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domingo, 22 de octubre de 2017

Crítica: CORIOLANO

Pertinente adaptación en épocas incaicas

Coriolano, una de las tres tragedias romanas de William Shakespeare y además, de las últimas piezas que escribió y acaso, una de las menos conocidas, fue llevada a escena por el incansable colectivo Aqualuna Teatro, siempre de la mano de su director Ricardo Morante, quien ya se había aproximado al universo del Bardo Inglés con la estimable Todos somos Julieta (2015). ¿Por qué montar ahora Coriolano? Basta solo con conocer su argumento: basada en las Vidas paralelas de Plutarco (una colección de biografías de personalidades griegas y romanas), la trama se centra en Cayo Marcio Coriolano, un soberbio general romano, que debe ceder a las truculencias políticas de turno para conseguir así la aceptación de la voluble población y así hacerse del poder. Aplicada la historia a nuestro contexto político y social actual, las explicaciones salen sobrando.

Coriolano, que ya había sido adaptada para televisión y para cine (debut como director del notable actor Ralph Fiennes en el 2011), fue presentada en escena por Morante con formato de drama histórico pero adaptado nada menos que a nuestra etapa incaica; su mayor acierto entonces, fue que su puesta no lució forzada en ningún momento. Es así como el enfrentamiento de este militar inca Cayo Mayta Coriolano contra los chancas; las intrigas de los curacas para acusarlo de traidor, amparados en la actitud despectiva del guerrero hacia el pueblo; la ambición de la madre, quien le aconseja a su altanero hijo disimular y fingir para así conseguir el voto favorable de gente que no le importa; y el triste final, con Coriolano vencido por la traición, la doblez y especialmente, por su propia soberbia, lucen en escena coherentes y fácilmente identificables con nuestra realidad actual. En tiempos de conflicto, sí vale la falsedad con tal de ganar.

El montaje de Morante, con todos los actores dentro de la caja negra y vestidos del mismo color, jugó con los vestuarios y accesorios andinos, como ponchos y chullos, para diferenciar a los múltiples personajes que encarnó el elenco. En los roles principales, Daniel Zarauz, Cecilia Tosso y especialmente Paco Varela, asumieron con dignidad sus personajes, bien secundados por Pedro Olórtegui, Paul D´Arrigo, Víctor Barco, Patricia Moncada y Caroll Chiara. La temporada de Coriolano, en el Teatro Auditorio Miraflores en co-producción con La X Productora, no solo reafirmó el magisterio de Shakespeare en la actualidad, sino que resultó absolutamente pertinente para demostrar que la clase política (la nuestra y en general) no ha cambiado demasiado, así pasen los siglos.

Sergio Velarde
22 de octubre de 2017

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