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domingo, 20 de julio de 2008

Crítica: LOS RÍOS PROFUNDOS


Para entender a Cuatrotablas   

Para aquellos que no tuvimos la oportunidad de conocer al mítico grupo Cuatrotablas en sus inicios, siempre bajo la dirección de Mario Delgado desde hace 30 años, resulta difícil entender a cabalidad el más reciente espectáculo del grupo: “Los ríos profundos”, basado en la obra de José María Arguedas, por toda la historia que lleva a cuestas y que queda estancada en el recuerdo de quienes presenciaron los hechos escénicos en su momento. La magia del video no es aún lo suficientemente fidedigna para transmitirnos la verdadera trascendencia del grupo en la historia del teatro peruano, como en el video disponible de “Oye” (1979).

La labor de investigación y trabajo en equipo, le ha brindado a Cuatrotablas una notoriedad que traspasa fronteras. “Los ríos profundos” aborda la historia de Ernesto, un niño que debe vivir entre dos culturas (la andina y la occidental), pues su padre abogado se ve obligado a viajar con regularidad. Es en ese contacto con la cultura andina, que el niño aprende a querer ese mundo, especialmente sus usos y costumbres ancestrales, pero también debe enfrentar la maldad del ser humano personificada en diversos personajes. Delgado busca entonces, como principal objetivo en su montaje, “ernestizar” al Perú, es decir, buscar que la obra de José María Arguedas sea reconocida a nivel nacional.

La puesta teatral está basada en los tres primeros capítulos del libro de Arguedas y cuenta para su ejecución escénica con un coro arguediano de lujo: Fernando Fernández, Flor Castillo, José Carlos Urteaga y Juan Maldonado, quienes interpretan a los diversos personajes, empleando magistralmente la voz, la expresividad corporal, el manejo del espacio y de los elementos en el escenario, y alternan las variadas representaciones: el adulto, el adolescente, el niño y la mujer, en una hermosa mezcla de teatro-danza-música.

Argumentando que en este último montaje, Cuatrotablas no ha podido adaptar sus principios de actuación a la interpretación de un texto narrativo ya preestablecido, Santiago Soberón escribió en El Dominical: “Por el momento, Los ríos profundos demuestra que en todos estos años no ha habido (…) proceso de reinvención en el propio grupo.” Tal vez para quienes siguen el grupo desde su fundación esta premisa puede ser válida, pero para quienes recién podemos disfrutar de sus espectáculos en la actualidad, podemos afirmar que Cuatrotablas mantiene no sólo su vigencia, sino también la posibilidad de presentar montajes de gran calidad, con un sello propio que les conseguirá nuevos adeptos en estas nuevas generaciones.

Sergio Velarde

20 de julio del 2008

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