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jueves, 11 de mayo de 2017

Crítica: BECA Y EVA DICEN QUE SE QUIEREN

La nueva ola del amor

“El amor sin pecado es como el huevo sin sal”

La comunidad lésbica se hace presente, gracias a Palpita Teatro y el MALI – Museo de Arte de Lima, que presentan la premiada obra Beca y Eva dicen que se quieren, ganadora del V Certamen Teatral Leopoldo Alas Mínguez para textos teatrales LGTB en 2011 del dramaturgo Juan Luis Mira, bajo la dirección de Manuel Trujillo, la dirección adjunta de Leticia Narvarte y las actuaciones de Nazaret Ortiz y Priscila Arévalo. La trama nace de una experiencia personal, en donde el autor se inspiró en la historia de amor de sus dos estudiantes.

La historia de Eva y Beca, dos estudiantes de secundaria de 17 años, inicia con la llegada de la segunda a su nuevo colegio. A la hora del break, ella observa a Eva y esta última se le acerca para romper el hielo. Beca le ofrece de la manzana que estaba comiendo para entablar una amistad. Entre ellas surgieron miradas, risas, coqueteos y preguntas. Ambas sentirán una conexión que se volverá amor, y si bien las dos están seguras de lo que sienten la una por la otra, a veces Beca piensa que no es necesario que los demás sepan de su relación. Pero por exigencia de Eva, Beca se dejará convencer para que todos se enteren de su romance.

Eva y Beca dicen que se quieren es una historia real, directa, sincera y divertida, con un lenguaje muy coloquial. Es la típica historia de amor, pero esta vez sin príncipe y sin final feliz, ya que las dos protagonistas son mujeres. Me encantó la naturalidad con la que se desenvolvían las actrices, a pesar de ser las únicas en la puesta de escena, ya que por momentos tomaban otros papeles para que la historia sea más entendible. Se notó la química entre ambas. La música y las escenas, así como el cambio de vestuario estaban acorde con la propuesta. También hubo fluidez en los diálogos e incluso algunos pensamientos fueron profundos y reflexivos.

A través de esta obra se intenta llegar a la sociedad con un toque de sutileza, tocando el tema de la homosexualidad, para que muchos no se sientan aludidos, “si bien es cierto, no podemos tapar el sol con un solo dedo”. Creo que la mayoría de los espectadores se habrá hecho la misma pregunta que me hice yo: ¿Porque siempre los finales de la mayoría de las obras son predecibles? En especial, los finales de amor siempre terminan mal, pero el mensaje que nos deja la obra es que la vida sigue. Y que entendamos que “la vida no es lo que te pase, sino con quién te pase”. Gracias por la función.

María Victoria Pilares
11 de mayo de 2017

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