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jueves, 4 de febrero de 2016

Entrevista: MICHAEL JOAN

“El director es un facilitador de procesos”   

La presencia en Perú de Arístides Vargas, uno de los más importantes dramaturgos sudamericanos, ha sido en parte posible gracias al dedicado trabajo de la asociación cultural “La Vale”, a cargo de la sólida pareja conformada por Claudia del Aguila y Michael Joan. Este último participó como actor en La República Análoga (2014) y como director, en La edad de la ciruela (2014) y Ana, el mago y el aprendiz (2015); tres interesantes piezas del director de Malayerba, que cosecharon aplausos del público y de la crítica. Justamente, Michael fue premiado por El Oficio Crítico como el mejor director en la categoría de Comedia o Musical, por su trabajo en la obra que dirigiera el año pasado. “Arístides me ha marcado muchísimo, es como un padre para mí”, menciona Michael. “Cuando viajamos a Quito, nos hospedamos en su casa y conversamos todo el día de teatro junto a su esposa Charo Francés. Hablamos de la ética en el teatro, del hecho de trabajar con seres humanos y cómo la relación entre personas es fundamental para la creación escénica.”

Sus inicios en el teatro

Michael entró al teatro de casualidad. “En los 90s estudiaba derecho en la Universidad de Lima y caminando por la Universidad vi un letrero en el que había una convocatoria para un taller de teatro. Postulé, porque me llamó la atención”, recuerda. “Comencé a hacer mis pininos en la universidad y con el pasar del tiempo entré a diferentes talleres con Maritza Gutti, Aristóteles Picho o la escuela Pataclaun hasta qué y siempre abusando de la casualidad, llegó a mis manos un folleto que decía: EL  TUC vuelve a latir”. Ante confusiones existenciales sobre dedicarse a su pasión y abandonar la carrera  o hacerle caso  a la gente sobre lo poco rentable del teatro, le preguntó a sus maestros si él servía para las artes escénicas “Maritza me dijo que si yo no servía para el teatro, ya me lo hubiera dicho; y Aristóteles me recomendó que termine Derecho y que siga paralelamente con la actuación. Así es que tomando quizás una de las decisiones más responsables de mi vida, abandoné la carrera y postulé al TUC”. Es así que Michael inicia su carrera profesional en el teatro, con maestros como Alberto Isola,  Coco Chiarella, Ana Correa, Mirella Carbone, Francois Vallaeys, Teresa Ralli, Celeste Viale, entre otros. “Pero siempre, mientras he estado en el TUC y cuando egresé, he llevado talleres en el Perú y en extranjero, porque siento que debo reinventarme e ir encontrando mi propia teatralidad y he tenido la suerte de aprender con Roberto Ángeles, en el Celcit de Argentina, en el New York Film Academy y sobre todo en Malayerba.”

“Mucha gente no lo sabe, pero yo empiezo dirigiendo Perú Vas (2007). Mi rol era el de producir esta experiencia, pero surgieron algunas eventualidades y por cosas del destino terminé haciendo  las primeras dramaturgias, dirigiendo y hasta actuando en el bus”. Luego se le presentó a Michael un contrato para trabajar como director en un canal local televisivo en Nueva York, “Era un canal pequeño que emitía señal sólo en Nueva York y me gustaba el trabajo pero me faltaba y extrañaba estar en el teatro. Por suerte pude convencer a algunos estudiantes latinos del Actor’s Studio y de la Facultad de Teatro de la Universidad de Nueva York (NYU) para hacer una obra de teatro que fortalezca a la identidad latina en una ciudad con tantas razas como lo es Nueva York y un par de meses después estrenamos “Foverer Latino” en un off, off, off recontra off Broadway, porque era como una pequeña sala de cámara en la parte trasera de un bar-restaurant.”

Las artes escénicas

¿Cuáles son las características que debe tener un buen actor? “En el rol de director creo que la disciplina es básica”, contesta Michael. “El actor debe tener amor por lo que está haciendo, no puedes trabajar con gente impuntual, pelearte para que se aprendan el texto. Me gusta trabajar con actores que tengan respeto por todo el equipo que está trabajando en un proyecto pero sobretodo que se respeten asímismos”. Para Michael es importante la relación de personas, tal como lo aprendió del maestro Arístides. “Me gusta el actor que propone y dirigiendo soy mucho de hacer coaching (soy coach internacional) y se me ha quedado el chip de terminar una escena y antes de dar notas prefiero preguntar: ¿Cómo se han sentido? o ¿Qué crees de debes probar si pasamos nuevamente la escena? Me gusta trabajar dentro de la comodidad del actor y con el método en el cual se sienta seguro y me ofrezca verdad”, revela. Además, afirma que en el Perú el método más trabajado es el de Stanislavski, publicado por otras personas luego que éste muriera y que expresamente menciona que es un método que debe evolucionar. “Me entrevisté en Nueva York con el decano de la NYU y me preguntó qué método dominaba, le dije que el de Stanislavski y me respondió que ese método no lo ven desde hace 40 años”, menciona Michael, mientras nos comenta que existen otras vías para llegar al personaje como actores.

Por otro lado, Michael menciona que un buen director de teatro debe ser “flexible y al mismo tiempo estricto; para mí, como director, después de la primera lectura, les digo a mis actores que vamos a descubrir la obra en el camino, que no tengan ideas previas porque el escenario nos va diciendo qué hacer en escena”. ¿Cómo hacer para que la escena siempre parezca tener vida? “El proceso de creación de una obra no muere en el estreno de la misma, sino más bien se tiene que ir alimentando hasta el final. La gente que va al estreno de mis obras no ve lo mismo en la última función, podemos cambiar vestuario o elementos; aparecen nuevos estímulos  que el actor va descubriendo y que el director va considerando o no, esto motiva al actor para que no se vuelva mecánico. Arístides me decía que muchos actores y directores ensayan para que la obra sea perfecta, pero somos seres humanos y  la perfección no existe; al trabajar en el aquí y ahora estamos constantemente expuestos al error y el ensayo no es para buscar la perfección, sino para resolver en escena en caso surgiera algún imprevisto en ella”, asegura Michael. “Esforzarse en la perfección de la obra, la vuelve falsa”.


Para Michael, un director de teatro debe ser un facilitador de procesos, es decir, va dándose cuenta de lo que necesita la obra logrando comodidad en sus actores y en el equipo que trabaje en el proyecto. ¿Cómo te defines como actor? “Cuando me toca ser actor, me pongo en las manos de mi director y lo que menos hago es pensar en cómo yo lo haría, soy muy puntual y sobretodo, me gusta proponer con respeto a mi director y mis compañeros”, asegura. “Por ejemplo, en la obra Telefonito.es, que dirige Sergio Paris, es la primera vez que actúo una obra escrita por mí, pero dirigida por otro y mientras ensayábamos y veía la nueva lectura de Sergio, me gustaba mucho más que los pensamientos que yo tenía mientras la escribía. Ahora estoy fascinado y cada función la disfruto muchísimo. Recuerdo mucho las palabras de Aristides cuando dice: El texto es mío, hasta que lo publico. En las manos de otro director y otro elenco ya no es mi obra, sino de ellos. Como dramaturgos no podemos ser egoístas, ni tampoco el director puede imaginarse qué es lo que realmente quise decir; por lo tanto, no me gustan los directores que siguen al dedillo cada indicación sino los que hacen su propia teatralidad con el texto."

Entre magos y aprendices

¿Por qué estrenar Ana, el mago y el aprendiz en el 2015? “Siempre utilizamos obras que nos mueva algo en la memoria”, responde Michael. “El abuelito de Claudia, que estaba muy enfermo, quería ver actuar a su nieta. Le dije a Claudia que deberíamos hacer una obra que se la podamos llevar a su sala. Lamentablemente, nunca llegó a verla, murió mientras que estábamos en ensayos.” La pieza nos presentó a tres curiosos personajes: el mago fanfarrón, su aplicado aprendiz y una melancólica mujer en busca del amor de su vida. “Fue una puesta minimalista en la que Arístides hablaba de la ilusión, de las cosas que me cuestiono como ser humano. Con interrogantes como a dónde queremos llegar, qué queremos de la vida, qué nos motiva, qué hace que la ilusión cambie algunas cosas”, reflexiona.

Para su compañera, la actriz y directora de La Vale, Claudia del Águila, solo tiene elogios. “Para mi ella es todo; me motiva, me alienta y es la única persona que le hace caso a mis locuras. No es porque sea mi esposa, pero además siento una gran admiración por ella como mujer de teatro; Es una tremenda actriz: En La República Análoga, La edad de la ciruela y en Ana, el mago y el aprendiz ves a una actriz con recursos, que no se repite y tiene la posibilidad de trasformase y jugar, usualmente no veo trabajos así”, comenta.

¿Actualmente estamos en un auge en el teatro“Creo que hay más cantidad de obras y con mayor calidad definitivamente pero en el 2015 me parece que Piaf y  Avenida Larco fueron las únicas con salas llenas en cada función, mientras que el resto estuvimos con mitad de sala llena  y con mucho esfuerzo y hasta suerte”, reconoce Michael.  Es por ello que La Vale ha emprendido un proyecto que busca remontar esta situación. “Estamos  elaborando un proyecto que pueda incentivar y promover la cultura teatral, despertando el interés no sólo de un personas ya identificadas con el quehacer teatral, sino también queremos generar un nuevo público para las artes escénicas. No debemos apostar por uno mismo, se debe apostar por todos. Se tiene que romper ese sistema de egoísmo: impulsemos todos el teatro en el país, no nos pongamos marcas y rememos todos hacia el mismo horizonte”, concluye.

Sergio Velarde
25 de enero de 2016

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