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martes, 24 de febrero de 2015

Entrevista: SYLVIA MAJO

“Me da rabia cuando me dicen que el teatro no es una profesión” 

Una de las actuaciones más sentidas del año pasado fue la que nos regaló Sylvia Majo con el papel de Paulina en Cómo crecen los árboles de Eduardo Adrianzén. Como resultado, Sylvia fue la justa ganadora como mejor actriz de reparto en la categoría de Drama, por público y crítica, en los premios El Oficio Crítico 2014. “En primer lugar, siempre he sido súper tímida”, recuerda Sylvia. “Tan tímida que siendo escolar me dieron la diploma de conducta ¡de todo el colegio! (risas) Nunca en mi vida lo he contado.” Sylvia recuerda también anécdotas no tan felices de su paso por la etapa escolar. “De chiquita en primaria, la profesora me obligó a que yo bailara en una actuación. Yo tenía 8 años. Salí y me quedé parada, con mis lagrimones cayéndose de mis ojos, mientras las demás bailaban. La profesora me miraba después con odio, me gritaba que le había malogrado su actuación.”

Pero posteriormente se dio cuenta que lo suyo era la recitación de poemas. “Me hicieron aprender “A mi hermano Miguel” de Vallejo. Siempre me ha gustado leer poemas y me encantó recitar delante de todos. Lo hice feliz y muy fuerte y bien. A partir de ahí, solo salía a recitar, pero ya jamás a bailar. Para mí me resulta raro: dentro del salón soy tímida, pero recitando lo hago fuerte y exagerado, moviendo las manos.” Luego de contar que se cambió nuevamente de colegio, Sylvia revela un secreto guardado bajo cuatro llaves. “Yo fui compañera de colegio con Pold Gastello. En Segundo de Secundaria, como éramos tan “pavos”, nos pusieron de brigadieres. (risas) ¡Qué roche! A los dos nos ponían en la puerta de campanas para ver si la auxiliar venía, mientras los demás se sacaban la mugre. Éramos brigadieres sin la menor autoridad”, comenta divertida.

Los profesores del Club de Teatro

“Pasaron los años, y ya casada con dos hijos y con mi licenciatura en Computación de San Marcos, se me metió la idea de hacer algo de arte, no sé por qué.” Sylvia afirma que siempre utilizaba el teatro con sus hijos, pero sin saberlo. “Con mis hijos jugamos mucho, cuando eran chiquitos me encantaba jugar con ellos a los títeres y poner música y narrarles cuentos, teatralizarlos, pero no sabía que era actuación.” Es entonces que abre el periódico y se encuentra con el aviso del Club, con la foto de Reynaldo D’Amore. “Sabía que Pold (con el que seguía en contacto) estaba enseñando en el Club. Lo llamé para que me aconseje y me dijo que me metiera. Le dije que jamás me meto a primer año y contigo como profe. ¡Qué roche! Al final me convenció, y en la primera clase me encantó y ya nunca lo dejé.” Sylvia empieza así formalmente su carrera como actriz.

En el Club, Sylvia tuvo muy buenos profesores y además, la chance de ser asistente de dirección del maestro D’Amore en el cincuentenario de la institución. “Pold Gastello como profesor es muy bueno, muy dinámico. Lo que siempre tengo en mente sobre él es que tienes que ser un actor de oficio, hacer de todo para ganar experiencia.” Otro maestro suyo fue Paco Caparó. “Con él aprendí sobre la humildad, no tienes que andar con engreimientos. Por ejemplo, en la obra Los Pelópidas, Leticia Robles y yo éramos las protagonistas. Los sábados, una era la reina y la otra, la estatua. Y los domingos, a la inversa.” Sin duda, una gran influencia para Sylvia fue Sergio Arrau. “Creo que existen personas que deberían ser eternas. Para Sergio lo más importante era la disciplina, fue muy duro enseñando; recuerdo las lecturas que nos dejaba, en cómo encontrar la acción del personaje.”

¿Cuáles son los requisitos que debería tener un buen actor de teatro? “No soy quién para decir los requisitos, te menciono los que servirían para mí: disciplina, responsabilidad y respeto. Tener puntualidad, aprenderme al letra y no solo la mía, también la del compañero porque esto es un trabajo en equipo. También cuidarse uno mismo, en temporada no puedes desvelarte y al día siguiente estás con el cuerpo descompuesto.” Y sobre su director ideal, Sylvia afirma que “debe tener paciencia y darle libertad al actor para crear. No debe imponer. Me gusta que un director me deje proponer.”

La oportunidad de Cómo crecen los árboles

Sylvia siempre se entusiasma al recordar cómo llegó a ser parte del elenco de Cómo crecen los árboles. “Dejé el teatro por el trabajo en la universidad y por pasar tiempo con mi familia. Me llamaron de tres obras y acepté. Pero después lo reconsideré, pues debo ser responsable. Mis hijos estaban pequeños y una obra de teatro te quita mucho tiempo. Mis hijos estaban en una edad que me necesitaban a su lado.” Sylvia abandonó estos proyectos y fue muy feliz creciendo con sus hijos. “No puedes vivir angustiada por los tiempos, así no iba a actuar bien. Todo a su tiempo.” Ella seguía viendo teatro y se torturaba pensando en que ella hubiera podido interpretar algunos personajes. Pero la televisión la rescató para algunos breves personajes en La Pre, Avenida Perú (en el que disfrutó hacer por primera vez de mala) y Conversando con la luna.

Cuando se publicó la obra Cómo crecen los árboles en la primera edición de Sala de Parto, Sylvia lloró con el personaje de Paulina y también por el hecho de que sería imposible para ella interpretarla en escena, ya que sentía que nadie la conocía. “Felizmente me llama Eduardo Adrianzén, que me había visto en Avenida Perú y Conversando con la luna, diciéndome que pensaba que podía interpretar a Paulina. Fue una cosa de Dios. “Ésta es la oportunidad de mi vida”, pensé. Me preparé como una loca por tres días antes de la audición. Mi esposo y mis hijos fueron mi público. Yo elegí el vestuario, que finalmente llevé en temporada. Les llevé la propuesta a Eduardo, al director Gustavo López y Jano Clavier de Sala de Parto, y les gustó. Me trajo mucha felicidad.”

Sylvia continuará en actividad este año. “Estoy preparando una obra llamada Esquina peligrosa, que dirige Joaquín Vargas, con actores muy buenos. Estrenamos el 26 de marzo en la AAA.” Y también participará en otra aventura televisiva por el Canal del Estado, de la cual todavía no puede comentar mucho. También ha estado trabajando en unos cursos del Ministerio del Trabajo en conjunto con la Universidad con San Marcos. “Nos contratan como profesores para jóvenes de escasos recursos, totalmente gratis. Se les da pasajes, libros, cuadernos y  lapiceros, todo el material que necesitan. Es un programa muy bueno del gobierno en todo el Perú, yo estoy dictando en San Juan de Lurigancho.” Para Sylvia sería un gran sueño llevar teatro a los conos. “Yo enseño cursos de emprendimiento, de venta y de atención al cliente, y a todos les enseño a través del teatro y funciona. Tanto es así que a las tres semanas muchos ya han conseguido trabajo en empresas y todo se lo debo al teatro, pues se han logrado desenvolver muy bien. Me da rabia cuando me dicen que el teatro no es una profesión”, concluye.

Sergio Velarde
24 de febrero de 2015   

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