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domingo, 9 de septiembre de 2012

Crítica: EL DOLOR POR TU AUSENCIA

Irregular reestreno nacional

En el 2007, Haysen Percovich dirigió el drama El dolor por tu ausencia de Jaime Nieto, como muestra final de su Taller de Actuación en el Teatrín de la ENSAD. En aquella oportunidad, el director prescindió sabiamente de algunas indicaciones propuestas por el autor, que podían complicar su puesta en escena, en la que se contaban historias paralelas de personajes en búsqueda (y carentes) de amor. Y es que es derecho fundamental de cualquier director acomodar el texto de acuerdo a su visión, y por supuesto, siempre tomando en cuenta que el público merece lo mejor. En la obra en cuestión, acaso una de las más reconocidas y montadas del autor, se exigía, por ejemplo, que los actores declamen las acotaciones en escena y en plena acción, supuestamente para generar la complicidad con el público. Percovich descartó esta indicación (así como la secuencia onírica de uno de los personajes) y consiguió un montaje fluido y conciso. Este año, Vodevil Producciones, que hasta el momento se dedicaba a estrenar obras de corte familiar como Sleepy Hollow, decide estrenar la obra de Nieto, con la dirección de Henry Sotomayor, pero consigue un espectáculo con irregulares resultados.

Sotomayor decide montar la obra respetando la propuesta original, pero falla en afinar las convenciones que decide por voluntad propia enfrentar. Por ejemplo, las ya mencionadas acotaciones afectan indudablemente el ritmo. Pero es más grave cuando éstas no tienen un orden claro: cada uno las dice de diferente manera, algunos en neutro (como el personaje Aura Guío) y otros con la emoción del momento (como el personaje de Sebastián Abad); algunas se cumplen en escena; otras, no; y otras, hacen perder cualquier suspenso (si ya se adelantó que un personaje le da la botella al otro, no hay razón para demorar la acción). El empleo de objetos imaginarios también pudo afinarse: beber vino invisible es una cosa, pero otra es tocar el violín sólo con el arco, y luego soltarlo y que la música continúe sólo porque la actriz aún esté en movimiento. La escena del sueño es dilatada y caótica, y puede corregirse. Algunos ambientes, como el cine, resultan imposibles en su planteamiento, ya que toda la acción se realiza de pie con los actores deambulando por el espacio. Por otro lado, el frío, que supuestamente se nos impone en la escena inicial, se pierde con el vestuario de algunos personajes en lugares al aire libre.

Pero Sotomayor sí acierta en conseguir actuaciones convincentes de todo el elenco, destacando nítidamente Ghío, quien participa en las mejores secuencias, especialmente en su conmovedor monólogo final. Sergio Cano (a quien vimos en Sleepy Hollow y Máquina Hamlet) hace buena dupla con Gustavo Seclén, como la pareja homosexual. Actores de la ENSAD como Angiel Castre, Darío Guzmán, Natalyd Altamirano (quien trabajó con Sotomayor en El eterno recuerdo de un cristal) y Herberth Hurtado (actor en la notable Super Popper) completan el interesante elenco, que escenifica con acierto aquel dolor que sentimos cuando nos abruma la ausencia del ser amado. Este nuevo reestreno de El dolor por tu ausencia de Nieto lo confirma como un texto muy interesante; la dirección consigue excelentes actuaciones, pero el montaje en general pudo ser resuelto de manera más organizada y fluida.

Sergio Velarde
08 de octubre de 2012

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