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domingo, 27 de marzo de 2016

Crítica: UN SALUDO QUE NO LLEGA

Celebrando nuestra identidad   

EspacioLibre vuelve a triunfar en escena. Su última puesta, con el intrigante título de Un saludo que no llega y como siempre, bajo la acertada dirección del experimentado Diego La Hoz, funciona como una celebración del Arte (así, con mayúscula) en múltiples niveles. Gestado en el Laboratorio “Libera(c)ciones”, del que también forman parte las interesantes Mientras canta el verano (2012) y Entre nubes y alcantarillas (2015), el eje temático en esta oportunidad es el centenario de la creación del Movimiento Colónida, teniendo como figura principal al inolvidable e imprescindible escritor peruano Abraham Valdelomar. Pero La Hoz logra incluir, sin tropiezos en la trama, otro importante acontecimiento: los sesenta años de vida teatral de la veterana actriz peruana Aurora Colina. Y es que en el fondo, tanto Valdelomar como Colina, son auténticos luchadores que representan (tal como lo mencionó Mariátegui) “una actitud, un estado de ánimo” para encontrar nuestra verdadera y propia identidad.

En escena, cuatro jóvenes actores (Alexandra Jiménez, Natalio Diaz, Nilton Minaya y Javier Quiroz) acompañan eficientemente a Colina, no solo dramatizando la vida de Valdelomar en medio de la temprana aparición de los gremios, sino también en la recreación de aquellos montajes históricos en los que la actriz participara. La misma Colina nos recibe en el teatro, nos reclama un saludo que nunca llega y nos presenta algunos de sus antológicos trabajos interpretativos, siendo el más memorable el de “Abuse usted de las cholas”, monólogo incluido en La Ciudad de los Reyes de Hernado Cortés. La Hoz hilvana finamente los textos que toma prestados de diversos autores, aparte de las ya mencionados, como Bertolt Brecht, Alfonso Gonzalez Prada, Federico García Lorca y César Vallejo, así como de colaboradores del colectivo como Jhuliana Acuña, Luana Fretel, el director adjunto Karlos López Rentería y los propios actores.

Un saludo que no llega (que cuenta además, con un interesante concepto y diseño gráfico de Yuriko Tanaka) no solo se constituye en una acertada celebración por partida doble en toda regla, sino que se inscribe perfectamente en la línea artística del colectivo EspacioLibre, dedicado por años a mostrarnos el lado más oscuro e injusto de nuestra castigada urbe, desnudando nuestras miserias de la mano de un corrosivo sentido del humor. Y si bien Colina prefiere alejarse de todo tipo de superfluos homenajes por su destacada e ininterrumpida trayectoria, tal como manifiestan sus allegados, resulta envidiable verla cumplir tantos años de vida artística sobre un escenario, en una puesta en escena confrontacional, poco tradicional y nada complaciente. Desde esta humilde trinchera, sí le ofrecemos el saludo que se merece a EspacioLibre, a Valdelomar, a Colina, a La Hoz y a todo artista que busque la pertinente y necesaria reflexión en los espectadores.

Sergio Velarde
27 de marzo de 2016

viernes, 25 de marzo de 2016

Entrevista: JAVIER QUIROZ y KARLOS LÓPEZ RENTERÍA

Teatro con sangre nueva   

Ganadores del premio “Sara Joffré” a la mejor dramaturgia peruana de 2015 otorgado por El Oficio Crítico, los jóvenes actores Javier Quiroz y Karlos López Rentería, creadores e intérpretes de RaTsodia (hilarante pieza en la que dos ratas, literales y/o simbólicas, nos cuentan sus aventuras en nuestra sociedad), comentan su primer acercamiento a la actuación. “Entré de casualidad, yo quería estudiar fotografía”, revela Javier. “El teatro era mi segunda opción; cuando me di cuenta que la carrera de fotografía resultaría muy cara, entré a la ENSAD. Mi tío me dijo entonces que me pagaría la carrera, pero de terco me quedé en la Escuela”. Por su parte, Karlos nos cuenta que su anécdota ha sido boicoteada. “Yo quería ser músico, pero Diego (La Hoz, director de EspacioLibre) me dijo que de música no sabía nada. Y considero que el no saber se aplica para el teatro.”

Un espacio para soñar con libertad

“Solo estuve un año en la ENSAD”, comenta Javier. “Quería viajar a Argentina, porque tenía ganas de estudiar teatro de calle. Conocí a EspacioLibre (vivía a dos cuadras), asistí a un par de funciones y cuando salió la convocatoria de talleres, me terminé quedando. Voy por mi segundo año”. La primera colaboración de Javier con EspacioLibre fue Entre nubes y alcantarillas, una interesante revisión de la novela de Jorge Eduardo Eielson, El cuerpo de Giulia-no. En cuanto a Karlos, quien es oriundo de Chiclayo, su contacto con el teatro empezó con un taller de guitarra en la Casa de la Cultura de Chiclayo, la cual tenía un presupuesto tan ajustado, que las luces solo se prendían a partir de las 6:00 pm; es por ello que Karlos debía estar cerca a la puerta para tener luz y fue así que observaba al grupo de teatro que ensayaba en el patio. “Mis primeros pasos los tuve a los 14 años con el grupo Huerequeque, un colectivo de tradición que entendía el concepto de grupalidad". Posteriormente, a los 19 años, conoce al grupo Cultura Urbana y su directora Liz Moreno, en el marco de una actividad organizada por Yuyachkani. Años más tarde, en un festival nacional en esa ciudad, “llegaron varios grupos de teatro: Barricada de Huancayo, Olmo Teatro de Trujillo y EspacioLibre de Lima; este último con un espectáculo de autoría propia y actores de televisión. Me interesaba más Barricada, que se presentaba con una obra de Brecht, pero el director Carlos Mendoza me sugiere que trabajara con el grupo de Diego”. Karlos acabó su carrera y vino a Lima para participar en su primer estreno para el colectivo, Cuento alrededor de un círculo de espuma de Sara Joffré.

¿Qué representa Diego La Hoz para estos jóvenes? “¡Qué pregunta tan abstracta!”, exclama Javier. “Diego es un verdadero personaje”, manifiesta Karlos. “En un casting, una joven actriz le dijo algo maravilloso: ¡Tu nombre es así como grande! Mucha gente lo ve como un personaje casi mítico por las cosas que ha hecho, por las discusiones con otra gente y por el valor de las cosas que ha dejado por el teatro”. Karlos menciona que mucha gente cree erradamente que trabajar en EspacioLibre es como estar en un claustro. “Es una experiencia difícil: trabajamos desde las 7 de la mañana, hacemos actividades fuera, preparamos los ensayos hasta las 2 de la madrugada, hay momentos en que queremos matarnos. Pero es divertido, inclusive hasta en las cosas malas. Diego es el referente del grupo. Él ha soportado los 16 años íntegros y todos nosotros, mal que bien, estamos continuando esa idea”. Javier agrega que “Diego puede ser muy pesado a veces, pero está convencido que todo debe salir bien: esa obstinación, esa terquedad en el cuidado por los detalles es mi mayor enseñanza.”

Definitivamente, hablar de grupos de teatro es hablar de EspacioLibre. Javier comenta que siempre el término le pareció raro, especialmente cuando estudiaba en la ENSAD. “Muchos compañeros hablaban de qué talleres tomar y una amiga me trajo un folleto de Yuyachkani. Por primera vez escuchaba sobre teatro de grupo. Quería saber qué era tener un grupo, porque un elenco es gente que trabaja junta, pero un grupo qué hace. Quise formar un grupito y le pusimos nombre. Lo primero que dije fue que teníamos un compromiso desde este momento y todos me dijeron que el compromiso se ve después, ¿cuando llega el dinero o el reconocimiento?”. Javier reconoce que tuvo suerte de encontrase con la que él mismo llama, casita verde de Bolognesi 802 A. “Y recalco A, porque hay gente que se confunde, tocan al costado y se enojan feo”. Los espectáculos que se presentan en EspacioLibre son con entrada libre y salda solidaria; es por ello que Javier menciona que un día en caja pueden haber 5 soles y al otro, puedes ir a cenar en un chifa. “Conversando con Karlos, hablábamos de aquella gente que se bancaba con la grupalidad, como los cirqueros, en que todos los que trabajan en él se pelean para que el nombre del mismo circo sea el que brille.”

Trabajar en EspacioLibre le ha permitido a Javier y Karlos conocer de cerca a la veterana actriz Aurora Colina. “Ella es  parte de nosotros, muy generosa y sencilla, y no se queda con las indisposiciones de su propia edad”, comenta Karlos. “Ella, más bien, desanuda las cosas y potencia una vitalidad que me recuerda a Sara (Joffré), la de no verse arrastrada por la vida. Ella está más viva que todos nosotros”. Menciona además, que en los ensayos de madrugada para Un saludo que no llega, Aurora seguía ensayando mientras todos dormían. “No podíamos creer que está cumpliendo 60 años haciendo teatro ininterrumpidos. Eso se contagia. Para la gente joven es importante compartir el tiempo en este mundo con personas así”. Por su lado, Javier considera que es una de las pocas personas en la que sí le cree la sencillez que predica. “Cuando dice que no quiere tomar taxi para irse a la casa de su amiga, que vive en la urbanización Las delicias, al fondo de Chorrillos, y prefiere tomar la 31 que está destartalada. Ella menciona que no le gustan las premiaciones ni las grandes cosas, contrario a lo que muchos quieren en la actualidad. Para ella no son la gran cosa.”

El teatro como profesión

Para Karlos, una característica esencial que debe tener un actor de teatro es que sea muy malo. “Debe ser malísimo, para que así tenga que levantarse todos los días a planear y diseñar cómo dejar de ser tan mal actor”. Menciona además, que el teatro solo se puede renovar con actores que tengan la necesidad de novedad, de destruir lo viejo. “Es por ello que es necesario que el actor sea fuerte (un requisito de Brecht), con recursos expresivos poderosos y que tengan un espíritu que aporte a la disciplina”. Y para Javier, un director de teatro debe “ser muy parecido al conductor de un taller, a un pedagogo; debe primero observar con mucho cuidado qué necesita la otra persona, es decir, no debe pensar en el porqué no sale el espectáculo como yo quiero, sino en cómo ayudo a mi actor”. Y también cree que debe ser económico, en el sentido de no pensar en que su obra se instale en un solo lugar. “Mejor no hagas nada; haz espectáculos que puedas meter en tres maletas y llevarlos a estadios o a pequeñas salas.”

RaTsodia, escrita e interpretada por Javier y Karlos y dirigida por Diego La Hoz, no solo funcionó como una entretenida comedia llena de humor negro, sino también como una ácida crítica a la sociedad actual. “La gente nos dice luego de ver la obra, incluso en otros países como Chile, que estamos en un contexto en el que el nivel de corrupción es realmente muy común”, reflexiona Karlos. “Es tan descarado el nivel de deshumanización, que la gente identifica perfectamente la metáfora de las ratas. Y estamos todos, no solo los políticos, estamos hablando de todos: de los 50 céntimos que ahorras al bajarte más delante de tu ruta o de los 20 segundos que ganas al cruzar la calle antes que cambie la luz del semáforo”. El vestuario de los actores combinó la ausencia de rostro en las ratas, pues la gente ya no se mira a la cara; y el uso de un vestuario de gente bien vestida, el que genera más rechazo. “Me pareció que era importante sentir en escena de qué ratas hablamos: de las ratas contra los humanos o de ratas humanizadas; en ambas especies estábamos hablando de una cosa en común: no podemos seguir viviendo así”. Javier agrega que le gusta el subtítulo de la pieza: Oda para curar el insomnio. “Vamos a ver si notas el canto al inicio; nosotros no te vamos a decir qué hacer: está en cada uno si devuelves los 50 céntimos o si te aguantas esos 20 segundos antes de cruzar la calle”.


Finalmente, Karlos enumera los proyectos que se avecinan en EspacioLibre para este 2016. “El más grande es la continuación de la formación alternativa durante todo el año, además de las giras y el estreno de Un saludo que no llega, en el que celebramos los 60 años de la actriz Aurora Colina”. A lo largo del año también estarán de vuelta en la casa barranquina dos de las obras más representativas del repertorio del colectivo, El otro aplauso y Paréntesis; este último, un unipersonal en el que Karlos desea rediseñar algunos aspectos. “También seguiremos con nuestro proyecto editorial con nuevas publicaciones y abriendo nuevos espacios. Lo que más deseo es que todo eso pueda funcionar y que tengamos el espacio necesario para trabajar”, concluye.

Sergio Velarde
30 de enero de 2016

viernes, 4 de marzo de 2016

Entrevista: SERGIO GJURINOVIC

“Cada proceso creativo es único e irrepetible”   

Uno de los personajes más siniestros que se pasearon por el escenario teatral el año pasado fue el de Toño en Chico encuentra chica. Y es que no se trató de un asesino serial o un psicópata similar: fue un muchacho común y corriente que se obsesiona peligrosamente por una joven que no le corresponde a sus galanteos. Una terrible y cruda realidad que le sirvió al actor Sergio Gjurinovic para regalarnos una de sus mejores actuaciones, recompensada por El Oficio Crítico con su designación como el mejor actor de reparto en la categoría Drama 2015. “Estoy asombrado por la cantidad de mujeres agradecidas por el montaje”, nos comenta Sergio. “E incluso algunos hombres que me decían, luego de ver la obra, que no estaban viendo a las mujeres como son en realidad, sino como objetos.”

Sus inicios en la actuación

“Desde pequeño estuve involucrado con la actuación”, refiere Sergio. “Hice varios comerciales, en los que tenía que actuar un poco”. A los 12 años, Sergio es invitado a participar en el programa infantil Chiquitoons (1998), en el que presentaba series de dibujos animados. Posteriormente estudió  la carrera de Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Lima, en donde llevó un taller sumamente importante para su formación, dirigido por el experimentado Leonardo Torres Vilar. “Luego estuve en una serie (Con los pelos de punta), producida por Iguana y estrenada en Venezuela, y en la película Dioses de Josué Méndez. Ahí me di cuenta que la actuación era lo que realmente me gustaba”, afirma.

Sergio también estuvo en dos importantes talleres, como lo fueron los de Roberto Ángeles y Alberto Isola. “La primera obra profesional que hice fue por recomendación de Roberto: El chico de la última fila, dirigida por Sergio Llusera, en el Centro Cultural de la Pontificia Universidad Católica del Perú en el 2010”, recuerda. “Y también valoro mucho el taller con Alberto, pues allí he podido capturar la mayor cantidad de enseñanzas para construir mis personajes”. Sergio considera algunos requisitos básicos que debería tener un buen actor de teatro: “Disciplina, saber escuchar y trabajar en equipo: que son finalmente las características básicas que se comparten con otros trabajos. No creo en el talento, considero que de nada sirve saberlo, se trata de trabajar, de ser constante”. Por otro lado, un buen director teatral debe “tener también mucha escucha, debe dar libertad de juego y que sepa lo que quiere decir con la obra.”

“Cada proceso creativo es único e irrepetible”, reflexiona Sergio. “Cada obra y cada personaje te van a arrojar por un camino distinto. Y vas descubriendo diversas formas de comunicarte con el director, de entrar en la historia. Cada dinámica es diferente”. Él ha tenido oportunidad de trabajar con diferentes directores en varios montajes y en todos se ha sentido cómodo. “No creo que sea un requisito que el director sea actor, pero sí considero que un actor de esa obra se puede sentir más cómodo con esa situación. Eso sí, prefiero aquel director que sabe lo que quiere decir con la obra”, agrega.

Montajes y proyectos

Sergio ha participado en interesantes montajes como El lenguaje de las sirenas (2010) de Mariana de Althaus, Lo que sabemos (2013) de Daniel Maclvor o Un fraude epistolar (2014) de Fernando Ampuero. Pero acaso sea el director David Carrillo quien mejor ha sabido aprovechar la versatilidad de Sergio, en dos montajes diametralmente opuestos en sus objetivos: Confusiones (2014) y la ya mencionada Chico encuentra chica. “David es principalmente, muy divertido. Tenemos un sentido del humor parecido. Como director te da mucha libertad, me siento cómodo y confiado en su trabajo. Además me ha dado la chance de trabajar con actores chéveres, como Patty Barreto (en Confusiones), a la que conocía del taller de Alberto; o Gisela Ponce de León (en Chico encuentra chica), muy generosa como actriz y que permite construir escenas con gran facilidad.”

Justamente en este último montaje, el inquietante personaje de Toño generó una atmósfera llena de suspenso y peligro, aún cuando ni siquiera aparecía físicamente en escena. “Creo que así como menciona Jorge Bruce en su libro Nunca nos habíamos choleado tanto, somos racistas a pesar nuestro”, menciona Sergio. “Y creo que también somos machistas a pesar nuestro. Creo que son sentimientos inherentes a nosotros los peruanos. El montaje cuestiona el hecho de que nos movemos condicionados bajo reglas machistas y representa además, el trato no muy cálido y agradable hacia las mujeres. También refleja de manera extrema cómo se confunde la seducción con la invasión.” Finalmente, entre los proyectos de Sergio para este año, destaca su participación en una nueva teleserie nacional titulada El regreso de Lucas. “Y estaré a fin de año en la obra Mucho ruido y pocas nueces de William Shakespeare, dirigida por Chela De Ferrari en el Teatro La Plaza. Por el momento, eso”, concluye. Todos los éxitos para Sergio en este 2016.

Sergio Velarde
27 de enero de 2016