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sábado, 9 de octubre de 2010
Crítica: CACÚMENES
Sólido retrato de un asesino
La ganadora absoluta del Festival de Teatro del ICPNA 2008, “Cacúmenes” de Alejandro Alva, vuelve a escena, esta vez como montaje institucional de la Asociación de Artistas Aficionados (AAA) dirigida por Haysen Percovich y Ximena Arroyo. La historia toma como pretexto las desventuras de un joven vendedor convertido en asesino por necesidad, llamado Alberto (Henry Sotomayor), para involucrarnos en diversas historias de seres humanos atormentados por una vida llena de obstáculos, desengaños, mediocridad, infelicidad y mentiras, más cercanas y reconocibles de lo que imaginamos.
Así como en “Morir” (estrenada en la AAA) o “El dolor por tu ausencia” (dirigida por Percovich), “Cacúmenes” nos presenta una sucesión de cuadros aparentemente independientes entre sí, pero con varios puntos en común, que el espectador irá descubriendo eventualmente. La historia: oscuros y torpes crímenes son cometidos en los alrededores de un parque. El policía encargado del caso (Iván Chávez) sobrelleva una tensa relación con su esposa Claudia (Katia Salazar), una frustrada oficinista encargada de Recursos Humanos de su empresa. Un anciano (Enrique Victoria), que pernocta en dicho parque, se enamora de Laura (Mayella Lloclla), una rebelde jovencita de conflictiva personalidad y con una tirante relación con su madre (Ximena Arroyo). Mientras que el violento Jorge (Paul Ramírez) descubre la infidelidad de su pareja Ana (Karina Jordán).
La puesta en escena, producto de una nueva revisión del texto por Percovich, logra retratar con convicción la dura vida que personas de clase media deben enfrentar día a día, en un afán imperioso por conseguir dinero y poder sobrevivir dentro de un sistema, a todas luces, castrante e inhumano. Pero también acierta en mostrar toda la red de mentiras (especialmente en un nivel personal) en las que se hayan los personajes, que a pesar del título de la obra, carecen de cacumen (agudeza o perspicacia) para ver con claridad su propia situación y la de los seres de su entorno: la ciega madre, ajena a la dura realidad de sus hijos; o las dos parejas, llenas de secretos y mentiras, producto de la incomunicación.
Acaso el único reparo al montaje sea el facilismo con el que los directores muestran las escenas oníricas de Alberto: la disminución de la intensidad de las luces, los vestuarios exagerados y la sobreactuación de los muy competentes Yasmín Londoño y Dante Marchino, pudieron ser reemplazados por otra propuesta más innovadora, pero que en todo caso, no afecta en demasía el producto final. Excelentes actuaciones del elenco principal, destacando Victoria, Arroyo y Chávez (actores de la primera temporada), quienes aprovechan esta segunda oportunidad para explorar más a fondo sus personajes. El reestreno de “Cacúmenes” no pudo ser mejor opción para celebrar un aniversario más de la AAA, convertida ahora en un concurrido Centro Cultural y por supuesto, para devolver a escena un buen texto de autor peruano.
Sergio Velarde
09 de octubre de 2010
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