“Los actores que asumen su trabajo como un sacerdocio hacen
la diferencia”
Coautora y directora de Luz oscura, una de los puestas en
escena más interesante del año pasado, Julia Thays ganó en las dos categorías
en las que competía para la premiación del Oficio Crítico 2016: el reconocimiento
del público como el mejor trabajo de dirección, así como los premios de público
y jurado como mejor montaje Drama por la obra mencionada, en colaboración
dramatúrgica con Gonzalo Rodríguez Risco. “Siempre me ha interesado la
literatura”, recuerda Julia. “En la biblioteca de mi familia leí mis primeros libros,
entre los que estaban las obras completas de Lorca y de Shakespeare; primero, los
poemas de Lorca, y después llegué a la parte de la dramaturgia. Me quedé
enamorada, decidí que quería estudiar literatura y ser dramaturga”.
Desde el colegio, Julia estuvo íntimamente relacionada con
las artes escénicas. “En 1997, siendo alumna, hice el taller de teatro con
Edgard Guillén. Después se abrió la posibilidad de la carrera de actuación en
el TUC en el propio campus de la Universidad Católica”. Alberto Isola y Violeta
Cáceres le explicaron a Julia en ese momento, que luego de un año de Actuación
se abrirían las especialidades de Dramaturgia y Dirección. “Sin embargo, nunca
se abrieron dichas especialidades, así que me quedé en Actuación y realmente es
lo que más me gusta hacer”. Queda claro, entonces, que para Julia primero se
encuentra la actuación, luego la dramaturgia y tercero, la dirección. “Dirigir
es estresante, porque que soy muy perfeccionista y quiero que se consiga lo que
realmente quiero. Pero hay procesos y procesos; en todo caso, esas son para mí
las tres ramas fundamentales del teatro y son mis espectros de trabajo”.
Las puestas en escena y las condiciones para un artista
escénico
“Tuve suerte de que en mi generación del TUC, los profesores
nos promovieron siempre la construcción de la dramaturgia espacial”, menciona
Julia. “Es decir, siempre nos encargábamos no solo de actuar, sino también de
la estética de cada presentación, escena o monólogo”. Afirma también que los
mayores guías que tiene para escribir son los dramaturgos que leía y lee
actualmente; además de reconocer que su escuela ha sido una influencia muy
fuerte, con todas sus virtudes y defectos. “Afortunadamente, nuestros maestros
siempre nos decían que debíamos aprender la partitura, para luego
desestructurarla”.
El año 2005 fue decisivo para Julia, ya que le tocó, a la
par, ser actriz y directora en dos montajes diferentes. “Si bien hice antes con
Mateo Chiarella la obra Chicas católicas, esa fue una iniciativa de la escuela;
formalmente como actriz profesional, me inicié con El zorrito audaz, una obra
de teatro infantil escrita por Celeste Viale y dirigida por Alberto Isola; y
como directora, en una puesta escrita y dirigida por mí llamada La visitante (que
luego fue repuesta en el 2011 y que le significó a Julia su primera nominación
como mejor actriz por Oficio Crítico)”. Julia se considera a sí misma como una dramaturga en proceso, aunque
reconoce que escribir es una necesidad imperante en ella. “Me imagino que iré
mejorando con los años (risas)”.
Julia asegura disfrutar dirigiendo sus propios textos.
“Tengo la capacidad de sacarme el sombrero de dramaturga y ponerme el de
directora”. Cuenta que no ha tenido la chance dirigir muchos textos ajenos; una
excepción sería Los quince días de Ana y Benjamín. “Biviana Goto (dramaturga,
actriz y productora del montaje) tuvo mucha flexibilidad conmigo; sus
indicaciones en el texto eran maravillosas y las incluyó en la obra, siguiendo
mi sugerencia. Como directora supe coger ciertos elementos para redondear la
puesta”. Julia está convencida que su propósito es el de dirigir textos
propios, ya que considera que el trabajo de dirección es un derroche tan grande
de energía, salud mental y emocional, que prefiere que sea por algo que ella
misma quiera decir al mundo.
Para Julia, un buen actor de teatro debe tener tres
cualidades indispensables: ser disciplinado, humilde y tener mística. “La mística
es tomar el teatro realmente como algo sagrado, en donde tus procesos como
actor tienen un tinte sacro en lo que aportes, investigues o compartas, y que
luego puedas banalizar, y entrar en un juego de cotidianeidad o lo coloquial.
Es lo místico en el sentido de la actitud”. Además, para Julia el talento es
importante, pero no es lo primordial. “Conozco personas hipertalentosas y que
ahora no se dedican al teatro, porque para hacerlo se necesitan “huevos”, tolerancia
a la frustración, mística, equilibrio y humildad. Aquellos actores que asumen
su trabajo como un sacerdocio, hacen la diferencia”. Por otro lado, para Julia
un buen director de teatro debe “tener autenticidad, sin hacer necesariamente
algo grandioso; también tiene que aprender que así haga una obra muy trágica,
esta debe ser entretenida, siempre percibiendo y jugando con el mapa cardiaco
del público; y finalmente, tener la capacidad de no repetirse y siempre encontrar
nuevas lenguajes”.
El elenco de Luz oscura
Luz oscura no solo se lució por su inspirado texto, sino que
también el trío protagónico realizó un impecable trabajo, integrado por Nidia
Bermejo, Jesús Neyra y Alberick García. “Es la primera vez que dirijo a
Alberick en una obra teatral”, acota Julia sobre su compañero de vida por 10
años. “Él tiene un nivel de creatividad realmente admirable, siempre propone y
le hace mucho caso a su intuición. A partir de ahí hace su accionar en escena”.
Reconoce, eso sí, que tiene que estar ocasionalmente detrás de él con la letra,
pero que no puede encontrar un actor con mejor creatividad para trabajar como
Alberick. “Es bastante alentador compartir mi vida con él y aprender también mucho
de él, de la transformación de los personajes, de la concentración, de leer e
investigar”. Considera importante respetar los espacios privados para la
construcción de sus personajes dentro de los procesos y además, asegura que él
debería trabajar mucho más como director por sus grandes capacidades. “Espero
que me haga caso (risas)”.
Acerca de Bermejo, Julia siente que “es un ser que viene de Plutón
o de Júpiter”. Y es que afirma que la notable actriz de La cautiva (2014) tiene
capacidades extraordinarias para sumergir y jugar con el público como le da la
gana, así como trabajar con toda la luz que tiene dentro de ella y zambullirse
dentro de sus peores pesadillas. “El día del casting para Luz oscura fue tan
desconcertante, tan envolvente. ¿Puedes creer que incluyó un selfie con
nosotros en medio de su monólogo para audicionar? Ella trabaja con la
profundidad y con la frivolidad; con sus propias taras y miedos. Una persona
que no les tiene miedo a sus propios demonios, es capaz de actuar como Nidia”.
Julia aspira a tener ese grado de valentía para poder adentrarse dentro de sí
misma con tal riesgo. Por otra parte, sostiene que Neyra es el actor más
“chancón” que ha conocido. “Él tiene una gran dedicación, realmente se quiere
sumergir a pesar de que eso pueda significar un peligro para su mundo emocional.
Él es capaz de entregar su propia vulnerabilidad para que, como directora,
pueda construir a partir de eso”. Julia sostiene que Neyra es un regalo para
cualquier director, ya que está en un punto de su carrera como actor, en el que
a pesar de su corta edad, ha alcanzado un grado de madurez suficiente como para
tener procesos exigentes en escena.
La sacrificada vida del artista
“Siento que el teatro peruano no ha estado conformado por
los grandes booms y las grandes crisis”, reflexiona Julia. “Estamos en el Perú,
un país que asigna menos de un dólar por ciudadano para cultura, a diferencia de otros. El
propio ministro (Salvador Del Solar) ha dicho que es complicado aplicar políticas
culturales dentro de un presupuesto paupérrimo”. Evidentemente, los peruanos no
tenemos costumbre de consumir teatro y
esa es nuestra dura realidad. “Somos una
ciudad enorme de millones de ciudadanos y preferimos siempre otras maneras de
entretenernos que ir al teatro. Entonces, siempre ha existido un reto constante
con el público”. Julia afirma que sus maestros siempre han luchado por llevar
espectadores al teatro. “Algunas obras tienen ese “toque” para que se vuelvan
de moda, justo todo el mundo se conecta por un tema coyuntural. Es un deber de
los promotores sistematizar esos elementos para poder encontrar las estrategias
para que el público vaya a nuestras salas”.
Esta indudable crisis teatral le está pasando factura a
muchos reconocidos colectivos como por ejemplo, la Asociación Plan 9. “A David (Carrillo,
director de la asociación) lo respeto enormemente, pero todos estamos sufriendo
para llevar publico a nuestras salas, hasta los teatros más grandes. Convivimos
con esta situación durante décadas, es un estadío normal de nuestra escena
local”, piensa Julia. “Pero creo que ha sido positivo poner en el candelero
este tema, ya que nos permite intelectualizar, reflexionar y cuestionar esta
situación”. Agrega también que existe bastante mezquindad en el medio, debido a
que falta cohesión. “He escuchado críticas al premio, a que uno haga este tipo
de teatro y no el otro; es decir, nos criticamos entre nosotros y nos dedicamos
a ver lo peor de los demás. Cuando no nos hemos dado cuenta que somos unas
patéticas hormigas haciendo miles de hormigueritos y que si nos juntáramos,
podríamos armar una maquinaria más fuerte. Claro, con diferencias, cada uno con
sus propias búsquedas, pero teniendo un trabajo en conjunto, avanzaríamos mucho
más”. Julia espera que la actual comunidad teatral tenga esa capacidad, para
que esta no tenga que desaparecer y las siguientes generaciones recién hagan
respetar aspectos tan básicos, como la ley del Artista. “Estamos tan embebidos en
nuestros egos y en nuestros pequeños mundos, que no nos damos cuenta de nuestra
verdadera y gran capacidad como comunidad”.
Julia no se detiene y comparte sus proyectos para este 2017,
que incluye una muy probable reposición de Luz oscura, en el marco de un
festival todavía por confirmar. “Pero mi principal proyecto es escribir, tengo
la aspiración de generar dramaturgia, como mínimo una o dos obras. Y también estaré
abierta a diversas posibilidades, ojala y me llaman como actriz”, concluye.
Sergio Velarde
5 de febrero de 2017
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