Páginas

lunes, 29 de febrero de 2016

Entrevista: FERNANDO CASTRO

“Como actor, tus respuestas y decisiones deben ser únicas”   

Una de las más gratas sorpresas  que nos deparó  el 2015 fue el estreno de Los regalos, un excelente espectáculo en el que el cuerpo de los actores cobraba una importante presencia. El esfuerzo de su director Fernando Castro fue recompensado por El Oficio Crítico como el mejor trabajo de dirección del año. “Lo único que ha hecho que el teatro sobreviva a lo largo de los años, a pesar del cine y todas las maravillas tecnológicas, ha sido la capacidad de reproducir realidades, teniendo gente delante de gente; y el espectador sabe eso y lo percibe, porque son cuerpos”, reflexiona Fernando.

Las posibilidades del cuerpo

Fernando nunca sintió la pasión propiamente dicha cuando actuaba en el colegio. “Estaba más bien metido en literatura, era muy intelectual. Entré a la Católica para estudiar literatura. Algo pasó en mi adolescencia que hizo que dejara de moverme”, recuerda. En el 2002, Fernando trabajaba en Desarrollo Humano y parte de sus labores era lidiar con adolescentes, así que decidió entrar a los talleres de Pataclaun, que en aquella época dictaban July Natters y Sergio Paris. “Me fue pésimo, nunca en mi vida había fracasado tanto. Tenía 22 años, era un idiota en aquella época ahora que lo veo. Me digo cuánta paciencia tuvieron mis profesores”. Si bien en ese momento, Fernando no se sintió listo, quedó con la necesidad de continuar. Es por ello que poco a poco fue dejando su labor en UNICEF y llevó un taller de danza con Mirella Carbone. Posteriormente, regresa a Pataclaun, pero ahora sí, para quedarse.

Consultado sobre su experiencia con la destacada bailarina Mirella Carbone, Fernando responde que ella “es una gran bailarina, es increíble verla; es una mujer que se ha hecho sola, que desarrolló su propia línea”. Luego de su experiencia con la danza, Fernando viajó a Argentina con Pataclaun (a cuatro años de su fracaso) para perfeccionar su formación en clown. “Ingresé a un taller intensivo de 4 meses con profesores de la Escuela de Lecoq en Francia, te encerraban con 20 personas de todo el mundo, eso terminó de cambiar mi visión del teatro, las posibilidades del cuerpo, el bufón, golpes y caídas”, menciona.

“Siento que hay un vacío en la formación de los actores en Perú”, reflexiona Fernando. “Por ejemplo, acá hay una línea del teatro entendido (y pasó en muchas partes del mundo) como un espacio en el que dos personas se sientan a hablar y a retarse a través de un texto escrito por una persona de otro país, delante de un decorado más o menos realista. La idea del teatro físico parte de recoger tradiciones del teatro oriental, de las máscaras, de recuperar el cuerpo como un canal de comunicación más emocional antes que intelectual, como un canal universal”. Para Fernando, entonces, la experiencia del cuerpo es universal. “Desde esa perspectiva, no hay actor sin su cuerpo; mientras que acá el cuerpo es accesorio, para mí, es lo contrario, es lo primero. Se saca al director y escritor del centro del acto teatral y se pone al cuerpo del actor, las creaciones desde los cuerpos de los actores.”

Los regalos de las artes escénicas

Fernando afirma que todas las escuelas piden lo mismo a todos los aspirantes a actores: veracidad. “Es un mecanismo tramposo, pues es una ficción que tiene que parecer verdadera”. En segundo lugar, ubica la capacidad de jugar. “Es una palabra sencilla y compleja a la vez, para nosotros desde el teatro físico. Consiste en respetar reglas, generar espacios donde el actor tome decisiones al instante, donde existe el riesgo, el trabajo en equipo y la convención”. Para Fernando, el jugar permite entrar a lugares que no conoces y descubrir cosas. Finalmente, reconoce que es importante contar con la capacidad de sorprenderte, de ser único. “Siempre les digo a mis alumnos: si lo que haces lo pueden hacer diez personas distintas, entonces eres descartable; debes ser único, tus decisiones y respuestas deben ser únicas, debes sorprenderte y sorprender.”

Por otro lado, Fernando considera que el trabajo del director es muy amplio. “Primero, debe ser un observador del mundo; incluso más que el actor; observador de la condición humana”. Reconoce además, que en su caso, lo que más le ha costado hacer como director, ha sido el aprender a comunicar su visión. “Un director debe saber comunicarse con sus actores, productores e iluminadores; además debe ser un seductor, tiene que hacer que la gente quiera lo que él quiere”. ¿Un director que a la vez sea actor sería una ventaja? “Esto lo he reflexionado: creo que cada uno es distinto, que cada experiencia es distinta. En mi caso me ha servido mucho, todavía actúo esporádicamente y lo tomo como un proceso de aprendizaje. Aunque antes que director me considero profesor”, asegura.

Sobre la génesis de Los regalos, Fernando comenta que fue un proyecto que se inició desde el 2013. “Con uno de mis alumnos y socios, Diego Cabello (que interpretó al hijo menor en dicha puesta), nos juntamos en pensar un proyecto”, rememora. “Decidimos abrir talleres en mi casa y fundar una compañía de teatro. Ese diciembre nos fuimos a Tacna; y justo antes de partir diego me acompañó a recibir a mi hermano mayor que había llegado de viaje, y que me había traído un chaleco con luces para mi bicicleta. Diego me dijo que nunca me habia visto tan niño frente a alguien, que cuando mi hermano me daba un regalo mis ojos brillaban, y yo no había sido consciente de eso”. De pronto, todo el viaje se convirtió en una larga conversación sobre los hermanos y sus propias relaciones con sus hermanos varones, que los llevó a su vez a hablar sobre sus padres. “Durante la conversación, que duró el viaje hasta Tacna, aparecieron algunas imágenes principales del espectáculo: la primera escena, con el papá en el volkswagen y sus dos hijos peleándose por sentarse adelante; y el hijo que bañaba a su padre.”

Con la entrada de Eduardo Cardoso (quien interpretó al hermano mayor), se fue materializando la idea de presentar estas ideas en un proyecto teatral. “Si queremos hacer esto, hay que hacerlo bien. Margarita Reyes Ibáñez nos ayudó a formalizarnos y decidimos hacer la obra como nuestra inversión. Desde que tuvimos las primeras ideas hasta estreno, pasaron  año y ocho meses”. Fernando tuvo que encontrar la música adecuada para que aparezcan las imágenes y juntarse con Federico (Abrill, co-autor de la puesta). "Luego él se juntaba con todos nosotros y nos contábamos nuestras experiencias. Cada vez que contábamos la historia de Los regalos, alguien quería contarnos su experiencia con sus papás y hermanos. El proyecto fue una inversión, fue muy duro, pero movilizador. Los regalos fue muy agotador, pero nos ha devuelto mucho”, asegura.

Este año tendrá a Fernando muy ocupado con varios proyectos. “Será un año largo: nos fuimos a Chile con Tu voz persiste, espectáculo con un grupo del taller de Roberto Ángeles, y que reponemos en junio en el Centro Cultural de la Católica. Se trata de una obra de teatro físico, pero con texto. Participan actores que manejan bien el texto. Se trata de una peña criolla fantasma, los chicos cantan, ves pequeñas es cenas sin conexión; es un poco el tema de cómo uno hereda el patrón del amor de los padres”. Por otro lado, habrá una esperada reposición de Los regalos en el Centro Cultural Ricardo Palma apenas regresen del Festival Arena de Alemania, ha donde ha sido invitada la obra. “Este año no estoy dando clases, porque necesito enriquecerme. Me han llegado tres propuestas: en una, voy a actuar en La odisea de Els Vandell; en otra, seré asistente de dirección en Mucho ruido pocas nueces; siento que ambas son preparación para mi proyecto de fin de año, que dirigiré Deshuesadero para Sala de parto”, finaliza.

Sergio Velarde
25 de enero de 2016

No hay comentarios:

Publicar un comentario