Los montajes tienen que tener cuidado de conocer la historia y el
estilo
Charlar con Jorge Sarmiento es como acudir a una clase de teatro. El
actual director de la Escuela Nacional Superior de Arte Dramático (ENSAD) nos recibe
en su oficina, luego de ser la puesta en escena que dirigió, Noches de luna de
César Vega Herrera, elegida por votación del público como el mejor montaje de
Drama del 2014. “Tener una sala acondicionada es un avance enorme para la Escuela”,
comenta Jorge sobre la renovada Sala ENSAD. “El aparato escénico tiene todos
los dispositivos sonoros y de iluminación, parrilla mínima para operar
cualquier obra que pueda acomodarse a ese espacio. Yo he manejado hasta dieciocho
personas en ese espacio con ¡Baila con la muerte! Tragicomedia de arquetipos. Ésa
fue la primera prueba de adaptabilidad del espacio escénico.”
Una de las características de las obras estrenadas en la Sala ENSAD es
su cuidada dirección de arte. “No hay obra teatral en donde no se tenga que investigar”,
afirma Jorge. “Si no hay investigación, se te escapan los detalles. En el caso
de una puesta en escena, todo significa, todo tiene un valor: el color, la
forma, la disposición o la composición, la relación de cosas. Y es un valor que
no solo significa, sino que puede cambiar el significado con el uso. ¡Si esto
es tan importante para el espectador, cómo no lo vamos a cuidar!" Admite que el
director debe tener conciencia que cada elemento tiene su propia
referencialidad, pero que puede tener varias dimensiones de significación. “Por
supuesto, el gran significador es el actor y de acuerdo a su calidad de interpretación, puede darle todos los
matices para garantizar la credibilidad de los signos.”
Jorge también menciona que es vital conocer el particular estilo de
cada montaje, a la hora de llevarlo a escena. “Muchos no se percatan de la
importancia de los estilos artísticos desde la llamada “post-modernidad”, donde
se supone puedes meter de todo y que no signifique nada. Eso genera confusión.
Tienes que conocer la historia del teatro y de la moda; demanda un trabajo de
registro histórico, para saber por ejemplo, cómo se usaban las mangas del
traje en una época determinada.” También afirma que todo tiene un valor en torno
a la teatralidad, ya que hay que generar en el espectador múltiples interpretaciones.
“Si tiene una sola interpretación, y ya sabe se lo que viene, hay algo que está
mal, pues deja de sorprendernos. Esa
teatralidad genera controvertidas miradas, no sé cuántas
interpretaciones podrá tener el espectador, pero al menos se quedará con una. Los
montajes tienen que tener cuidado de conocer la historia y el estilo teatral.”
El estilo de Noches de luna
Jorge confirma que el estilo elegido para sus montajes ha sido expresionista
al 100%. “Puede ir hacia lo grotesco, poniendo el acento de determinado tipo de
comportamiento o del gesto; lo importante es una re-significación, que el
escenario esté muy recargado con una multiplicidad de signos, con reiteración
de determinadas tonalidades y saturación de texturas fuertes, especialmente en
Noches de luna.” Para la puesta en escena de la mencionada obra, Jorge
necesitaba en escena a un pintor, Victor Humareda. “Si voy a hablar de un
pintor, el espectador debe registrar las sensaciones respecto al color, a la
textura, a las formas. Además, hay que considerar el tiempo en el que ocurre la
historia, en ese tiempo había ciertas condiciones de vida para ese sujeto, y a
pesar de eso, trasciende por el valor de sus pinturas. Yo tenía que ver cómo expresar
esa promiscuidad, esa miseria humana,
esa condición putañera de octava en un barrio como Guatica, o como el burdel San
Pablo, un ambiente vil y degradante. A ese sitio iba Humareda y alimentaba su
imaginación enfermiza, delirante, para convertirla en arte visual”.
“En el montaje, lo chocante
tenía que venir desde fuera , desde el ámbito de lo social hasta su
pintura y su creación”, continúa Jorge. “Los gestos de Humareda son intensos,
su apariencia es desagradable, su boca tenía los dientes sucios, con una
prominencia de la quijada. Nadie daba un centavo por él. En el montaje se
pintaban los cuadros en escena en vivo o también se hacían composiciones sobre
transparencias, o se hacían reproducciones de sus cuadros componiendo escenas
en vivo.” El mayor reto para el actor Rafael Hernández (premiado por el público
como el mejor actor de drama del 2014 por El Oficio Crítico) fue pensar, hablar
y pintar a la vez, y que tenga sentido artístico lo que pintaba. “La historia
no me interesaba demasiado , yo tenía que ver un pintor”, sentencia Jorge. “Por
suerte Rafael tenía una idea de cómo pintar, fue entrenado y aun así, no me
convencía en los comienzos de los ensayos. Para el teatro no bastaba la
habilidad para pintar, tenía que realizar
movimientos más enfáticos, que hagan más ostensible lo que hace de manera
ordinaria un pintor.”
Recrear aquella época y espacio determinado constituyó un gran esfuerzo de investigación
para Jorge. “Yo, como Rafael, me acordaba de cómo era el burdel de la avenida México:
era una fiesta, un enorme pampón por San Jacinto en la Carretera Central, donde
habían cadenetas colgadas, shows pequeños donde las putas salían a bailar.
Quería en un escenario pequeño, recrear ese mundo puteril que conoció, muy
festivo, muy colorido, muy risueño, no doloroso. Es por eso que así empiezo la
obra: él, en el burdel, pintando a sus modelos.” La investigación constó de
varias etapas, como las de leer la obra del fotógrafo Herman Schwarz y del
pintor Taboada, así como acudir al Hotel Lima. “Hemos averiguado el recorrido que
hacía Humareda de su departamento hacia la
azotea donde tenía un desvencijado sillón, tuvimos que investigar mucho. Así
como en el cine se investiga para que sea más artística la película, en el
teatro es vital. Ésa es la recomendación para cualquiera que se inicie en este
oficio. Con la investigación tendrás la
información base para el montaje."
La dramaturgia y el teatro peruano
Entre los montajes de la Sala ENSAD en el 2014, figuró la interesante
puesta en escena de La Tercera Persona, pieza escrita por el dramaturgo peruano
Daniel Dillon. ¿Acaso fue el 2014 el año del boom de la dramaturgia peruana?
“No me atrevería a hablar de dramaturgia peruana, solo de la limeña, que es la
que conozco de cerca”, aclara Jorge. “La realidad nos duele mucho, y eso que en
la última década tenemos éxito económico, sin embargo nos persigue el trauma de Sendero, la delincuencia, la
superposición de las poblaciones de migrantes. Siendo pocos hace unas décadas
atrás , ahora somos muchos y además, multidiversos.” Para Jorge, el trauma de
encontrar nuestra propia identidad y de quiénes somos, de alguna manera la
intuyen las diversas obras de los dramaturgos limeños. “La ficción con la
realidad hacen fricción y generan la chispa del drama nacional. Y no solo acá.
En Buenos Aires los autores nacionales y urbanos escriben sobre los fantasmas
de la represión militar. Los brasileros generan el teatro del cuerpo, por las
mismas razones”, afirma.
“Considero que un buen actor de teatro debe manejar sus medios
expresivos, dominarlos al servicio de lo que quiere expresar”, nos dice Jorge.
“Si no se le escucha, no se le entiende, si no puede variar sus registros, entonces
va a tener problemas. Por supuesto, si no hace lo propio con toda la
corporalidad y gestualidad que necesita para poder recrear el comportamiento de
los personajes, tampoco puede darle niveles interpretativos.” También afirma
que, además de una rigurosa capacidad de investigación, el actor debe tener la
capacidad del entendimiento, de saber qué es lo que está haciendo. “Si no
entiende el texto y el espesor de sus signos, jamás podrá reproducirlos en
escena, solo será una reproducción mnémica de un texto, nunca sabrá encontrarle
trasfondo; y si el texto nos los tiene, entonces el director tiene que encontrarlo.”
Por otra parte, un buen director de teatro debe “poseer inteligencia
creativa e imaginativa, que le permita ver el espacio de representación en
movimiento.” Jorge también piensa que el director de teatro debe ser un
investigador nato. “Y finalmente, vienen los gustos particulares, el gusto por
la composición, la estética, lo que trasciende artísticamente, en el buen sentido
de la palabra.” Jorge tiene muchos proyectos para este 2015. En la Sala ENSAD
se estrenarán tres montajes: Los dos hidalgos de Verona de William Shakespeare,
dirigida por Carlos Acosta; Los perros de Elena Garro, bajo su dirección; y una
obra que todavía está siendo evaluada, que dirigirá Daniel Dillon.
“Continuaremos también con las prácticas de nuestros estudiantes, entre ellas,
Fernando Flores presentará La ópera de dos por medio; seguiremos con las
publicaciones: en marzo presentaremos el Diccionario de Teatro de Moncloa y Covarrubias
y también publicaremos una trilogía de Sergio Arrau sobre Túpac Amaru; y con
Santiago Soberón, iniciaremos la serie del bicentenario, sobre la manera en que
el texto teatral ha hecho un registro de nuestra historia peruana, seguiremos
las etapas en las que el teatro ha hablado de nuestra historia. Y por supuesto,
vamos a seguir probando las posibilidades de nuestra sala, preparándonos para
los 70 años de la ENSAD que celebraremos el 2016”,
concluye.
Sergio Velarde
6 de febrero de 2015
Estimados amigos de la Ensad, tienen que reponer lo antes posible Noches de Luna, la extraordinaria obra sobre el maestro Humareda, donde el actor Rafael Hernández compone magistralmente el personaje del gran pintor. Es un clamor general.
ResponderEliminarSaludos, gracias