La dramaturgia como protagonista
Cruzar la calle de Daniel Amaru Silva fue uno de los montajes más
elaborados y logrados del año pasado. Su premiado y joven autor retrató con
acierto y solvencia una historia repleta de personajes frustrados por no
atreverse a “cruzar” aquellas calles simbólicas que nos impiden llegar a la
felicidad, partiendo de una singular anécdota sobre un perro atropellado. En
Salir (otra pertinente simbología en el título) Amaru Silva escarba con brillo en
las relaciones familiares y amicales de un escritor llamado Alonso, aquejado
por un problema crónico en las costillas y un gusto particular por dejar un
final abierto en sus novelas, mientras permanece en un hospital. Co-producida
por Soma Teatro y Sala de Parto, esta nueva obra del autor, dirigida junto a
Rodrigo Chávez (el mismo de Metamorfosis), se convirtió en otro montaje de
antología, especialmente por su curioso planteamiento escénico, en la Alianza
Francesa de Miraflores.
Y es que esta puesta en escena prescinde de todo artilugio sobre el
escenario: no hay grandes bastidores ni escenografías, como tampoco una
propuesta atípica de maquillaje y vestuario. Los cinco actores están sentados
(casi) todo el tiempo en sillas y bancos recitando los textos. Inclusive hay atriles
en el escenario con libretos de la obra, que los mismos actores hojean a lo
largo del montaje. Esto sonaría disparatado, pero en escena no lo es. Salvo un
distractor menor, como lo fue una voz en off que titulaba las secuencias, Amaru
Silva y Chávez (que dirigieron juntos la apreciable Presunto culpable) le dan un
total protagonismo a la soberbia dramaturgia, servida para el lucimiento de
cinco competentes actores muy comprometidos con sus personajes.
Alonso es interpretado por el notable y experimentado Carlos Mesta,
llenando de matices a su personaje en las diferentes etapas de su vida. Los
jóvenes Alexa Centurión y Oscar Meza tienen cada uno a su cargo un doble papel:
ella, la madre y la doctora de Alonso; y él, el padre y un enfermero. Centurión
se reservó una inquietante escena, como lo fue la dura conversación entre Alonso
y su madre. Por su parte, Ebelin Ortiz y Nicolás Fantinato, como los amigos de
Alonso, le otorgan humanidad a sus entrañables y simpáticos personajes, creando
con Alonso un inusual triángulo amoroso. Salir, así como lo hizo Cruzar la
calle, maneja sus elementos con destreza y se convierte en un montaje de visión
obligatoria de necesaria reposición.
Sergio Velarde
10 de enero de 2016
10 de enero de 2016
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