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lunes, 8 de febrero de 2016

Crítica: DOS PARA EL CAMINO

Finísimo e inquietante clásico moderno revisitado   

Estrenada en el 2002, la ya clásica pieza Dos para el camino de César De María se presentó en el Teatro Mocha Graña, con la dirección de Oscar Carrillo y las actuaciones de Gabriela Billotti y Miguel Iza, acompañados por los hermanos Roberto y José Miguel. Sus personajes, en un total de seis y repartidos en cinco cuadros,  atraviesan duras y complejas emociones, como también lo hacen Tripaloca y Tartaloro en A ver, un aplauso (1989) o Brunella y Joe en Super Popper (2006), dentro de los perversos universos que crea el autor. La justificable cobardía, la angustiosa duda, la peligrosa locura y la crónica desconfianza son punzantes dolores que atormentan a estos seres que aparecen y desaparecen del escenario luego de contarnos a la cara “literalmente” sus aparentemente inconexas historias, pero que se unen magistralmente en el camino llegando al final.

Una niña y su madre compartiendo el mismo cuerpo, mientras nos hablan de una supuesta invasión alienígena; un hombre que debe enfrentar un terrible cargo de conciencia al involucrarse en un cruel asesinato; una psicóloga que atraviesa un trauma emocional y toma una peligrosa decisión; un novio machista que se niega a certificar que tiene una seria enfermedad; y dos solitarios seres que se (des)encuentran en la sala de espera de un consultorio. Los alumnos del Taller de Producción II, pertenecientes al 9° ciclo de la carrera de Artes Escénicas en la facultad de Ciencias y Artes de la Comunicación de la Pontificia Universidad Católica del Perú, son los responsables de llevar a escena esta finísima y antológica pieza de De María, repleta de detalles que enriquecen la puesta.

El joven director Rodrigo Chávez se aleja del modelo realista del estreno de Carrillo y aplica el mismo estilo que tantos brillos le diera a Salir (co-dirigida por su autor Daniel Amaru Silva), en el sentido de dejar que el texto sea el auténtico protagonista, de la mano de una acertada dirección de actores. Armados con un micrófono y un par de bancos en el escenario, los versátiles intérpretes Lucia Caravedo (a quien vimos en Lima Laberinto XXI) y Diego López (también director de la muy estimable Números reales) se lucen cada uno interpretando su trío de personajes con mucho humor y sentimiento, a la sorprendente manera de stand-up comedy en sus monólogos iniciales, para terminar con un diálogo que le da un oscuro y melancólico cierre a la historia. Dos para el camino es una de las obras clave dentro de la producción dramatúrgica de De María, y el presente montaje le hace un merecido y oportuno reconocimiento.

Sergio Velarde
8 de febrero de 2016

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