Las ilusiones convirtiéndose en realidad
La Vale Asociación Cultural está (adrede o no, da lo mismo)
especializándose en llevar a escena textos del notable dramaturgo Arístides
Vargas, tomándole la posta muy a su estilo, a Panparamayo Teatro. Luego de la
curiosa La República Análoga y la soberbia La edad de la ciruela, llegó al
Teatro El Olivar de San Isidro Ana, el mago y el aprendiz, bajo la dirección de
Michael Joan. Y si bien, tanto en el título como en los vestuarios de las fotos
promocionales, podría sospecharse de una puesta en escena dirigida para el
público infantil, la obra se mueve en el borde de un mundo real maravilloso,
lleno de ficción y fantasía, pero con temas muy adultos y muy reales (además de
muy propios del universo de Arístides) como la soledad, el olvido y la
esperanza.
La anécdota es muy sencilla: el mago Sotolongo y su aprendiz Luis llegan
a una estación abandonada; ellos han recorrido muchos lugares estafando a
personas a cambio de supuestos actos de magia y prestidigitación, y en aquel
lugar encuentran a Ana, una triste señora que busca infructuosamente a su
esposo, desaparecido hace tiempo sin explicación alguna. El tratamiento
estético que le brinda el director a la obra es austero en escena (las maletas con
sus contenidos del mago y del aprendiz conforman la escenografía), pero es la
dirección de actores la que permite que los ingeniosos diálogos se luzcan, con
las misteriosas y simbólicas palabras de Arístides que dicen tanto en tan pocas
líneas. El notable final, con la esquiva ilusión haciéndose realidad, redondea la
buena labor de Joan y su competente elenco.
Tratándose de una obra en la que
las acciones de los personajes no son en realidad, lo trascendente, la palabra de
Arístides debía ser interpretada correctamente por los actores, para que el
espectador pueda captar todo su lirismo. En ese sentido, y como ya se hace
costumbre, debe destacarse el excelente trabajo de Pietro Sibille en el rol
protagónico: su mago Sotolongo es enérgico y carismático, envolviéndonos en su
farsa por completo. Por su parte, Kareen Spano aporta gran dignidad al sufrido
rol de Ana; y Claudia del Águila, en esforzada actuación, le da la réplica
justa a Sibille como el joven aprendiz Luis. El director Michael Joan consigue con
Ana, el mago y el aprendiz un sólido montaje que le hace justicia al notable
Arístides, sin duda, uno de los mejores dramaturgos de Latinoamérica.
Sergio Velarde
14 de junio de 2015
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