Incómodas rupturas
Los miércoles en Teatro Esencia durante este mes de febrero son de doble salida al teatro, con las microobras de Como la palma de mi mano y El estreno de Tu fuego. Se tratan de dos propuestas bastante distintas, por lo que tiene mayor sentido revisarlas de manera individual.
Como la palma de mi mano es una obra romántica con un conflicto bien identificable, pero sufre de no tener todavía total confianza en lo que desea ser. La química entre la pareja principal se siente intencionalmente fragmentada: estamos viendo los últimos momentos de una relación que se ha estancado. Aun así, hay cierto peso y confianza que falta añadirle a una pareja con ocho años de relación. Un genio interpretado por Michelle Soplin destapa el fracaso de su relación, y otorga chistes y chispa a la tensa situación. Sin embargo, para que estas bromas funcionen necesita desarrollar mayor escucha y proceso, para evitar que sus chistes y su construcción de personaje pasen desapercibidos por el público. Moisés Vera presenta un protagonista conflictivo, cuyo mayor obstáculo para sus objetivos es él mismo, y Ariana Ruiz da una interpretación muy completa y multifacética.
El trabajo en cuanto a escenografía y luces es muy notable y bien elaborado, que le da una sensación romántica y al mismo tiempo mágica al espacio. El punto en el que quizás no termina de concretar es el cierre. La última escena como tal es la mejor de la obra, con ambos actores sintiéndose más conectados y dando una discusión de tintes muy reales. Pero no se siente que el conflicto cierre, y la última línea de Vera seguida de un apagón confunde, no se siente que la obra haya terminado. Hay muchos puntos fuertes en la obra a nivel de su atmósfera, pero necesita ganar más confianza en sí misma y entender el viaje que propone para que la propuesta se sienta redonda.
Metateatro cara a cara
El estreno de Tu fuego de El empleado del mes Teatro tuvo una temporada en las Kortas de Teatro Barranco a fines del año pasado, y su pasada ahora por Teatro Esencia se siente como una transición natural al tipo de espacio que este texto necesita. La ocasión pasada destaqué que la discusión entre las dos protagonistas (Ale Reyes y Gabriela Velásquez) era la parte más entretenida de la obra. Son dos miradas y generaciones del teatro que entran en conflicto y nos dejan, entre broma y broma, preguntas incómodas que hacernos sobre el teatro que hacemos y queremos hacer. ¿Queremos movilizar al público o conmoverlo? ¿Hacemos teatro social sin salir de Barranco? ¿Las redes rebajan nuestro arte o son su natural evolución? Son preguntas que entenderá más el público teatrero que el mainstream, pero igual presentado de manera lúdica para el disfrute en general.
Destaco que en esta ocasión el monólogo de Velásquez se siente mucho más potente. El espacio más pequeño del Teatro Esencia eleva estos momentos, y la denuncia de su personaje se vuelve mucho más personal y dirigida al público que ahora tiene muchos menos metros de distancia. Las crisis del personaje de Reyes son también más divertidas por este motivo, aunque podría explotar más progresivamente para que su grito final se sienta más catártico. Gran acierto desde la dirección que ayuda a los gags y nos introduce aún más a la situación crítica y a veces absurda de nuestro querido teatro autogestionado.
José Miguel Herrera
13 de febrero de 2025
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