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domingo, 10 de enero de 2016

Crítica: SALIR

La dramaturgia como protagonista   

Cruzar la calle de Daniel Amaru Silva fue uno de los montajes más elaborados y logrados del año pasado. Su premiado y joven autor retrató con acierto y solvencia una historia repleta de personajes frustrados por no atreverse a “cruzar” aquellas calles simbólicas que nos impiden llegar a la felicidad, partiendo de una singular anécdota sobre un perro atropellado. En Salir (otra pertinente simbología en el título) Amaru Silva escarba con brillo en las relaciones familiares y amicales de un escritor llamado Alonso, aquejado por un problema crónico en las costillas y un gusto particular por dejar un final abierto en sus novelas, mientras permanece en un hospital. Co-producida por Soma Teatro y Sala de Parto, esta nueva obra del autor, dirigida junto a Rodrigo Chávez (el mismo de Metamorfosis), se convirtió en otro montaje de antología, especialmente por su curioso planteamiento escénico, en la Alianza Francesa de Miraflores.

Y es que esta puesta en escena prescinde de todo artilugio sobre el escenario: no hay grandes bastidores ni escenografías, como tampoco una propuesta atípica de maquillaje y vestuario. Los cinco actores están sentados (casi) todo el tiempo en sillas y bancos recitando los textos. Inclusive hay atriles en el escenario con libretos de la obra, que los mismos actores hojean a lo largo del montaje. Esto sonaría disparatado, pero en escena no lo es. Salvo un distractor menor, como lo fue una voz en off que titulaba las secuencias, Amaru Silva y Chávez (que dirigieron juntos la apreciable Presunto culpable) le dan un total protagonismo a la soberbia dramaturgia, servida para el lucimiento de cinco competentes actores muy comprometidos con sus personajes.  

Alonso es interpretado por el notable y experimentado Carlos Mesta, llenando de matices a su personaje en las diferentes etapas de su vida. Los jóvenes Alexa Centurión y Oscar Meza tienen cada uno a su cargo un doble papel: ella, la madre y la doctora de Alonso; y él, el padre y un enfermero. Centurión se reservó una inquietante escena, como lo fue la dura conversación entre Alonso y su madre. Por su parte, Ebelin Ortiz y Nicolás Fantinato, como los amigos de Alonso, le otorgan humanidad a sus entrañables y simpáticos personajes, creando con Alonso un inusual triángulo amoroso. Salir, así como lo hizo Cruzar la calle, maneja sus elementos con destreza y se convierte en un montaje de visión obligatoria de necesaria reposición.

Sergio Velarde
10 de enero de 2016

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