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jueves, 25 de marzo de 2010
Crítica: SÍRVASE UN PAYASO
Uno no actúa un claun, uno lo es
Esta sencilla, y a la vez tremendamente certera frase del célebre actor francés Jacques Lecoq, es acaso la mejor introducción para reseñar “Sírvase un payaso”, un espectáculo claun estrenado con la producción de las compañías Teatro del Disfuerzo y Pateando la lata, bajo la dirección de Walter Chullo, y que se presenta actualmente en el Satchmo de Miraflores. Y es que a pesar de toda la exposición mediática que este tipo de espectáculos tuvo (y tiene ahora en menor medida), el oficio de ser claun es quizás, desde siempre, uno de los más riesgosos y difíciles de ejercer. No cualquiera tiene ese carisma para enfrentar al respetable, ese ángel imprescindible para poder hacer reír y reírse de uno mismo en el intento. “Sírvase un payaso” y su elenco lo consiguen con creces.
Se abre el telón y se nos presenta el planteamiento de la puesta en escena: unas mesas y unas sillas nos dan la apariencia de un bar. Luego aparecen los personajes: el díscolo dueño del local, dos mozos con personalidades totalmente opuestas: el romántico y el patán, y finalmente, el ingenuo encargado de limpieza; todos ellos con sus respectivas narices rojas, que esconden tan poco pero a la vez que revelan tanto, le dan vida a una serie de escenas, cada cual más cómica que la otra. Apelando al más grueso slapstick y rayando apenas la delgada línea que separa el doble sentido de la grosería, estos payasos bailan, cantan, se golpean, se enamoran, se vacilan e interactúan con el público, servidos por un sintetizador que acompaña sus movimientos en escena.
Una frustrada celebración de cumpleaños, un irreverente acto de magia, una entrañable escena romántica y una bravucona conversación en el bar, son sólo algunos de los sketches que este muy recomendable espectáculo nos ofrece. Tal vez demore algo en arrancar motores, pero el resultado final es altamente positivo, rematado por un musical tan logrado como esperpéntico. Y por ello, hilarante. Los actores Germán Ramírez, César García, Rodolfo Reaño y Miguel Vargas no podrían ser catalogados como tales, según la célebre frase de Jacques Lecoq. Son clauns en todo el riguroso sentido de la palabra. Total, un payaso no es necesariamente un actor, un payaso es un payaso. Y punto.
Sergio Velarde25 de marzo de 2010
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