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sábado, 25 de marzo de 2017

Crítica: ¡COMPRE, CASERA, COMPRE!

La vida después de la escuela

La mayoría de las veces que voy a ver la muestra final de un taller, empiezo a pensar con cuidado respecto a lo que veré. Vienen a mí las ideas que me dicen que “es una muestra”, “no es un montaje de verdad”, y todo para justificar de antemano el producto que veré, el mismo que, estoy seguro, tendrá fallas originadas (y permitidas), justamente por ser una muestra final. No sé cuán válido sea este pensamiento, ya que si alguien se atreve a mostrar al público (y más aún, si vas a cobrar por ello), debe de ser porque estás seguro que mostrarás un buen producto y no porque sabes que contarás con la indulgencia del “respetable”, pero el hecho es que el pensamiento existe.

Eso fue lo que me pasó cuando fui a ver la obra “¡Compre, casera, compre!”, montaje final de la Promoción XI del Centro de Formación Teatral Aranwa, y que si bien contaba con el gran aval de haber sido escrita por Mateo Chiarella y dirigida por Jorge Chiarella, aún seguía siendo la muestra de un grupo de jóvenes entusiastas que sueñan con actuar profesionalmente.

Sin embargo, esta vez no hubo ni comprensión ni indulgencia, porque lo que vi estaba en un nivel bastante más alto que algunos montajes profesionales que me han tocado ver. Y es que ¡Compre, casera, compre! no sólo resultó siendo una obra fresca y divertida, hecha para que sus cinco actores tengan la oportunidad de demostrar sus dotes artísticas, sino que también es una obra que critica a la sociedad consumista en la que vivimos, y que nos mostró a través de su ficción el dolor del feminicidio, la ignorancia y la soledad.

Para esto, la obra nos cuenta lo que ocurre cuando, un día y sin previo aviso, a un caserío del norte del país llamado Santo Potón, llega un vendedor inescrupuloso, quién se aprovecha de los pobladores y les hace endeudarse hasta perder todo lo que tienen, siendo esta situación la detonante para que otras desgracias empiecen a ocurrir.

Dicho esto, me voy a enfocar en los puntos más positivos de esta obra: Primero, ha sido trabajada como una real obra de teatro y no como una muestra y el lenguaje usado para comunicar su mensaje (texto, canto y baile) ha sido muy efectivo, dando como resultado una obra coherente y muy bien hecha. Segundo, las actuaciones han sido buenas y nos han mostrado la versatilidad de los participantes. Tercero, hemos conocido personajes realmente queribles (el inocente y enamorado Gabriel es el mejor ejemplo). Cuarto, dramatúrgicamente es una obra que no se quedó en la forma, sino que realmente tenía algo importante que decir, criticando a la sociedad en diferentes temas.

Es cierto que hay puntos que arreglar, especialmente en el primer acto, pero realmente disfruté mucho de esta obra y me emociona pensar en lo que estos actores harán en el futuro. Espero que venga la reposición.

Daniel Fernández
25 de marzo de 2017

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