Pertinente reflexión sobre la represión femenina.
La irlandesa Patricia Burke Brogan no solo ha ganado varios premios por
su producción dramática, sino que también tiene una estrecha relación con su
obra más reconocida internacionalmente, llamada Eclipsadas, que se viene
presentando actualmente en la Asociación de Artistas Aficionados (AAA), con la
producción de La Fuente de Castalia y La Integración de las Artes Escénicas
(LIAE), y con el auspicio del Teatro de la Universidad Católica (TUC). La
obra, que toca con mucha intensidad la terrible historia de las madres solteras
encerradas en las lavanderías de la orden de las Magdalenas en la Irlanda de
los años sesenta, ganó el Festival de Teatro de Edimburgo en 1992 y también fue
finalista en el Premio del London Independent Theatre. Se trata de una pieza de
gran calibre, que llega a buen puerto gracias al talento de sus actrices y a la
mano, cada vez más firme, de su joven director Manuel Trujillo.
La cuerda con roponcitos blancos que cuelga de manera perenne en el
foro del escenario, representa a los niños que les fueron arrebatados a estas madres,
que fueron encerradas en aquella lavandería por los “pecados” cometidos. La llegada
de una joven (María Fernanda Risco) al convento en busca de información sobre
su verdadera madre, es el punto de partida para que se recree en escena los
difíciles momentos que les tocó vivir a este grupo de mujeres. Cada una de
ellas vive su particular infierno en completo aislamiento, algunas con
enfermedades crónicas como Cathy (Marycarmen Sirvas) y Juliet (Mariajose Vega Bamonde) y otras, con serias adicciones
como Nellie-Nora (Andrea Meza). El toque cómico lo aporta de manera acertada
Paola Jara, en el personaje de Mandy, soñando con un imposible encuentro con
Elvis Presley. Por su parte, la castrante autoridad católica dentro del hábito
de la Madre Victoria (interpretada por Jimena Ballén) no se quiebra ni ante el
triste final de una de las lavanderas.
La evolución de la historia y la tragedia que se anticipa, al volverse
la situación de las mujeres progresivamente insostenible, son retratadas
acertadamente por los personajes de Brigit (una muy inspirada Masha Chávarri) y
el de la Hermana Virginia (sorprendente trabajo de Paola Vera), que observa día a día la injusticia a la que ellas son sometidas. Justamente, nos
referíamos al inicio sobre la estrecha relación de la dramaturga con la obra, y
es que Patricia Burke Brogan trabajó en uno de los conventos en aquella época,
para finalmente renunciar a hacer sus votos. Es por ello que los sueños en
escena que tiene Virginia (alter ego de la autora) reflejan con contundencia,
la injusticia y la barbarie a las que fueron sometidas estas mujeres, por obra
y gracia de aquellas instituciones religiosas que se niegan a evolucionar con
el paso de los años. Eclipsadas funciona como un pertinente documento
social, además de ser una contundente pieza dramática; y por supuesto, se convierte
en un montaje que suma al excelente momento que vive nuestro teatro alternativo. De
visión obligatoria.
Sergio Velarde
04 de mayo de 2014
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