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lunes, 30 de enero de 2017

Entrevista: FRANSÉRGIO ARAÚJO

Teatro Salvaje

Desde Brasil: Compañía “Ópera Ritüal”
“El mal que fermenta en las vísceras y circula por todo el organismo se libera en explosiones cerebrales” A.A.
En memoria de los 69 años del fallecimiento del gran director francés Antonin Artaud.

El Teatro Salvaje  es una investigación de actuación teatral, de la compañía Ópera Ritüal, que envuelve técnicas  chamánicas de trance y realineamiento de sentidos y energías corporales, aliada a las técnicas del  “Teatro de la Crueldad  desarrolladas por Antonin Artaud (1896-1948), autor del  clásico “El Teatro y su doble”. Entre esas técnicas, pueden ser citadas  la “respiración artaudiana” (descrita en el texto “Atletismo Afectivo”)  el “descontrol de las emociones” (intrínsecamente apoyado en la obra “Elogio de la Locura, del filósofo Erasmo de Rotterdam). Puede ser citada, todavía, la llamada “fúria santa” de diversas religiones antiguas, captada como inspiración por el Teatro de la Crueldad y por el Teatro Salvaje, en favor del fervor de la entrega de los cuerpos para así alcanzar estados de renovación anímica, o  inclusive la redención espiritual. La capacidad de lanzarse sin ataduras y descubrir otro cuerpo en un “nuevo lugar”. La compañía busca crear potencias escénicas capaces de movilizar públicos para, a partir de ahí, romper el naturalismo de la representación.

PALABRAS DEL DIRECTOR
Considero que lo principal es concientizar a la sociedad; que ella es una potencia generadora de frustraciones y  deformidades en la psique humana. Esta es una tarea delegada a los artistas del teatro que resaltar la violencia de todas las formas y sobre el individuo como una represión que lo lleva a la incapacidad de transformar su entorno.  Es decir, el gran objetivo es crear un agente liberador de la opresión creada por los agente impuestos por la cultura “civilizadora”. Realizar un “Teatro Salvaje” es ofrecer un espejo necesario para que no caigamos en la  trampa y la explotación social. (Fransérgio Araújo)

RESUMEN DE ENTREVISTA AL DIRECTOR  FRANSERGIO ARAUJO

E: ¿Si tendrías que enumerar características del teatro salvaje, cuáles serían estas?
F: Para el intérprete: Este debería tener una necesidad de expansión de sus órganos. Eso pasa por todos los sentidos: sexual, digestivo, cerebral, emocional y su relación con su interior. El intérprete salvaje tiene una necesidad de radicalizar una posición revolucionaría dentro de esa fuerza que es violenta consigo mismo.
Otra característica es que él tiene los oídos abiertos para absorber el ambiente. Y pienso que ahí ellos consiguen desestabilizar un poco su pulsación en escena. Y en un teatro salvaje él debe desestabilizar la escena de su creación. El teatro en esta posición debe afectar. No necesita hacer entender comprender, tiene que afectar. Debe causar ahí una explosión. En todo momento busca una escena contundente, este intérprete salvaje solo debe subir a escena si él va a afectar, él no puede subir para mostrar algo.
Debe subir para mostrar mínimamente: su sangre, su corazón, sus órganos visceralmente abiertos.

E: ¿Cuáles son los objetivos de este teatro?
F: Tiene un objetivo muy fuerte, hacer que las personas vean sus vidas. Es su objetivo y una de las funciones del teatro. Y pienso que existe un objetivo mayor; crear una estructura de transformación no solo con los recursos que el teatro da: (la luz, la mecánica) pero sí con estructuras  internas que mueven esas estructuras externas por consiguiente.

E: Dirías que busca crear un nuevo espectador que absorba de diferente manera el teatro.
F: Sí, también diría que tiene otro objetivo importante que es el desbordamiento  de las emociones. Emociones verdaderas, no emociones fingidas ni buscadas. (Baba, fuego en los ojos, rabia) Emociones de un trastorno emociones fuertes. Ahí reside la catarsis.
Que me puedes ahondar sobre la relación de esta fuerza dionisiaca, que existe en el teatro salvaje.

E: Dionisos: como dios de la fertilidad y la borrachera. Ligado a las celebraciones carnavalescas. Tiene que ver con esas fuerzas estos flujos: Lo sexual, el alcohol como un embriagante que agudiza los sentidos y nos libera de la racionalidad. Una fiesta que se concentra en la ritualización de lo sagrado. Que conduce de igual forma al término “sacrificio” el actor que expone y deja su cuerpo y su psique en escena. Me podrías contar cuanto has trabajado sobre la relación de lo dionisiaco en tu investigación.
F: Eso es una herencia que traigo del “Teatro de oficina” porque es un teatro muy dionisiaco. Era una escuela de la locura, llegaba a la locura acompañada de las drogas, más este teatro llega a la locura pero de una manera sabia, no destructiva. En sí mismo y del otro, Dionisos reside ahí el causa la destrucción el trae la destrucción más este lleva al enloquecimiento trabajado en los dolores, las dudas todo eso se trabaja en el teatro oficina.

E: En conclusión el fin primero del teatro salvaje no es la forma, sino la verdad. Una verdad que expone la psique del actor, como si este estuviera con “los órganos expuestos”
Muchas gracias, Fransérgio.

Entrevistadora: Kiara Castro Béjar

Foto: Marba Goicochea. Actriz peruana residente en Brasil.  Asistente y actriz dentro de la investigación del “Teatro salvaje” como parte de la compañía “Ópera Ritüal”, dirigida por Fransérgio Araújo.

domingo, 29 de enero de 2017

Crítica: CRÓNICAS EN UN BAR

Casualidades de la vida

¿Te imaginas poder disfrutar varias obras en una misma noche? E incluso, poder elegir el inicio, desenlace y el final de cada una. Pues bien, vuelve en su tercera temporada a Victoria Bar, la puesta en escena de Crónicas en un bar. Se trata de un espectáculo de teatro-bar a la carta, que cuenta con cuatro historias cortas: cada una vendría a ser como un microteatro, por ser de corta duración. Las obras son presentadas en conjunto, con un intermedio de quince minutos entre cada una. Cada función es diferente a la otra, pues el desarrollo dependerá totalmente de la cartilla ganadora que marcó el público. La relación que habría en estas cuatro puestas en escena, sería  la actual sociedad en la que vivimos, pues se presentan temas como las rutinas, los gustos, las opciones religiosas y sexuales, la hermandad, el morbo, la fantasía, el amor y algunos hechos históricos. Crónicas en un bar, en general, es la mezcla perfecta de comedia y musical, con un toque de drama, donde puedes venir a disfrutar con los amigos.

La primera propuesta de la cartilla es ¿Aló, Angélique?, en la que una conductora de tv (Gabriela Navarro) presenta a un artista olvidado y gigoló (Stefano Tosso). Su programa transcurre al son de la música y de los agradecimientos a todas las mamitas que están en sintonía; sin embargo, no todo siempre sale como uno espera. Se trata de una parodia divertida de los programas más sintonizados de la televisión de peruana de hace algunas décadas, como los talk-shows de Laura Bozo y Gisela Valcárcel, dirigida por Pedro Pablo Corpancho. La segunda se titula Confía en mí, en la que Martín (Gabriel Gonzales) es un joven que ha decidido tomar los votos para convertirse en cura. Al enterase su amiga Lucia (Vera Pérez-Luna), esta intentará persuadirlo para que cambie de opinión, porque lo ama en secreto y no desea perderlo. Martin, al sentirse acorralado, empezará a sentir cosas por ella, pero a la vez se encontrará confundido y para no pecar, tendrá que alejarse de la tentación. En lo particular, se trata de una obra cómica con toques de realismo y exageración; es dirigida por Mario Gaviria.

La tercera propuesta tiene por nombre Muero por ti, en donde existen amores que matan: Pablo (Cristián Covarrubias) es un periodista que va en busca de su pareja (Lia Camilo), ya que ella le confiesa que tiene una noticia que cambiará su vida. Es entonces cuando vemos lo fantasioso de esta obra y la típica rutina de la relación de pareja. Se dice que el amor sobrepasa tantas barreras, que incluso ni la muerte se puede resistir a ella. Es dirigida por Joaquina Maldonado. Y finalmente, Correspondencia, que empieza con un minimusical, a cargo de Sofía (Alicia Mercado), en el que sin querer encuentra un mensaje en el mail de su hermano Tomás (Nicolás Vilallonga). Ella buscará la forma de hablar con él, pero este está más ocupado en buscar el regalo perfecto. Es ahí donde ya no puede callar más y Sofía le confiesa un secreto. Es una comedia musical divertidísima, en donde escogieron conocidas canciones (de Despertar de Primavera, Chicago) a las que cambiaron totalmente las letras originales, manteniendo solo la melodía original. Dirigida por Roberto Prieto.

Las cuatro puestas en escena cumplen con el objetivo de hacer reír al público; si bien es cierto, unas son más simpáticas que otras, sería recomendable en algunos casos no caer en la redundancia, ya que esto puede cansar un poco al público. Por otro lado, en la parte musical, un poco más de seguridad al cantar. Algunas de las duplas que estaban en escena tenían más químicas que otras, pero fue agradable el ambiente bohemio, con un toque místico, que se prestaba para la escenografía. Para finalizar, esta cita textual de Juan Mayorga resulta pertinente: “El valor de una obra teatral no depende de su extensión, si no de su intensidad, de la generosidad con que enriquezca en experiencia a sus espectadores”.

Crónicas en un bar se presenta todos los martes y miércoles de enero desde las 8 pm en Victoria Bar (Av. Pedro de Osma 135 Barranco). Las entradas pueden adquirirse en la boletería del bar. El precio es de 40 soles por las cuatro obras (entrada única).

María Victoria Pilares
29 de enero de 2017

viernes, 27 de enero de 2017

Entrevista: MARISSA BÉJAR

“Debe haber un gusto del actor por usar el cuerpo para comunicar”

Una de las puestas en escena más interesantes y disfrutables de la temporada del año pasado fue, sin duda, La multitud, flamante y primera producción teatral del Instituto Confucio de la Pontificia Universidad Católica del Perú, escrita por Nick Rongjun Yu, uno de los dramaturgos chinos contemporáneos más populares a nivel mundial. La responsable de este primer montaje de una obra de dramaturgia china en el Perú fue Marissa Béjar, directora escénica, investigadora y profesora de amplia experiencia nacional e internacional y premiada por el jurado de Oficio Crítico como el mejor trabajo de Dirección en Drama del 2016. “Definitivamente mi formación y experiencia previa en el Perú han sido muy importantes”, menciona Marissa. “Pero también ha sido crucial y absolutamente decisivo todo lo vivido, aprendido, visto, y trabajado fuera del Perú en mi estadía en Nueva York por cerca de seis años, y, desde que volví, en mis salidas al exterior de los últimos cuatro años, que me han permitido ver, experimentar y sobre todo, aprender técnicas y perspectivas diferentes a lo que usualmente se hace y se enseña en el Perú”.

“Yo diría que desde muy pequeña entré en contacto con el mundo de la actuación. En el colegio tocaba guitarra, cantaba y bailaba en las actuaciones, era maestra de ceremonias”, recuerda Marissa. “Mi madre fue una conocida actriz de teatro y televisión (Ana María Miranda), así que crecí escuchando sus historias y visitando los sets de televisión para verla actuar. Siempre el teatro y el arte escénico estaban presentes en casa”. Afirma también que le tocó vivir una época dura (fueron los años ochentas) y sentía la presión de estudiar una carrera y ser profesional. “Mi madre estudió teatro de modo profesional, y sabía en carne propia que era una profesión sumamente difícil para sobrevivir, es por eso que ella insistió mucho en que mi hermana y yo estudiáramos otras carreras de modo profesional”. En cuanto a su padre, Héctor Béjar, además de ser un profesional de las Ciencias Sociales, ha estado muy comprometido con lo que sucede en el Perú y ha tratado activamente de participar en la mejora o transformación de nuestro país. “Desde ese punto de vista, mis motivaciones de vida y el deseo de estudiar, además de mi mamá, también provienen de él”.

Estudios y experiencias escénicas

Marissa es diplomada como actriz profesional por la Escuela de Teatro de la Pontificia Universidad Católica del Perú, y Bachiller en Ciencias Sociales con mención en Sociología por la misma universidad. “Mientras estudiaba Sociología llevé varios talleres de teatro e integré el Coro Creación, que fue parte del movimiento de la nueva canción en el Perú. Cantábamos temas que buscaban revalorizar la cultura peruana y latinoamericana, con cierto contenido político. Nunca canté en solitario, el tema grupal era vital para mí”, afirma. Posteriormente Marissa entra al TUC. “Entré tanto al TUC como al Conservatorio Nacional de Música para estudiar Dirección Coral, pero me era imposible llevar ambas cosas, así que me quedé solo en el TUC”. Evidentemente, su paso por la sociología y la música ha nutrido su actual carrera como directora de teatro, por ejemplo, con La multitud. “Esa obra tiene una música y un diseño de sonido muy particulares. Me parece que también hay musicalidad en el manejo de los cuerpos en el espacio y en el timing de la acción en escena”, afirma.

Una vez terminado el TUC, Marissa pasó a dirigir montajes en el grupo Los Tuquitos (cuyo director sigue siendo Jerry Galarreta), con el que logró ganar el Primer Festival de Teatro Peruano del ICPNA en 1996, con la obra De qué te quejas, empatando con Un verso pasajero de Gonzalo Rodríguez Risco. Pero, ¿cómo llegó a la dirección? “Fue todo muy lindo: para salir de la Escuela teníamos que llevar un Taller de Dirección”, menciona Marissa. “Las únicas de mi promoción que hicimos el taller fuimos mi amiga del alma y extraordinaria actriz María Angélica Vega y yo. Esa primera experiencia la condujo nada menos que Pipo Ormeño”. Y es que aquella época del TUC fue muy particular, como relata Marissa, la de la época de los noventas. “Era el teatro del cuerpo y del movimiento, cuando el TUC era dirigido por María Luisa de Zela. Había una formación sólida, con una propuesta física importante en el Perú. Eso sí, el entrenamiento era de terror”. Marissa se decidió a dirigir la pieza El último cliente, con las actuaciones de Vega e Ismael Contreras. “Esa propuesta la vio Danny Kanashiro (co-fundador de Los Tuquitos y director invitado para La conquista); él tuvo que irse y me dejó como directora de la mencionada obra de Alejandro Buenaventura y Jorge Adoum. Con esa obra viajamos mucho y después terminé dirigiendo De qué te quejas, con la que ganamos el festival y también visitamos el interior del país y el extranjero”.

“Luego de dirigir un par de años más en Lima, decidí salir del Perú en 1999 a estudiar”, menciona Marissa. Y su experiencia acumulada ha sido vasta y literalmente por todo el mundo: residente del Royal Court Theatre de Londres en su International Residency for Playwrights and Directors; del Lincoln Center Theater de Nueva York, en su Lincoln Center Director´s Lab; de la Scuola europea per l’arte dell’attore de San Miniato, Italia; de Casa de América de Madrid, en su Residencia para Profesionales de Dramaturgia y Dirección Teatral; del Bread and Puppet Theater, en su residencia Living with the Bread and Puppet Theater, en Vermont, USA, entre otras residencias internacionales. “Mi idea era la de ampliar el lenguaje escénico que yo tenía, integrando la reflexión con la acción, experimentando con videos y sonidos, a los cuales les tenía un poco de miedo”, confiesa.

De vuelta en casa con La multitud

Marissa volvió al Perú y reconoce que la inserción ha sido muy complicada. “Es que en nuestro teatro hay tribus sólidas y, a veces, poco permeables”, reconoce. “Regresé, me casé, tuve a mi hija, pero sentí que no era el momento aún de dirigir, ya que implicaba buscar dinero, espacios, productor”. Es así que Marissa vuelve a las aulas como docente y también tiene la oportunidad de salir del país por cuestiones académico-artísticas, vinculándose con otros artistas docentes extranjeros, como en el Mellon School of Theater and Performance Research at Harvard University; en tres oportunidades en el Summer Institute Cologne, organizado por la Universidad de Colonia y Northwestern University; y en los congresos del American Society for Theatre Research en las ciudades de Dallas, Baltimore y Minneapolis, así como el de Performance Studies International, en la ciudad de Shangái. Definitivamente ser Master of Arts in Media Studies por la New School University de la Ciudad de Nueva York, universidad en la cual obtuvo también el Diploma de Post Grado en Realización de Cine, le ha permitido otorgarle un aspecto audiovisual muy particular e interesante a La multitud.

“Pienso que más que una representación literal del texto, La multitud es un diálogo, una interacción. Todo el aspecto audiovisual fue una propuesta fantástica y simbólica de un joven profesional de la especialidad de Comunicación Audiovisual de la PUCP y un equipo de alumnos”, cuenta Marissa. Comandado por Gabriel Olaya, Asistente de Docencia de la Universidad Católica y por alumnos de último año de la especialidad de Comunicación Audiovisual (Marisol Heredia, Geraldine Andicoechea, Paul Guerra, Sayuri Kina y en un primera etapa, Andrea Bernales), las propuestas sonora y visual del espectáculo se basaron en proyecciones que cuentan con diversas animaciones de su propia autoría. “Me resulta muy interesante la experimentación escénica con nuevas tecnologías”.

Para interpretar La multitud, se convocó a un elenco de actores muy parejo, que no solo incluyó a la infaltable María Angélica Vega, sino también a Víctor Prada, Oscar Carrillo, Anneliese Fiedler, Mariajosé Vega y Claret Quea. “Yo tengo mi propio criterio sobre cómo debe ser un actor ideal”, reconoce Marissa. “Primero, este debe manejar el texto desde una perspectiva muy contemporánea y sólida en técnica: tiene que buscar la verdad en el otro y no en uno mismo. La idea es que el actor realiza un trabajo físico en el que el texto opera sobre el otro, con el texto uno busca que el otro personaje haga algo. Para mis montajes siempre necesito actores que tengan esta técnica, o que al menos estén dispuestos a aprenderla”. En segundo lugar, y como aplicada alumna del TUC, afirma que el trabajo del cuerpo es muy importante. “Debe haber un gusto por usar el cuerpo para comunicar, incluso en dramaturgias donde el texto es uno de los ejes centrales, como La multitud; por algo el teatro es teatro, eso lo diferencia de que te narren la historia o que la leas, tiene que haber algo interesante sobre el escenario”. Y finalmente, un actor no puede ser problemático. “Problemas en un montaje siempre van a haber y hay que solucionar, todos tenemos que tener buena vibra y aceptar trabajar con riesgo, de poder experimentar, de tirarse a la piscina; puedes ganar o perder, pero lo haces a conciencia. Esa actitud estuvo presente en todos los actores de La multitud”.

Actualmente, Marissa es profesora asociada de la Facultad de Artes Escénicas de la PUCP, y también ejerce en la Facultad de Ciencias y Artes de la Comunicación, en la Facultad de Ciencias Sociales y en la Maestría de Antropología Visual. Además, realiza el Doctorado en Sociología en la Pontificia Universidad Católica del Perú donde desarrolla un tema de tesis vinculado a las artes escénicas en Lima. Además, nos comparte con mucha alegría uno de sus proyectos para este año: ha sido invitada para ser una de los directores del "International Master Class on Directing", organizada por el Shanghai Theatre Academy. “Es un programa bellísimo donde se selecciona a cerca de 25 participantes de todo China, entre directores, actores, bailarines, performers de ópera china, etc., maestros de dirección teatral, y estudiantes de dirección a nivel de posgrados, para trabajar con directores de alguna región del mundo”.  Si bien es cierto, en años anteriores se han concentrado en otras regiones como Europa del Este, Estados Unidos u Oceanía, este año le tocó a América Latina. “Seremos cuatro directores de la región y cada uno de nosotros estará una semana y media en Shangái conduciendo este espacio de trabajo tan interesante. La idea es que cada director está a cargo de una semana y comparte sus métodos y técnicas de trabajo, así como su visión como artista con todos los participantes”. Marissa comenta que esta ha sido una invitación cuyo proceso ha durado varios meses el año pasado, y que incluyó una visita de los directores del programa a Lima para ver su trabajo y realizarle una entrevista antes de oficializar la invitación. “Estoy muy orgullosa por esto, muy entusiasmada y feliz por esta experiencia hermosa por la que voy a pasar”, concluye.

Sergio Velarde
27 de enero de 2017

miércoles, 25 de enero de 2017

Entrevista: RODRIGO FALLA BROUSSETT

“No hay excusa para dejar de aprender”

De todo en día fue un espectáculo que consistió en cinco obras de corta duración, producto de los talleres de Plan 9, a cargo de David Carrillo. Uno de los cuadros más celebrados fue Dúo matrimonial de Lauren Wilson, con la participación de Rodrigo Falla Brousset, que resultó ganador del premio del jurado de Oficio Crítico como el mejor actor de reparto de comedia 2016. “Fue muy divertido trabajar con mi pareja de escena Sandra Barbosa (ganadora también por Love and chill)”, afirma el joven artista. “En el taller probaron varias parejas con la lectura, pero al leer con Sandra hubo tanta química que al final David nos dio los personajes. Con ella jugamos un montón, es increíble tener una compañera con la que tienes conexión y que nunca te dice que no… a las proposiciones teatrales, claro (ríe)”.

“Desde el colegio siempre he estado comprometido con las actuaciones”, recuerda Rodrigo. “Solo hasta después que estudié gastronomía, es que decidí que lo que más me gusta es la actuación”. Inició en talleres para adolescentes en el TUC (él salió del colegio a los 15 años), y a la par participó en talleres de improvisación en Pataclaun. “Posteriormente entro formalmente al TUC, dos años después paso al Conservatorio de Leonardo Torres Vilar y al terminarlo, finalmente, al Taller de Plan 9”. Rodrigo considera que un actor nunca termina de formarse. “La impro ayuda a la desinhibición y a mí me ayuda para poder jugar con los personajes que me dan, estar vivo en escena”. Por otro lado, asegura que con Torres Vilar y Carrillo creció tanto como actor y persona. “Con Leonardo, aparte de aprender la técnica Meisner de “reaccionar honestamente”,  leía un montón de obras de teatro y descubrí que no solo me gusta actuar, sino también leer teatro. Y de David me quedo con la sabiduría que tiene para enseñar, puedes conversar con él y ya te está enseñando algo; además, aprendí más sobre la construcción del personaje y mucho sobre dirección, en cómo ve el montaje y cómo lo desarrolla”.

La problemática del teatro

La inminente pérdida del Teatro Larco y el alto en las actividades de la Asociación Plan 9 han sido duros golpes para nuestro panorama teatral. “Admiro mucho a David, su productora nació por la necesidad de dos personas (Giovanni Ciccia y Carrillo) por hacer teatro”, afirma Rodrigo. “Pero pienso que esta situación no puede detenernos. Sepamos aprender de lo que salió mal, para que luego nos salga bien. Yo creo mucho en proyectos que a la mayoría le parecerán imposibles, pero para hacer buen teatro en nuestro medio y sin contar con una sala o actores mediáticos, hay que arriesgar”. La pregunta que ronda el ambiente es: ¿Qué hacer para llevar gente al teatro? “Creo que tenemos que detenernos a analizar qué es lo que el público quiere ver”, reflexiona Rodrigo. “Puedes pensar en hacer una obra porque sientes que es el momento de hacerlo, pero tienes poca gente. Es que acaso no es lo que el público quiere ver en ese momento. Tampoco digo que hay que hacer teatro superfluo o mediático. Pero debemos encontrar un equilibrio. Verás que el público que acostumbra pagar y el que no, irán a las salas”.

Para Rodrigo, las características que debe tener un buen actor de teatro son ser disciplinado, estar siempre dispuesto a aprender y recordar sus orígenes. “Como tratas debes ser tratado”, sentencia. “La disciplina conlleva la puntualidad, aprender el texto, la higiene, entre otros: el teatro es un arte grupal”. Si no hay presupuesto para llevar un taller o estudiar, Rodrigo asegura que leyendo, observando y escuchando puedes aprender mucho. “No hay que dormirse en los laureles. Yo no tengo un gran capital para estudiar en otro país, pero sí viajo para ver teatro y aprendo de esas obras, he visto montajes que me nutren como actor y director. No hay excusa para dejar de aprender”. La humildad también es una característica especial que considera Rodrigo. “Si en un momento dado, llegas a un nivel más reconocido, acuérdate con quienes empezaste. Hay que ser agradecido, conozco gente muy humilde que trabaja para grandes productoras y también gente que con solo un taller cree que ya lo sabe todo. Debemos dejar ese antiguo pensamiento del querer ser protagónico; así un personaje salga solo una vez en escena, sin él no hay función. Todos somos uno al momento de hacer teatro”.

Por otro lado, para Rodrigo existen varios tipos de directores de teatro. “Algunos te dejan total libertad y van construyendo con lo que les das; otros que llevan algo ya estudiado y predispuesto, pero a la par trabajan contigo; y finalmente, los que tienen toda su obra ya en la cabeza. Ninguno está mal. Pero creo que un buen director sabe escuchar a sus actores”. Importante también para Rodrigo es que formen parte activa del grupo. “Me ha pasado que hay directores ausentes, que van a dirigir, dicen un par de cosas y luego ya no los ves”. Finalmente, es necesario que un director sepa lo que está haciendo. “No que no haya estudiado dirección, me refiero a que llegue con un conocimiento previo, por ejemplo, que sepa las referencias específicas en el texto”. Rodrigo solo ha trabajado con directores que han sido actores y sí lo considera una ventaja. “Conoce cómo se desenvuelve un actor, se divierten contigo dependiendo del estilo de la obra”.

De todo en un día y proyectos

Para el mencionado proyecto de De todo en un día, Carrillo convocó a egresados de su Taller de Plan 9. “Es algo que otras escuelas también deberían hacer: Roberto Ángeles lo hace, Leonardo también en su última puesta, Escenas en casa de Vasili Beseménov. Demuestra que se confía en lo que se está formando”. Inicialmente, Rodrigo pensó en llevar la pieza Dúo matrimonial a microteatro, pero después de la agotadora temporada reconoció que fue mejor no hacerlo. “Acabamos agotados, fue una bonita experiencia (adicionalmente de la dirección de David), pero muy extenuante: en escena el personaje de Sandra me tiraba literalmente de un lugar a otro”.

Como lo mencionaba Rodrigo, el riesgo es muy importante en los proyectos que decide realizar. “Tengo varias cosas gestando: dos musicales y algunas obras de las que no puedo hablar mucho, entre ellas, un proyecto de obra teatral con 50 actores”. Leyó bien: ¡50 actores! “Como productor normalmente dirías: ¡Ni hablar! Pero todos los actores que hemos invitado se sienten muy motivados. No puedo adelantar mucho, pero es un proyecto que debió haberse hecho acá desde hace mucho tiempo. Dará que hablar de buena manera y será una experiencia teatral diferente”. Y es que para el montaje se han convocado actores de todas las edades, escuelas y estilos. “Solo produciré, la obra no necesita director”, concluye misterioso.

Sergio Velarde
25 de enero de 2017

martes, 24 de enero de 2017

Entrevista: CRISTHIAN PALOMINO

“Si crees que el personaje no es para ti, es mejor dejarlo pasar”

Una de las comedias más entretenidas del año pasado fue, sin duda, Love and chill. Escrita por Federico Abrill y David Carrillo, y dirigida por este último, la puesta en escena sirvió para el lucimiento de diez jóvenes actores egresados del taller de Plan 9. Uno de ellos llamó la atención por su desenvolvimiento escénico: Cristhian Palomino ganó el premio del jurado de Oficio Crítico como mejor actor de reparto. Y no es la primera vez que Cristhian gana un reconocimiento por su trabajo. “En tercero de secundaria el profesor de Historia nos animó a participar en un concurso municipal”, recuerda. “Escribí el libreto, animé a mis compañeros a participar y competimos contra colegios que sí tenían profesores de teatro. Ocupamos el primer lugar, gané los premios para el mejor actor y el mejor texto. Me dije: de repente esto es lo mío”.

Posteriormente, Cristhian entra a la facultad de Comunicaciones de la universidad San Martín. “Pensaba que el teatro era solo un hobby mientras estudiaba Comunicaciones. Pero después decidí hacerlo profesionalmente. También me incentivó mucho ganar la Presea Uchuraccay del Colegio de Periodistas por mi investigación y posterior dramaturgia de Muertos que aún respiran, obra basada en la época de conflicto interno”. Su profesor en la universidad fue nada menos que Jonathan Oliveros, actual director de Liberarte Talleres Especiales y responsable de algunas de las más simpáticas y exitosas comedias de la temporada. “Ahora yo tomé la posta, dirigiendo actualmente al elenco; y así como me enseñó Jonathan, motivo a mis alumnos (o compañeros, como me gusta llamaros) a que vayan a ver muchas obras de teatro al año. Estoy muy agradecido con la USMP porque ahora reconoce a nuestro grupo y  nos apoya. El decano Johan Leuridan se preocupa por los emprendimientos de sus alumnos”.

Talleres y maestros

“David (Carrillo) es mi maestro, confío mucho en él, siempre ha sido un gran apoyo”, afirma Cristhian. Consultado sobre el cese temporal de actividades de la Asociación Plan 9 por falta de público, entre otras cosas, él opina que los jóvenes son tercos y tienen ganas de hacer cosas nuevas. El propio David les inculcó el hecho de autogestionarse. “Es cuestión de ejecutar  estrategias de publicidad, de poner el hombro  para que el teatro siga reinventándose. Tener un buen producto, pero también difusión creativa”. Cristhian afirma ser sumamente detallista cuando debe promocionar alguno de sus montajes. “Cuidamos cada detalle, los afiches, los flyers, las campañas de intriga. Yo estoy seguro que Plan 9 solo se va a tomar un descanso y sé que va a encontrar la manera de volver por todo lo alto”.

Por otro lado, Cristhian también ingresó a la escuela Vodevil. “Existe en Vodevil, la agencia y la escuela de teatro; yo entro a trabajar en la agencia en redes sociales, pero estando allí me recomendaron entrar a la escuela. Así lo hice y fue una experiencia súper interesante, hice musicales, aprendí técnica de canto, de baile”. Cristhian reconoce que lo mejor de Vodevil es que es como una familia y además, destaca a sus compañeros, que desde muy lejos acuden a la escuela con muchas ganas de aprender y trabajar. “Tanto Plan 9 como Vodevil son escuelas muy lindas y diferentes entre sí a las que quiero mucho; para mí fueron muy complicados mis tiempos en el 2015: por las mañanas en Plan 9, por las tardes trabajaba y por las noches en Vodevil. Fueron experiencias enriquecedoras”.

Cristhian considera que un buen actor de teatro debe “saber escuchar, pues la experiencia no hace que lo sepamos todo”. Resalta también la constancia y la puntualidad, pues de lo contrario se pierde la disposición y el respeto a la hora de ensayar. “Es importante que el actor se enamore de las obras en las que está. A veces cuando uno empieza, acepta por emocionado pero ya aprendí la lección. Debemos ofrecer un trabajo con dedicación total, si crees que tal personaje no es para ti, entonces es mejor dejarlo pasar”. De otro lado, un buen director de teatro debe “aceptar que los actores tienen propuestas y que estas podrían ser interesantes para el montaje. En eso se basa también la exploración. Otra característica importante de un director, en mi opinión, es que debe saber tomar decisiones, tener  la facultad de escuchar pero también de decir: ‘Esto queda’.”

Los montajes y proyectos

Nuestro secreto (2015) de Rosabel Rojas fue el primer montaje profesional de Cristhian (como él mismo afirma), en donde conoció a dos experimentados actores, como lo son Lilian Nieto e Ismael Contreras. “Ellos son mis padres en el teatro”, manifiesta. “Tengo siempre comunicación con Lilian, especialmente cuando nos suceden cosas peculiares, nos llamamos de inmediato;  con Ismael es más complicado porque siempre está ocupado, pero cada vez que nos vemos encontramos un espacio para conversar”. Cristhian aspira a convertirse algún día en un artista como ellos. “Son muy profesionales, yo estaba con muchos nervios en la temporada, pero la comunicación entre todos fue muy fluida. Ellos buscan compartir sus experiencias con los jóvenes, hacen dinámicas, ojalá pueda tener algún día esa potencia y fuerza”.

Además, Cristhian participó en los montajes de Promoción (2015) de Aldo Miyashiro y en No vas a ganar (2015), escrita por él mismo; también considera que han sido procesos enriquecedores. “Kathy Serrano se ha convertido en una gran cómplice y amiga. Estos montajes no habrían sido un éxito sin su genialidad. Junto a Raúl Sánchez formamos un gran equipo para microteatro”.

“Luego de terminar el taller de Plan 9 (con el montaje de Una historia de cine a lo Hollywood), uno siempre tiene la ilusión que David nos convoque para estar en uno de sus montajes”, recuerda Cristhian. Es en marzo del año pasado que Carrillo convoca a 20 de sus egresados para realizar un taller laboratorio sobre el amor. “Hicimos las improvisaciones con gente a la que admiro mucho y luego David nos dijo que iba mandar correos a 10 de nosotros para hacer el montaje. Ese día revisé mi correo por la tarde y no había nada, pero después a las 8 de la noche me encuentro con Federico Abrill que me dice que revise mi correo y efectivamente había sido convocado”. Su personaje, un muchacho inmaduro que “gilea” a una mujer mayor (Sandra Barbosa, ganadora del premio del público), logró llamar la atención. “Como lo mencioné en la premiación, mis compañeros son como mis hermanos y hemos formado una verdadera familia”. Con dos exitosas temporadas en Lima y con funciones llenas en Arequipa, Love and chill fue un verdadero reto para su elenco. “Esa obra requiere demasiado un timing preciso, pero tenemos todos mucha química y cariño. Cada uno de mis compañeros tiene un gran futuro”.

Cristhian tiene múltiples proyectos para este 2017. “Estaré en microteatro con la obra De vuelta por Gino, con Natalia Torres y Manuel García. Estoy dirigiendo Azul Resplandor de Eduardo Adrianzén y Sombras nada más de David Carrillo, todo esto con el Elenco USMP; además, estoy organizando un festival de teatro para el mes de junio". También verá la luz en setiembre, una versión extendida de la microobra Todo por los 15 mil, escrita y actuada por Cristhian, quien interpretará nuevamente a Roxy. “Y en noviembre estaré actuando en la obra Nuestro hermano del español Alejandro Melero. Y por supuesto, estoy dispuesto a trabajar en lo que se me presente”, concluye.

Sergio Velarde
24 de enero de 2017

lunes, 23 de enero de 2017

Crítica: LA REBELIÓN DE LOS VILLANOS

Disfrutando el teatro infantil

Siempre me ha parecido que el teatro para niños se mueve en una delgada línea en donde fácilmente se puede pasar de tratar a los niños con cariño y comprensión a tratarlos como personas que no entienden las cosas. Tengo un hijo de 9 años y he sido testigo varias veces de lo expuesto líneas arriba. Es por eso que siempre intento informarme de cómo es la obra que queremos ver para estar seguro de que mi hijo vea un espectáculo que lo divierta, le enseñe algo, lo conmueva, lo sorprenda, le haga pensar, o, de preferencia todas las anteriores juntas, pero siempre, tratándolo como una persona inteligente.

Es por eso que fui a ver La rebelión de los villanos, del grupo T-atrín, con la expectativa de mi faceta de papá más que la de alguien que hará una crítica teatral, y debo decir que en líneas generales el saldo fue positivo.

Para ser más claro, voy a hablar de la obra desde dos enfoques: Primero, desde lo que creo que los niños, el público objetivo de la obra, valoran más, y segundo, desde lo que creo que una obra debe tener.

Entonces, desde el primer enfoque creo que los niños disfrutaron mucho de la obra porque ésta tiene varios aciertos que le permiten al niño estar “pegado”. De todos ellos, el que me pareció más acertado es que tienen música en vivo lo cual da al espectáculo una emoción diferente y esto se acrecienta porque uno de los personajes toca la guitarra y la batería. Otro acierto es el vestuario, el cual es bonito y llamativo. La obra también han acertado al jugar con la oscuridad de la sala pues da un toque misterioso y tenebroso, lo cual es preciso para el clima que se quiere tener, a pesar de que los niños muy pequeños podrían asustarse un poco.

Por último, me parece genial que hayan cuidado el propiciar la participación de los niños, quienes aportan a la historia dando indicaciones a los personajes, consolándolos y hasta acusándolos, según sea el desarrollo de la historia.

Desde el segundo enfoque, que es lo que creo que toda obra debe tener, creo que La rebelión de los villanos tiene un problema con lo que quiere decir y tiene un “final de texto” confuso. Cuando digo “final de texto” me refiero al final de la historia en sí, sin tomar en cuenta lo último que vemos en escena que es un fin de fiesta con canción y baile. Creo que es necesario ser muy claro con lo que quieres contar y no importa si es una obra para niños o adultos, la claridad del mensaje es algo básico, y de eso adolece esta obra.

Por último, y a pesar de lo dicho líneas arriba, creo que La rebelión de los villanos es un espectáculo que los niños disfrutarán, pero que si se ajustan los puntos débiles podríamos estar frente a un trabajo muy interesante.

Daniel Fernández
23 de enero de 2017

Entrevista: LIA CAMILO

“Los medios no le dan prioridad al teatro”

“En un principio quería ser bailarina de ballet, era mi sueño”, recuerda la joven actriz de origen cubano Lia Camilo. Sin embargo, debido a una grave escoliosis de columna que le impedía mantener una postura derecha, tuvo que abandonar con mucho dolor ese sueño. Y eso le permitió entrar de lleno en la actuación. “Busqué otras cosas que hacer; en Cuba hay mucho movimiento artístico, como los llamados círculos de interés, que vendrían a ser como talleres, que se impartían directamente en centros especializados, practicando en los mismos centros. Así hice taller de cámara, de títeres y de cuenta cuentos en el ICRT”. Lia proviene de un pueblo alejado de la capital, a la cual se mudó con su madre cuando tenía ocho años. “A los nueve vi mi primera puesta de teatro, una obra militar en la Sala Universal de las FAR (Fuerzas Armadas Revolucionarias). Recuerdo que al instante me dije que quería hacer esto y estar en el escenario la vida entera”. Ese fue el primer paso que tomó Lía hacia las artes escénicas y que le permitió ganar el premio del jurado del Oficio Crítico 2016 como mejor actriz de reparto en comedia por el montaje de Vanya y Sonia y Masha y Spike de Christopher Durang.

Todavía en Cuba, Lia llevó estudios en la ENA (Escuela Nacional de Arte) y el ISA (Instituto Superior de Arte), y además, parte importante de su formación fue pertenecer a Teatro Estudio, bajo la dirección de Raquel Revuelta (una de las actrices más importantes en Cuba y Latinoamérica en los años 60), y al taller de teatro de La Casa de Cultura de Plaza, que la llevó a formar parte de la Compañía de Teatro Olga Alonso, bajo la dirección de Humberto Rodríguez. “Hice además una licenciatura en  Educación, con especialidad en la enseñanza de Lenguas (inglés)”, añade Lia, quien estudiaba inglés por las mañanas y por las noches, teatro en el instituto.

La verdadera realidad cubana

“Me quedé en el Perú, porque la situación en Cuba era muy difícil, no necesariamente para los actores, pero sí en cuestión de libertad: aquí en Perú pude descubrir que la libertad era todo lo que necesitaba”, reflexiona Lia. Evidentemente, la noticia de la muerte de Fidel Castro le tomó por sorpresa, cuando recibió fue un mensaje de whatsapp de su colega Alonso Cano. “Como era Alonso pensé inicialmente que era una broma, pero luego busqué en internet y lo confirmé. Empecé a llorar, no podía creerlo, lloraba de alegría, de alivio, no por la muerte en sí, sino por todo lo que representaba Fidel Castro, tanto sufrimiento y tanta separación en mi pueblo. Los cubanos en Cuba tienen una idea muy pequeña de  lo que es la libertad”.

Lia había pertenecido a la juventud comunista, siendo dirigente fidelista muy comprometida en la política. “Hasta que empezaron a pasar cosas que no podía dejar de ver, y al salir de mi país pude ver cuánto nos habían engañado". Y es que la población cubana había vivido bajo el régimen de Fidel Castro durante casi 60 años. “Y la mayoría ha sido parte de un aleccionamiento, de un trabajo psicológico diario, de un lavado de cerebro con consigna; por eso es tan fuerte la represión en Cuba. Ahora me doy cuenta que nuestra educación no es la mejor, que nuestra salud no es la mejor, es como despertar un día y darte cuenta que todo lo que sabes lo tienes que desaprender”. Lía comenta que debido a que no llega la televisión extranjera, los cubanos no saben que existe un mundo fuera de la isla. “Es que en Cuba no existen fronteras, es agua lo que te rodea”.

La vida artística en Perú

“Recuerdo que en el 2004 asistí a una lectura dramática en el Británico con el dramaturgo cubano Pedro Monge donde leía Celeste Viale. Conversé con ella y nos caímos bien, le dije que era actriz y me dijo que vaya al día siguiente a Preludio (en aquella época ubicado en la avenida Salaverry)”, comenta Lia. Es allí donde conoce a Jorge (Coco) Chiarella y a Alberto Isola, y muy sorprendida se entera que tenían conocidos y maestros en común. “Coco me invitó a asistirlo en la dirección en Enrique V, con un gran elenco: Isola, Bruno Odar, Salvador del Solar, Wendy Vásquez y Alfonso Dibós. A partir de ahí se me abrieron muchas puertas”.

Posteriormente, Isola invita a Lia a asistirlo en El zorrito audaz, mientras conocía a más gente del medio. “Luego salí embarazada de mi primer hijo y me retiré del ambiente teatral, no hice nada más”, menciona. Cuando su hijo cumplió dos años, Giovanni Ciccia le comentó que se retiraba de la Biblioteca Nacional y que buscaba teatro y productora. “Y pasaba el tiempo y yo ya quería volver al teatro. He servido cafés, producido muchas obras, lavado muchas prendas (ríe), ya pagué mi derecho de piso. Tuve hace unos años un problema de salud fuerte y en ese momento de mi vida ya con dos hijos, pensé que no iba a morirme sin hacer lo que más quería, tomé muchas decisiones importantes, ese año. Una de ellas fue regresar al escenario”.

“Llevaba mucho tiempo sin practicar”, recuerda Lia. “Entré al taller de Alberto Isola para ponerme en forma otra vez y ahí todo sucedió, pues conocí a la gente indicada. Debo decir que Escena Contemporánea y Alberto Isola han sido muy generosos conmigo, aún mantengo una deuda económica con ellos, pero más que eso, una deuda de corazón, porque su taller me abrió de nuevo las cortinas del teatro”. Luego vino Aquello, puesta en escena de Vanessa Vizcarra y dirigida por Ernesto Barraza, que constituyó un nuevo comienzo para la joven actriz. “Fue un papelito pequeño (la enfermera), pero estoy muy agradecida con Ernesto y con todo el equipo de Aquello. Fue una lindísima primera experiencia”.

“Luego estuve con Miguel Iza y con Martín Velásquez en Microteatro. Y de ahí me convoca David Carrillo para estar en Vanya y Sonia y Masha y Spike, menciona Lia. Interpretando a Cassandra, una joven cubana encargada de la limpieza, ella se lució en medio de un elenco que incluía a Isola y a Natalia Torres, entre otros. “Fue una temporada muy placentera y la disfruté mucho. Pero en medio de ella, me tuvieron que operar de un tumor maligno y por doce días me reemplazó Anaí Padilla. Regresé con 17 puntos en el abdomen y me sentía morir en el escenario físicamente, pero más viva que nunca por dentro”. Y aunque suene increíble, Lia tuvo problemas con el acento cubano. “Había (he, sigo) luchado muchísimo para quitarme el acento y el primer personaje importante que me toca interpretar es el de una cubana. David me molestaba diciéndome que me había contratado por ser cubana y que ahora necesitaba un coach para justamente hacer de cubana”, agrega riendo. Luego llegaría Ópera, su primer protagónico de teatro.

Artes escénicas y proyectos

“Un buen actor de teatro debe tener el corazón abierto, él es un comunicador de sentimientos, una vitrina de vidas que no son las suyas”, asegura Lia. También menciona que la disciplina es muy importante y fundamental, así como en el cine o la televisión, aunque con diferencias: el teatro es un trabajo meticuloso de repetición, ya que se hace a diario en los ensayos, como un programa en vivo cada día y sin disciplina todo puede llegar a ser caótico. Lia comenta que le encantaría ser más disciplinada. “Es importante también conservar la humildad y conocer las limitaciones, pues todo el mundo tiene algo que enseñar, todo es representativo y siempre hay algo nuevo que aprender”. Como dato curioso, Lia aborrece el momento en el que sale a recibir los aplausos después de la función. “Me siento observada, porque dejo el personaje y soy Lia Camilo esperando a recibir aplauso, eso me intimida”.

Para Lia, un buen director de teatro debe “escuchar a sus actores; pero en contraparte, me gusta que me digan todo, dónde moverme, cuándo hacer esto y lo otro, todo lo practico en los ensayos, trato de dar siempre lo mejor de mí para ser un soldado, pero lo demás debe dejármelo a mí porque yo tengo mis propias ideas. No olvidemos que los personajes mutan de acuerdo con los actores”. Sin duda, un director muy presente en la corta carrera de Lia es Carrillo. “Él es el director que te deja mucho ser, tiene una idea clara de lo que quiere y se las arregla para que tú encuentres su camino”. Asegura también que le encanta trabajar con él porque ante todo es una buena persona. “Más allá de sus cualidades profesionales, David es gente de bien, muy sentimental, tiene mucho amor a todo lo que hace y te impregna de ese entusiasmo, además, Plan 9 es como mi familia, y está muy bueno trabajar en familia.”

La situación actual del teatro peruano no le es indiferente a Lia. “Con Vanya y Sonia y Masha y Spike no nos fue bien, últimamente no le ha ido bien al teatro Larco y tuvo poco púbico. Creo que ese problema lo teneos todos los que hacemos teatro independiente, ya que los otros tienen un engranaje para hacerlo funcionar. El teatro independiente carece de recursos, aunque, paradójicamente,  se ‘recursea’ muy bien. El teatro necesita mucho de los medios, pero no son prioridad para ellos. Pienso que la falta de público siempre ha existido en el teatro, sobre todo en el teatro independiente, y no creo que las cosas hayan cambiado demasiado”. Sin embargo, Lia sí está convencida que actualmente se hace muy buen teatro y que la gente joven es más exigente por ofrecer un buen producto. Se percibe que está más interesada en aprender, en seguir avanzando, hacen miles de talleres, están en constante renovación y formación y por eso está convencida que a la larga, tiene que ser algo muy bueno. “Considero que esta crisis es relativa, el público siempre irá a ver lo que es bueno, solo hay que resistir”.

“¡Estuve muy preocupada hasta noviembre porque nadie me llamaba!”, exclama Lia, consultada sobre sus proyectos para este 2017. “Felizmente, participaré en varias obras: en la tercera temporada de Crónicas en un bar; en junio estaré en el Centro Cultural Ricardo Palma con una obra de Angelo Condemarín y dirigida por Paola Vicente; luego actuaré en Bosques de Wajdi Mouawad (autor de la imprescindible Incendios) que dirigirá Manuel Trujillo; tengo otro proyecto confirmado para agosto, del que aún no puedo decir nada, y además estaré en  La dama y el laberinto de Alfredo Bushby, dirigida por Martín Velásquez, nuevamente en el Ricardo Palma”. Este año disfrutaremos del talento de Lia en varios montajes. “Estoy feliz y agradecidísima, no puedo creer lo afortunada que soy”, concluye.

Sergio Velarde
21 de enero de 2017

Entrevista: GABRIEL GIL

“Pienso que el público está malacostumbrado”

Ganador del premio del público como el mejor actor de reparto de Comedia o Musical en la encuesta del Oficio Crítico por Zapping, 3 musicales en 1, el joven actor Gabriel Gil confiesa que desde pequeño fue (y es) muy introvertido. “En el colegio hice unas cuantas obras de corte religioso (mi colegio era religioso) y me costó mucho; pero en cuarto de secundaria me llaman para entrar a una banda de rock”, recuerda. “Luego decidí estudiar música y al segundo año me convocan para actuar en Carmín, el Musical (2011) y entonces me dije que esto es lo mío”. Este espectáculo, dirigido por Joaquín Vargas, fue el primer paso para que Gabriel vaya desarrollando su talento sobre las tablas, no solo actuando sino también cantando.

“Quise ver algunas posibilidades para ir a estudiar fuera, pero fue muy complicado, así que entré a Artes escénicas en la Universidad Católica y ya estoy por acabar”, cuenta Gabriel. Es así que tuvo el privilegio de aprender de grandes artistas y maestros como Alejandra Guerra, Katiuska Valencia, Joaquín Vargas, Mateo Chiarella, Wendy Vásquez, Alberto Isola y Coco Guerra, así como en talleres externos con Raúl Zuazo, Sergio Galliani y Grapa Paola, entre otros. “En la universidad, en los diferentes ciclos que te toca, tienes la chance de conocer cómo es el mundo del teatro por temporadas con varios directores”.

Las experiencias como actor

Si bien es cierto, Oficio Crítico notó a Gabriel en la excelente Bare: expuestos (2014), un musical que abordaba con valentía la discriminación y la búsqueda de la identidad sexual en nuestra sociedad (y por el que fue nominado por Oficio Crítico ese año), este ya había interpretado el rol central en La Chica de la Torre de Marfil (2013). “Para mi buena suerte y la mala de Andrés Wiese (el protagonista de la obra), lo reemplacé porque tuvo un desgarro en el brazo”, comenta Gabriel. Posteriormente estuvo involucrado en diversos espectáculos teatrales demostrando mucha versatilidad, ya sea actuando o codirigiendo: por ejemplo, en el 2015 estuvo en Climax! de Alejandro Melero, dirigido por Gerardo Díaz y Antonella Esposito; en El Mago del País de las Maravillas, de Gonzalo Rodríguez Risco y dirigido por Javier Valdés y en Un cuaderno azul (al que le faltan algunas hojas),  con la dirección de Alberto Isola.

¿Cuáles son las condiciones básicas que debe tener un buen actor de teatro? “Debe ser multifacético”, afirma Gabriel. “Además debe ser un gran ‘conchudo’, tener cancha y no tener vergüenza; y por supuesto, el trabajo, tener el objetivo claro y no parar nunca”. Por otro lado, un buen director de teatro “probablemente debe haber sido actor, tiene que saber el lugar en el que estamos nosotros”. Además, considera que es importante que un director tenga una visión macro de la obra. “Debe tener un panorama general de todo, ser omnipresente, ver la escenografía y lo estético, hasta el más mínimo detalle, y por supuesto, la música”. Evidentemente, el aspecto musical es sumamente importante para Gabriel. “No hablo de la música de la pista de sonido, sino de la fluidez y el ritmo del verso y de la palabra del actor”.

Los proyectos después de Zapping

Aparte de participar el año pasado en Santísima Muerte: La fiesta del más allá, con la dirección de Dusan Fung (nominado a mejor montaje por Oficio Crítico), Gabriel también fue uno de los protagonistas de Zapping, 3 musicales en 1, espectáculo premiado por el jurado del presente blog y que le dejó grandes satisfacciones. “Recibí un correo invitándome a un casting, como muchas veces te llegan y al final, no pude ir. Luego me llamaron para que vaya de frente al ‘callback’, me encontré con Natalia Salas (con quien ya había trabajado en El Mago del País de las Maravillas) y al final, nos quedamos con ella en el proyecto”. Una de las características de la puesta en escena fue la gran química entre los actores, que incluía también a Martín Velásquez. “Fueron cuatro largos y arduos meses de trabajo para dar a conocer este producto peruano alucinante que de verdad me hubiera encantado ver. ¡Fueron tres musicales distintos en su composición musical y dramatúrgica! Con mis compañeros de elenco logramos un gran nivel de dedicación, estábamos el uno con el otro y nos motivábamos siempre para seguir adelante”, exclama. Otra característica del proyecto fue la cantidad de gente joven involucrada, como el productor Pedro Iturria y el director Mario Mendoza.

Gabriel nos informa que se acerca una bienvenida reposición de Zapping, para aquellos que no la hayan visto o que deseen repetir una visita. “También estoy con mis talleres de canto para niños y además, voy a estar en El Gran Teatro del Mundo (monumental obra de Calderón de la Barca) en la Catedral de Lima, al lado de grandes eminencias. Haré con solo 24 años el papel del Rey, mientras que el resto del elenco supera los 40”. Por si fuera poco, participará en las puestas en escena de Todo el sentido del mundo, en abril en la AAA; y en El enfermo imaginario, una adaptación música del clásico de Moliere por Sergio Galliani, con canciones de los años sesenta. Posteriormente, Gabriel estará viajando a España para seguir una maestría. “Pienso que nuestro público está malacostumbrado”, reflexiona. “Si no haces una comedia que trabaje elementos de experiencias cotidianas, la gente no va al teatro. El público está mal orientado, a nivel teatral, cinematográfico y televisivo”. Sin embargo, reconoce que a pesar de ello, el Perú se encuentra en una era de grandes cambios a nivel teatral/cultural/artístico. “Con muchos nuevos rostros talentosos que están en una constante lucha por sacar nuevos y refrescantes proyectos de una naturaleza distinta a lo ya establecido; se vienen grandes y sorprendentes producciones que lo revolucionarán, creo yo, absolutamente todo”, concluye.

Sergio Velarde
23 de enero de 2017

viernes, 20 de enero de 2017

Entrevista: ALEJANDRO MANSILLA

“Hay que encontrar otras posibilidades con la imaginación”

Ganador del premio del público como mejor actor de reparto 2016 en la encuesta del Oficio Crítico por la comedia familiar El león, el joven intérprete Alejandro Mansilla nos comenta sobre sus inicios. “Me interesé por la actuación desde el colegio, cuando mi profesora nos incentivaba a participar en sketches y representaciones cuando tenía 13 y 14 años”, recuerda. “Posteriormente llevé un taller con Marcelo Oxenford por poco tiempo y aunque me gustó, todavía no me decidía a llevar la actuación profesionalmente”. Es así que Alejandro estuvo coqueteando con otras carreras como Topografía, Hotelería y Turismo y hasta postuló a la Pre en Administración. “Fue estudiando Administración que llevé talleres de teatro y me convencí que esto era lo mío, que no podía estar sentado sin estar haciendo Arte”.

En aquella época, Alejandro se enteró a última hora del examen de admisión en la ENSAD (Escuela Nacional Superior de Arte Dramático), pero se animó a tomarlo, lo pagó y lo pasó exitosamente, con un monólogo de la pieza Dos para el camino de Cesar De María y teniendo como jurados a Carlos Acosta y Guadalupe Vivanco. “Y me quedé cinco años de mi vida en la ENSAD.” Alejandro tuvo muchos profesores, pero recuerda particularmente a un par de ellos: los maestros Ernesto Ráez y Rafael Hernández. “Admiro a Ernesto por sus conocimientos de teatro peruano; él es un profesor de vocación y ha realizado muchas actividades en su vida, también como actor y dramaturgo. Y admiro de Rafael su preocupación por el tratamiento del texto y de la metáfora, o en palabras del maestro: ‘el vuelo poético de la obra’.”

Muestras, montajes y proyectos

En la ENSAD, Alejandro participó en dos muestras que fueron moldeando su capacidad interpretativa, con personajes retadores. “Con la profesora Sofía Palomino hicimos la comedia romántica El juego del amor y del azar de Pierre de Marivaux. Tuve que interpretar un personaje que no me convencía inicialmente, pero que finalmente terminó enamorándome: Pasquín, una especie de arlequín moderno (psicólogo)”, menciona. “Y con el maestro Rafael Hernández hicimos El preceptor de Bertolt Brecht, en donde todos doblábamos personajes en una dinámica bonita y complicada: nos cambiábamos el vestuario delante del público, subíamos al segundo nivel y ya estábamos en otro personaje.” Por otro lado, el primer montaje profesional de Alejandro fue Más pequeños que el Guggenheim (2015), comedia de Alejandro Ricaño, dirigida por Miguel Torres y producida por Molinos de Viento Teatro, que estuvo nominada a los premios Oficio Crítico por dirección y montaje. “La caracterización de los personajes es muy importante”, afirma Alejandro. “Para ese montaje, primero ensayamos sin caracterización para encontrar la esencia del personaje, a través de trabajos de exploración como inventar un día cotidiano del personaje fuera del texto. Ya después con el vestuario, el saco, los lentes, el cabello más crecido se hizo la diferencia, se crea a partir de la imagen”.

Para El león (la historia de unos artistas de circo pobre que deben conseguir alimento para que el felino en cuestión, la mayor atracción del circo, pueda sobrevivir), escrita por Juan Rivera Saavedra y nuevamente dirigida por Torres, Alejandro confiesa que el joven director ya lo tenía claro. “El león no aparece, solo se nombra pero hace de todo: él representa a las figuras mediáticas que hoy en día están de moda y gozan de cierta fama”, asegura Alejandro. “Ellos no son artistas, pero se les trata como si los fueran. Y ese león simbólico termina por devorar al verdadero artista, en este caso, al payaso que yo interpretaba, el que se sacrifica por todos”. Y es que el mensaje con fuerte contenido social sí es pertinente en el teatro para toda la familia. “Muchos pueden decir que los niños no se dan cuenta, que se dejan llevar más por lo visual y que no entienden, pero yo creo que ellos  sí lo hacen, pero hay que saber cómo manejar los códigos para dejarse entender”, afirma.

Alejandro considera que un buen actor de teatro debe “saber trabajar en conjunto, pues se trata de una labor grupal; es importante también la puntualidad, porque las tardanzas generan anticuerpos; y también es primordial el compañerismo, la predisposición a  apoyar al otro.” Considera además, que la imaginación es vital en un actor, ya que permite salir un poco del texto y proporciona otras posibilidades, como por ejemplo, crear posibles diálogos entre los personajes. “Y un buen director de teatro debe darle libertad a los actores para poder explorar y proponer; conozco directores que ya lo tienen todo marcado y respeto eso, pero creo que es bueno darle libertad al actor, para que encuentre otras posibilidades a través de la imaginación”. Para este 2017, Alejandro tiene varios proyectos, como el estreno de la obra Picnic de Fernando Arrabal con un nuevo colectivo llamado Express Teatro Colectivo. “Y también estaré actuando en una obra que escribió un amigo mío, Bryan Urrunaga”, concluye.

Sergio Velarde
20 de enero de 2017