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sábado, 14 de junio de 2008

Crítica: EL SARGENTO CANUTO


Rescatando al costumbrismo   

Poder apreciar una obra a la que le tienes un especial cariño por haberla llevado a escena hace algunos años, resulta una experiencia muy interesante. Y puede ser un arma de doble filo al momento de pretender comentarla, pues inconscientemente te resistes a verla interpretada de otra forma. “El sargento Canuto”, de nuestro padre del teatro peruano Manuel Ascencio Segura, se estrenó el 2006 en la Casa de España bajo la dirección de Daniel Dillon, tuvo una breve temporada en el Teatro Mocha Graña y participó en la X Muestra Regional de Teatro. Quien escribe estas líneas interpretó al militar en cuestión y no podía dejar de asistir al pre-estreno de la obra, esta vez bajo la dirección de Juan Carlos Díaz y la producción de Eureka Teatro, en el Teatrín de la ENSAD en el Parque de la Exposición.

Montar obras en verso acarrea algunas dificultades, pero también grandes satisfacciones. El verso no debe escucharse como si se estuviera declamando un texto de paporreta, los actores deben recitar sus líneas con una certera naturalidad, sin perder la musicalidad de la pieza, y por supuesto, respetando la riqueza del lenguaje de Segura, haciendo entender al espectador aquellas frases o términos que no se utilizan en la actualidad. Además, “El sargento Canuto” es una obra de objetivos claros, tanto los del autor (Segura lanza una contundente crítica hacia la milicia y el autoritarismo) como de parte de los divertidos personajes: Canuto (Juan Carlos Díaz) quiere casarse a la fuerza, Jacoba (Ruth Vásquez) se niega rotundamente, Nicolaza (Kariuska Yucra) busca desesperadamente proteger a su hermana, don Sempronio (Adolfo Geldres) quiere casar a su hija a la fuerza y Pulido (Roberto Huamán) no está dispuesto a permitir semejante atropello.

La puesta en escena de Díaz, minimalista y en farsa, privilegia las actuaciones del elenco, notándose un buen manejo del verso por parte de los actores. El ritmo no decae y la acción se sigue con interés. Sin embargo, algunas contraescenas de Cazoleta (el secuaz de Canuto) al querer seducir a Nicolaza, pueden distraer demasiado de una conversación clave entre Canuto y Sempronio, en la que el autor los pinta como verdaderamente son: dos tristes seres acomplejados y llenos de prejuicios. La obra, estrenada por Eureka Teatro hace casi 10 años, permite lógicamente una mayor seguridad en el texto en Díaz y Vásquez. Geldres y Yucra componen sus personajes con mucho carisma y Huamán aún puede lograr mayor seguridad en su desempeño. A diferencia del montaje de Dillon, Díaz opta por mostrar a un Canuto tan soberbio como cobarde, con un aparatoso mostacho y mejillas chaposas, tan distante de mi propia composición, pero tan efectiva en escena.

Muchas felicidades a Eureka Teatro (y a sus incansables fundadores Ruth Vásquez y Juan Carlos Díaz) por estos 10 años de actividad ininterrumpida, tanto en teatro infantil como para adultos, y por habernos regalado algunos montajes de gran interés como “Dulces sueños” de Ruth Vásquez, “Historietas” de Paco Caparó y especialmente “Amores quebrados”, quizás el mayor logro de Vásquez en la dramaturgia y de Díaz en la dirección para adultos. “El sargento Canuto” es una vuelta al pasado del grupo y un muy digno montaje de aniversario.

Sergio Velarde
14 de junio de 2008

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