“Como director, el teatro circular te pone en aprietos”
Uno de los musicales más logrados del 2015 fue, sin lugar a
dudas, 1968: Historias en soul, escrito y dirigido por Mateo Chiarella Viale,
heredero de una familia dedicada por entero a las artes escénicas. “Por razones
obvias (por mi familia), yo siempre he estado ligado al teatro”, manifiesta
Mateo. “Al inicio no sabía bien qué quería hacer; yo me relacionaba más con la
escritura, con la literatura. Y al final, como mi padre tenía y tiene hasta
ahora una agencia de publicidad, me dije que la publicidad podía juntar la creatividad
con la modernidad y ser una buena opción.” Ya en la Universidad Católica entra
a la facultad de Comunicación, específicamente a Publicidad. Pero la carrera no
fue lo que Mateo esperaba. “No me gustó nadita, era mucho más técnica que
creativa. Entonces, dentro de la facultad, había la especialidad de artes
escénicas y llevé un curso de dramaturgia con Alonso Alegría.” Ese fue el
inicio de una fructífera carrera teatral.
Inicios y logros en dramaturgia
“Al llevar el curso de Dramaturgia me fascinó. Creo que
Alonso es polémico, pero es el que más sabe de dramaturgia: sus clases eran muy
apasionadas y nos quedábamos hasta altas horas de la noche escribiendo”,
recuerda Mateo, quien recibió buenas críticas por su labor y decidió así
cambiar de especialidad al teatro. “Llevé cursos de actuación y hubo
circunstancias en las que tuve que dirigir, pero siempre mi pasión era la
dramaturgia.” Sobre esta decisión, afirma que no necesariamente tenía su
destino trazado. “No hay que ser tan trágico, pero sí creo que hay algo en la
sangre y cuando se presenta algo, ESTO sale a flote. Este curso me hizo
entender que no era continuismo, sino una pasión personal, que podía dedicarme seriamente
a esto.” Mateo también cuenta con estudios fuera del país. “Hice estudios en
Barcelona: cursos de creación de diálogos y creación de guion. Luego fui
invitado por el British Council para seguir un stage de dirección por dos
semanas en Buenos Aires con Declan Donnellan, un teórico inglés muy bueno”,
afirma.
Desde muy pequeño, Mateo estuvo involucrado con el teatro. “Actué
en el grupo Telba con mi papá y por otro lado, con Jorge Sarmiento, quien era
el director de teatro en mi colegio”, menciona. “La primera obra que dirigí
dentro de la especialidad fue La luz de la lluvia de Juan Carlos Méndez, que
después cambió de nombre por Tiernísimo animal, con Wendy Vásquez y Alejandro Córdova.
Y como actor, trabajé con David Carrillo en Dios de Woody Allen y colaboré con
otros chicos de la PUCP en Galileo Galilei con Lucho Peirano.” Además de
Alegría y sus padres, que tiene siempre a su lado para despejar cualquier duda,
Mateo reconoce a Alberto Isola como su principal maestro. “He trabajado y he seguido
cursos de actuación con Alberto, él ha dirigido obras mías también. Lo
considero como mi segundo padre teatral, a pesar de haber tenido grandes
profesores en la facultad, como Miguel Rubio, Teresa Ralli, Alicia Sacco, Berta
Pancorvo, entre otros.”
¿Escribir, actuar o dirigir? Mateo contesta de manera
categórica: “Lo que más me gusta es escribir, aunque es difícil y agotador.” Él
recibió en 2008 el Premio Iberescena a la dramaturgia que le permitió escribir
su ópera prima Il Duce, basada en la vida del dictador italiano Benito
Mussolini y que él mismo dirigiera en el Teatro Británico. Y el 2015 fue un año
muy fructífero para él, con tres estrenos en su haber: la ya mencionada 1968:
Historias en soul, galardonada por el público de El Oficio Crítico como el
mejor montaje de comedia o musical del año; La última estrella; y Búnker,
reconocida por los Premios Luces de El Comercio como la Mejor dramaturgia
nacional. Consultado sobre su técnica de escribir, Mateo nos revela que a veces
la historia llega hasta él y otras, se debe esforzar por crear una historia. “Mi
papá quería dirigir un texto mío y existía el acuerdo con Augusto Mazzarelli (primer
actor uruguayo de La controversia de Valladolid) para trabajar un montaje
a fin de año. Así que escribí Búnker para que dirija una obra mía, por fin. Fue
bastante rápido e intenso; sin embargo, me ha traído muchas satisfacciones.”
Los musicales
Su colaboración con la actriz y productora Denisse Dibós de
la Asociación Cultural Preludio no representó el inicio propiamente dicho de
Mateo dentro de los musicales. “Pero sí fue mi primer acercamiento al musical
de Broadway, en el que se centra Preludio. Yo he visto musicales con Osvaldo Cattone,
otros con textos de Brecht, y también en teatro para niños; siempre he entendido
cómo entran las canciones o la música a la obra teatral”, afirma. Es sabido por
todos que el musical de Broadway tiene ya una formula y que el deber del
director es tratar de hacer que dicha fórmula tenga algún tipo de contenido. “Ellos
se manejan como franquicia”, comenta. “Si tú quieres el montaje completo te
cuesta una cierta cantidad de dinero; pero si no quieres el montaje, sino solo
el texto, entonces te cuesta mucho menos.” Es por eso que Mateo siempre le
decía a Dibós que comprara solo el texto, pues siempre ha sido su deseo realizar
sus montajes a su manera. “Pero corro el riesgo de parecerme mucho al montaje
original, porque está en el texto. Pero es como buscarle los tres pies al gato.
Por ejemplo, si uno de los personajes es sexy y quieres ponerle un vestido
rojo, si en el montaje original es de ese color, te llaman la atención.”
Uno de los primeros musicales que tuvo a su cargo Mateo fue Jesucristo
Superstar (2006), que se estrenó en el Teatro Segura y protagonzado por Marcos Zunino. Y el estigma que persigue
al personaje de Judas, al que siempre le debe pasar algo, se llegó a cumplir en
este caso con el actor Giovanni Ciccia. “Siempre sucede cuando Judas se lanza para
ahorcarse. Es un momento espectacular. Los directores siempre piensan en cómo
hacerlo, pues hay miles de formas. Yo probé con la luz cerrada en el andamio,
mientras Giovanni se enganchaba un arnés y luego saltaba.” Lo que sucedió
lamentablemente en una función, fue que el actor dudó si estaba bien o
mal puesto el arnés al momento de ponérselo y cayó al suelo. “Se le fracturó el
pie”, recuerda Mateo. “Yo estaba atrás dando indicaciones, escucho los gritos y
veo a Giovanni arrastrándose hacia el telón. Luego seguía una escena con video
en la que Judas aparecía cantando. Solo se dejó el video, pero Giovanni siguió
cantando mientras le acomodaban el pie.” La temporada peligraba, así que Mateo
decidió asumir este personaje. “Es difícil cancelar en el Segura una función
con entradas vendidas. Estuve estudiando todo el día y estaba petrificado el día
de la función. Pero salí airoso, porque el canto es medio “rockeado” con gritos
y aullidos; yo tengo un grupo de rock, así que todo salió muy bien. Todos me ayudaron
mucho y acabé la temporada con Giovanni viéndome desde el público.”
Y en el 2009 llegó la consagración de Mateo como director de
musicales con Cabaret, con libreto de Joe Masteroff, música de John Kander y
letras de Fred Ebb. “Trabajar con actores talentosos como Marcos Zunino y
Gisela Ponce de León fue una bonita experiencia”, comenta. “La obra es muy
buena, es uno de los mejores musicales escritos. Hay musicales con cierta
superficialidad en su guion, no pasan de ser un pasatiempo, pero Cabaret tiene un
contenido. Es una obra muy querida y fue un éxito.” Felizmente para Mateo, solo
se compró el texto; es por ello que el montaje en cuestión tuvo su sello
personal.
Las artes escénicas y futuros proyectos
¿Cuáles son las cualidades que debe tener un buen actor de
teatro? Mateo responde que primero debe ser “la humildad, pues cualquiera que
entre al teatro está en un trabajo colectivo, donde no pueden primar los egos.”
En segundo lugar, destaca la disciplina, la constancia y el rigor; y
finalmente, la proactividad y creatividad, es decir, la capacidad de propuesta.
“Existen actores con diferentes cualidades, puedo elegir para un montaje a uno
más plástico y a otro no tan plástico, pero que sí maneje bien el texto.” Mateo
reflexiona sobre aquellos actores que han dejado que les gane el ego. “Cada vez
me gusta menos trabajar con gente que se siente estrella consagrada, por más
que sean buenos”, comenta. “Hay entre los mediáticos gente muy linda, pero hay
otros que me piden revisar la obra o el pago de una forma poco adecuada. Acaso
como si el aceptar fuese entendido como un favor. Yo no tengo nada contra
ellos, pero en el teatro independiente sí es molesto y si encima uno se encuentra
con alguien que te ponga peros, prefiero que no esté en el montaje.”
Por otro lado, en cuanto a las características que debe
tener un buen director de teatro, Mateo afirma que en primer lugar está “la paciencia,
porque este es un oficio de mucha tensión y estrés, en el tienes que manejar tu
estado emocional.” Luego, la creatividad y la capacidad de desarrollarla; y en
tercer lugar, manejar aspectos psicológicos, porque es importante conocer las particularidades
de los actores, sus momentos, las circunstancias. “Además, estoy convencido que
todos los directores deberían pasar por la experiencia de actuar, si bien no en
un montaje profesional, por lo menos en un taller. Un director debe conocer lo
que le pasa a un actor”, asegura. Y es que Mateo, luego de estas experiencias
como director, ha seguido talleres de actuación, incluyendo una temporada de
teatro infantil. “Porque reencontrarme con lo que pasa el actor me es útil,
para luego decirle yo a mi actor: Yo sé lo que te pido, porque sé por lo que
estás pasando.”
Sobre la pertinencia de un musical como 1968: Historias en
soul, Mateo refiere que es una obra sobre los ideales, en una época en la que se
creyó que en ese año el mundo podía cambiar, pues los jóvenes lo estaban
haciendo. “Conversando con Teresa Fuller (hija de Chabuca Granda), me
decía que me diga quien no pensó que Velasco significaba un cambio para el
país, una renovación. Que después haya
fracasado es una cosa, pero en ese momento significó el cambio para muchísima
gente. Me pregunto dónde quedan los ideales cuando el mundo se vuelve cada vez
más agresivo y trato de mantener la esperanza, pues a veces se derrumba”,
reflexiona. “A veces pasan cosas tan agresivas en el mundo que te dices cómo
mantengo la esperanza.” Estos aspectos se plasmaron en la puesta en escena, en
los elementos racistas, en el suicidio de los compañeros, en la opresión del
gobierno y en la dificultad para tener relaciones sentimentales de largo plazo
sentimentales. “Hay pertinencia en eso, específicamente en el Perú, en donde
constantemente estamos esperando a que un ideal de proyecto nación se cumpla. Pero
lamentablemente estamos absolutamente desesperanzados o pensamos todos
diferente sobre cómo debería ser. La prueba es la cantidad de candidatos, son
tantos y cada uno representa un pequeño sector, estamos fragmentados.”
Actualmente, el Teatro Ricardo Blume, ubicado en Aranwa
Teatro en Jesús María, es uno de los más acogedores que funcionan en la
capital. “Con el teatro circular, el público viene a ver una experiencia
diferente y como director, me pone en muchos aprietos. Estás manejando varios
frentes, tienes a un actor que no se puede quedar mucho tiempo en un lugar.”
Sin embargo, esta experiencia trae consigo la intimidad y el vínculo directo
del publico con la escena. “Puedes ver al público del otro lado. Todo funciona
como espiral, te lleva hacia el centro, todos somos parte de una misma cosa, es
como estar en una experiencia mucho más vívida, hasta las luces bañan al
espectador”, asegura.
Este 2016 tendrá muy ocupado a Mateo con tres interesantes
proyectos. “Haré una adaptación del clásico Moby Dick de Herman
Melville, que dirigirá mi papá (Jorge Chiarella) con egresados de Aranwa y otros
actores del medio”, adelanta. Y es que la puesta en escena requiere que los
mismos intérpretes recreen los barcos, los remos y los arpones con elementos,
gestos y mímicas. “Colaboraré nuevamente con Preludio en otro musical y además,
estrenaremos Skylight, traducido como Cielo abierto por Gonzalo Rodríguez Risco,
una obra ganadora del Tony. Haremos una coproducción entre Aranwa y el
productor peruano Carlos Arana, que ganó el Tony en Broadway. Actuarán Alberto
Isola y Wendy Vásquez”, finaliza.
Sergio Velarde
24 de enero de 2016