están haciendo en un teatro. A través de su búsqueda, ambos serán interrumpidos muchas veces por el frustrado artista Diego Díaz (Sergio Velarde), quien a su vez les explicará lo mal que lo están dejando y es así que, mediante juegos, bailes, talk-shows y varias frustraciones, estos personajes recrearán pasajes agridulces de la vida de Diego y de lo que realmente está buscando mostrar a los demás.

El inicio que tuvo la obra fue un poco confuso, pero funcionó para enganchar al público. Tocaron temas de humor negro con mucho sarcasmo, por ejemplo, hacia los talleres de teatro, que últimamente se han convertido en un negocio, jugando además mucho con los tiempos para poder comprender la historia. Sobre el vestuario, me encantó el estilo pop art que usan los actores, igual que la escenografía simple pero elegante. La obra estuvo llena de dinamismo por las coreografías que van desde las canciones infantiles hasta la música de suspenso, entre otras. Sobre las actuaciones, algo exageradas para mi gusto, pero estaban acorde con lo que pedía el director: me encantó la química que hay entre los actores y la frescura al soltarse ante el público. Solo una sugerencia: tratar de tener cuidado con los sonidos proyectados en la obra, ya que no iban de la mano con las acciones de los actores. Por otro lado, propuestas como estas no solo te enganchan, sino que te dejan con ganas de más.

Lo que me gustó de la obra fue el manejo sutil de denuncia hacia el mundo del teatro y rescato estas palabras dichas por Diego Díaz: “Al teatro no le importa la condición social, el aspecto ni la apariencia”. Pero lo que me dejó pensando fue cuando el personaje de Otro le responde: “¡Pero a la gente, sí!” Estas últimas palabras son ciertas, porque lo vemos y lo vivimos día a día. Quizás las cosas no funcionaron para nuestro protagonista como él pensaba, pero lo intentó. Tal vez muchos se vean reflejados en él, por no tener el reconocimiento de los demás, pero eso es algo normal. Debemos entender que cada cosa en la vida es un sacrificio, que nada te llega gratis y no es que Diego haya tenido mala suerte, sucede que le faltaron los cimientos para seguir creciendo como actor. Lastimosamente, hoy en día, se abren muchos talleres montajes en donde se les vende sueños e ilusiones a muchos jóvenes, con la finalidad de lucrar y les hacen creer que por salir una vez en escena, ya son actores y eso no es así: las bases de un buen aprendizaje son los cimientos, ya que querer no siempre es poder y que la vida no es un ensayo general, sino que es nuestra única función. Gracias por la función.

María Victoria Pilares
11 de octubre de 2017

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